viernes, 14 de agosto de 2009

HISTORIAS: Alfombras de bajo vuelo


Por Hashim Qiam

La industria del tejido de alfombras es la segunda más grande en Afganistán, luego de la agricultura, considerando sus dimensiones y la cantidad de personas a las que emplea. Pero sus productores apenas reciben una fracción de las ganancias que su labor obtiene en el mercado internacional.
Además, las alfombras afganas son distribuidas como un producto hecho en Pakistán.
"Yo tejo alfombras para no tener que pedir limosna para comprar comida, como muchos niños que conozco", dijo Khaleda, de 13 años, del distrito de Dasht-e-Barchi, en Kabul.
Desde que el padre de Khaleda murió en la guerra civil en los años 90, ella, su madre y sus tres hermanos menores --uno de nueve y dos de 11 años-- han tejido alfombras en su propio telar para ganar lo necesario para comida y vivienda.
Cada tres meses, la familia produce una alfombra de seis metros a cambio de 24.000 rupias paquistaníes, unos 40 dólares.
Khaleda aprendió su arte en una de las numerosas fábricas de alfombras de Kabul. "No sé que habría pasado si yo no supiera tejer estas alfombras", dijo.
La idea de que niños de nueve, 11 y 13 años trabajen en telares para poder alimentarse es inquietante, pero nada extraño en Afganistán. Igual de preocupante es que los productores reciban una fracción de las ganancias que su labor obtiene en el mercado internacional. Esto se debe a la falta de infraestructura para completar el proceso de fabricación de alfombras en Afganistán.
Las alfombras se envían a Pakistán para ser "terminadas", un proceso por el cual se cortan y lavan mediante máquinas y materiales demasiado caros para la mayoría de los productores afganos, con frecuencia de pequeña escala como la familia de Khaleda.
En consecuencia, los productores afganos sólo reciben 10 por ciento de las ganancias que obtienen los exportadores pakistaníes luego de enviar las alfombras a Europa o Asia oriental.
Además, a menudo se adjunta la etiqueta "Hecha en Pakistán" cuando las alfombras son terminadas en ese país. Aunque la alfombra es mayormente realizada en Afganistán, el comprador piensa que proviene de Pakistán.
El gobierno afgano prohibió el uso de rupias paquistaníes para todas las transacciones, con la intención de limitar la fuga a Pakistán de los ingresos procedentes de las alfombras. Pero como la mayoría de los exportadores mayoristas residen del lado pakistaní de la frontera oriental, las rupias de ese país siguen siendo la moneda de uso en el negocio de las alfombras.
"La mayoría de las alfombras las compran empresas pakistaníes", dijo Ahmad Shaker, propietario de una empresa de alfombras en el sexto distrito de Kabul.
"Representamos a empresas pakistaníes que distribuyen las alfombras afganas y por eso las transacciones se realizan en rupias", explicó.
Esta industria está en expansión en Afganistán. Las abundantes lluvias de la primavera boreal pasada aumentaron el rendimiento de la producción lanera, lo cual aumentó la de alfombras.
Gul Mohammad Barik Andish es el director ejecutivo de la Fábrica de Alfombras Ghoriyan. Existe una fuerte demanda de los países árabes por las materias primas para estos productos, como el hilo y la lana, que Afganistán produce.
Pero estos países compran la mayoría de estos materiales a través de Pakistán, que a su vez los adquiere en el país vecino a un precio muy inferior.
Mohammad Rasoul Fayeq, director ejecutivo de la Asociación de Productores y Exportadores de Alfombras de Afganistán, dijo que sólo 5,2 por ciento de las alfombras afganas son vendidas por afganos al resto del mundo.
El 95 por ciento restante se vende a Pakistán y de ahí al mercado internacional, donde se puede pedir un precio mucho más alto, pero con la etiqueta de procedencia de ese país.
Cien mil metros cuadrados de alfombra valen unos 10 millones de dólares en el mercado internacional. Dado que en Afganistán se producen alrededor de dos millones de metros cuadrados anuales, eso significaría una facturación de unos 200 millones de dólares al año.
Pero como Pakistán se queda con 95 por ciento de todas las ganancias, esto solamente deja 10 millones de dólares a los afganos que tejen las alfombras.
La falta de recursos a gran escala para cortar, lavar y terminar las alfombras ha lisiado la capacidad de Afganistán de capitalizar plenamente uno de sus productos más valiosos.
Los expertos sostienen que hasta que el gobierno afgano no brinde los recursos para la producción completa de las alfombras, las ganancias correspondientes continuarán yendo a parar fuera de las fronteras del país.
IPS

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