miércoles, 25 de mayo de 2011

Pedro Pablo Oliva: El artista de hoy tiene que ser diferente

Ahora que el nombre de Pedro Pablo Oliva aparece asociado a una burda manipulación del creador y de su obra, refrendo las palabras de Zulema Armas Mojena cuando escribió: "El Pedro Pablo Oliva que admiro, el artista, es un hombre de nuestra cultura, de nosotros, de la Revolución Cubana"; y rescato una entrevista que le hice en ocasión de otorgársele el Premio Nacional de Artes Plásticas. En aquel momento se publicó en CUBASI y varios medios la replicaron. Ese es el #PPO que conocí a través de un largo diálogo: artista en medio de sus contradicciones, pero que, amparado en un proyecto social inclusivo, concibe la creación ante todo como un espacio de participación, una vía para "mejorar la sociedad, enriquecerla".


Pedro Pablo Oliva conversa con Cubasí. Foto: Javier Abreu  Por: Daynet Rodríguez Sotomayor 

La ternura y la confianza en el mejoramiento humano parecen ser las constantes de una obra y un creador que acaba de ser reconocido como el Premio Nacional de Artes Plásticas. A Pedro Pablo Oliva (1949), dueño de criaturas que resumen en sí toda la ingenuidad y la ironía posibles, este reconocimiento le confirma que no erró el camino. “Ha sido como una batalla fuerte y tengo la alegría de haber tenido parte de la razón. Y me sentí bien, que es una de las razones más importantes del proceso de creación”.

Con más de una veintena de exposiciones personales y colectivas, sus cuadros se hallan presentes en colecciones de España, Italia, Francia, Estados Unidos, Brasil, Suiza, México, Cánada, Alemania y Cuba, y en las prestigiadas casas de subasta de Christie‘s y Sotheby’s.

Los especialistas le señalan una influencia de Antonia Eiriz y Eduardo Abela. Él, además, confesó que hay obras que le siguen convocando al misterio como La Jungla de Lam, el Guernica de Picasso, Las Meninas de Velásquez o El beso de Gustav Klimt. 

En entrevista con Cubasí reflexionó, entre otras cosas, sobre su constancia con el lienzo, sus grandes proyectos inacabados y ese 'hilo' que lo ata a la ciudad de Pinar del Río. Habló de ese desdoblamiento que experimenta cuando pinta y que le hace concluir: "No siempre que se ve mi trabajo puede decirse este hombre piensa así. No soy yo, pero es una forma de hacer realidad el pensamiento de otros".

Y dijo convencido que ya no imagina al creador si no hace un trabajo comunitario y para los demás. "No concibo un artista que se limite a pintar un cuadro o hacer un dibujo, sino que participa en la sociedad mejorándola, enriqueciéndola". El artista de hoy, afirmó, tiene que ser diferente.

P:- Muchos estudiosos de su obra valoran la búsqueda del equilibrio como el centro de sus creaciones, otros hablan de la meta-ironía. ¿Cuál es la verdad de su pintura?


-  ¿Qué cosa es el equilibrio? La inestabilidad es un equilibrio…Un día descubrí que la vida no era tal y como yo la pensaba y que tenía muchas trastiendas desconocidas por mí. Descubrirlo fue una tragedia en mi existencia porque comenzó a ponerse en crisis mi obra y empezaron a salir misteriosamente unos extraños monstruos; pero también descubrí que esos monstruos podían ser tiernos y por ahí conduje mi camino.


Obras de Pedro Pablo Oliva. Foto: Javier Abreu P:- ¿Por qué esa constancia en el óleo y el lienzo? ¿Ha comenzado a experimentar con nuevos materiales?

- Es que yo soy un pintor tradicional, vengo de una formación académica, pero al final siento que lo importante no es si uso una tela o un elemento tridimensional sino qué cosa hay detrás, qué intenta uno comunicar. Para mí es más importante qué estoy diciendo y no cómo lo estoy diciendo. Eso es una controversia de toda la vida. Yo sigo tradicional con mi lienzo, porque realmente no me gusta colocar ningún elemento gratuito. Cada generación trae una manera específica de expresarse y siento que la actual está más cerca de los performances y las instalaciones. Pero ya he estado indagando en el mundo de la cerámica y he visto realizadas ciertas cosas que pertenecen al mundo de la bidimensionalidad. Ya lo único que falta es que algunas criaturas salgan caminando, que comiencen a tener una vida independiente.

P:- ¿Qué necesita para crear?


