Por Daynet Rodríguez
El nuevo capítulo de la serie "Torturas Made in Usa", no se transmitirá. El presidente Obama acaba de decidir que no ya se publicarán las fotos "comprometedoras sobre torturas por parte de soldados norteamericanos a prisioneros en Irak y Afganistán", algo que había asegurado a la opinión pública en su intento de llevar hasta las últimas consecuencias el peliagudo asunto. Su justificación es que considera que dichas imágenes "podrían inflamar los sentimientos entre la población de los países citados y, como consecuencia, poner en peligro a las tropas estadounidenses que permanecen allí". Los mismos argumentos y pretextos de siempre: seguridad nacional y lucha contra el terrorismo, recordados esta vez por el secretario de Defensa Robert Gates. Según los medios fue el propio Gates quien solicitó la censura de las imágenes, algunas de las cuales muestran interrogatorios muy violentos y malos tratos a prisioneros de forma muy explícita. En su petición lo acompañaron el jefe del comando central, general David Petraeus, y los mandos militares en Afganistán e Irak. La recomendación también vino de otros altos jefes del Pentágono. Es evidente que el revuelo por los memorandos de la CIA ha dejado sus secuelas: la más importante, Obama parece entender que el juego de la transparencia se acaba cuando empiezas a meterte con las esencias del sistema. Y él no está dispuesto a seguir avivando el fuego, porque la publicación de las fotos habría multiplicado la polémica - ya se sabe que una imagen vale más que mil palabras- y además, habría contribuido a que los ciudadanos norteamericanos exigieran con más fuerza el enjuiciamiento de los torturadores. "Juega con el collar pero no con el perro", y el presidente ha entendido perfectamente la seña.
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