viernes, 7 de agosto de 2009

Los mitos de Afganistán


Por William Blum

El 4 de julio, el senador Patrick Leahy declaró que era optimista que, a diferencia de las fuerzas soviéticas que fueron expulsadas de Afganistán hace veinte años, las fuerzas de EE.UU. tendrían éxito en ese país. El demócrata de Vermont declaró:
“Los rusos fueron puestos en fuga como se lo merecían. Ayudamos a que los pusieran en fuga. Pero estaban ahí para conquistar el país. Nosotros hemos dejado bien claro, y todos aquellos con los que hablo en Afganistán se sienten de la misma manera: saben que estamos allí para ayudar y que nos iremos. Hemos dejado muy claro que nos iremos. Y que se lo vamos a devolver. Los que cometieron los errores en el pasado son los que trataron de conquistarlos.”
(Vermont TV station WCAX, 4 de julio de 2009, WCAX.com)
Leahy es un antiguo liberal en temas de política exterior, un campeón de la retención de la ayuda contra la droga de EE.UU. a unidades militares extranjeras culpables de serias violaciones de los derechos humanos, y un franco crítico del despojo de sus derechos humanos y legales a presuntos terroristas. Pero está dispuesto a enviar a innumerables jóvenes estadounidenses a un auténtico infierno, o una muerte horrible, o a una supervivencia como mutilados.
¿Y para qué? Cada punto de su declaración es simplemente erróneo.
Los rusos no fueron a Afganistán para conquistarlo. La Unión Soviética había existido junto a ese país durante más de 60 años sin ningún tipo de invasión. Los rusos invadieron para enfrentar a los yihadistas islámicos apoyados por EE.UU. sólo después que EE.UU. intervino en Afganistán para reemplazar a un gobierno amigo de Moscú por uno anticomunista militante; precisamente lo que EE.UU. hubiera hecho para impedir un gobierno comunista en Canadá o México.
También es bastante difícil que EE.UU. afirme que está en Afganistán para ayudar a la gente en ese país cuando ha matado a miles simplemente por resistir a la invasión y ocupación estadounidense o por estar en el lugar equivocado en el momento equivocado; ni una sola de las víctimas ha sido identificada como alguien con algún tipo de conexión con el ataque terrorista contra EE.UU. del 11 de septiembre de 2001, el evento citado usualmente por Washington como justificación para la intervención militar. Además, Afganistán está ahora repleto de uranio empobrecido, bombas de racimo y minas terrestres, fósforo blanco, una mezcla infernal de otros deliciosos productos químicos, y una población, después de 30 años de guerra casi ininterrumpida, de seres humanos física y mentalmente mutilados, excesivamente susceptible a la promesa de paraíso, o por lo menos alivio, presentada por los talibanes.
En cuanto a que EE.UU. se vaya a ir… es una propaganda sin significado hasta que suceda. Hay que preguntar a la gente en Corea del Sur – 56 años de ocupación estadounidense y no hay fin a la vista; preguntar a la gente en Japón – 64 años. ¿E Iraq? ¿Apostarías tus ahorros a cuál sería la década en la que el último soldado y contratista militar abandone el país?
Ni siquiera es exacto cuando se dice que los rusos fueron puestos en fuga. Fue esencialmente la decisión del presidente ruso Mikhail Gorbachov, y fue más una decisión política que militar. La ambición más cara de Gorbachov era convertir a la Unión Soviética en una socialdemocracia al estilo europeo occidental, y buscaba fervientemente la aprobación de esos dirigentes europeos, y casi todos ellos eran anticomunistas de la guerra fría y se oponían a la intervención soviética en Afganistán.
William Blum es autor de “Killing Hope: U.S. Military and CIA Interventions Since World War II,” “Rogue State: a guide to the World's Only Super Power,” y de “West-Bloc Dissident: a Cold War Political Memoir.”

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