-Una paz que siempre he buscado durante muchos años y que no logro encontrar porque yo pensé que la vida iba a ser menos agresiva pero es dura, y lo que necesito es tranquilidad. A lo mejor el proceso de creación que he tenido hasta ahora es esa angustia entre lo que busco y lo que no encuentro, pero no me voy a cansar de buscar esa paz…

P:- En su obra se relacionan plástica y literatura pero quizás la expresión más evidente son sus títulos…


- Toda la vida he pintado pero también he escrito, he divagado alrededor de la literatura, he escrito mis poemas. Parece que viene todo eso de ahí. Mi pintura es muy literaria o por lo menos toca muchos aspectos de la literatura en términos de que me interesa decir algo y en la manera de escoger los elementos. Eso me obliga a divagar mucho cuando estoy pintando. De ahí viene la aparición de un determinado título o una expresión literaria. Es algo que medito mucho porque creo que el título es importante. Si le llamé a un cuadro El apagón, o El inconcluso milagro del pan y los peces, o Pareja condenada a vivir eternamente con una piedra en la cabeza, son elementos que al final vienen a completar, cuajar y sugerir la idea de la obra. Esa es la idea, pero yo nunca he dejado de descargar en algún momento esa parte literaria que uno tiene por dentro.

P:- Pero es pintor sobre todas las cosas…


- Pintor sobre todas las cosas porque las imágenes me son importantes. A veces me desdoblo, a veces no soy yo, a veces inclusive y esto es una cosa extraña en la creación, hago un planteamiento artístico que realmente no me pertenece, es como si los demás lo tuvieran, no logran expresarlo y yo se los robo. No siempre que se ve mi trabajo puede decirse este hombre piensa así. No soy yo, pero es una forma de hacer realidad el pensamiento de otros. No es que sea un ser privilegiado, pero es que los demás no tienen la manera de expresarlo.

Obra del Premio Nacional de Artes Plásticas 2006 Pedro Pablo OlivaP:- “Me persigue una niñez inacabada dentro de una caja pequeña”. ¿Imposible separar los niños de su creación y su vida?


- Yo no creo en eso del destino, tengo desgraciadamente la idea de que la vida es una casualidad, pero misteriosamente la existencia de niños en mi vida, inclusive ahora que tengo 57 años, está latente ahí. Yo no he dejado nunca de tener que jugar, salir con ellos, porque me han perseguido siempre. Inclusive me dije, cuando tenga cincuenta años voy a hacer una obra madura, seria, profunda sicológicamente, donde seguro voy a perder toda esta cosa ingenua. ¿Y que sucedió? Me enamoré, me volví a enamorar, aparecieron los niños, pasa una pelota mientras estoy pintando, me dejan una cuchara en la paleta, es como nunca salir de la infancia. Y déjame decirte que lo agradezco porque me impiden entrar en el mundo de una manera violenta y terrible. Los niños me dicen que la vida es mucho más tierna, mucho más rica y hermosa.

P:- ¿Es Pedro Pablo Oliva un ser tan tierno como las criaturas que pinta?


- No muchacha. Tengo cosas buenas y malas como todo ser humano. Me gusta mejorarme y trato de mejorar a los demás con mi trabajo. A veces tomo la obra como un autoanálisis de mi comportamiento y del comportamiento de los demás, a veces me flagelo en los cuadros, a veces lo tomo como ese estado de purificación, de sentirme más cerca del hombre mejor, y a la vez invitar al ser humano a renovarse. Esta relación que establezco con la obra va más hacia un sentido terapéutico.

P:- Usted tiene grandes proyectos acabados como la Casa Taller Pedro Pablo Oliva, el Museo de Arte de Pinar del Río, pero ¿cuáles son sus grandes proyectos inacabados?


- Realmente no son sueños inacabados. Pero yo sueño con que Pinar del Río tenga un Centro de documentación tan grande para que todo el que tenga la más mínima duda la elimine. Es una aspiración corta. Y quisiera tener en casa toda esa literatura que se produce, más que para mí, para las generaciones venideras.

P:- Entre los argumentos para la concesión del Premio Nacional de Artes Plásticas el jurado valoró la proyección social de su creación. ¿Qué experiencias le ha traído ese contacto con la gente que va a su taller a soñar?


- Sólo te digo, como hace unos días expresé en una entrevista, que ya yo no concibo una artista si no hace un trabajo comunitario y para los demás, no concibo un artista que se limite a pintar un cuadro o hacer un dibujo, sino que participa en la sociedad  mejorándola, enriqueciéndola. El artista de hoy tiene que ser diferente.

P:- ¿Qué encuentra en Pinar del Río que le ha hecho quedarse allí o volver siempre?


- Siento que la gente no debe perder su hilo, porque pierde algunas cosas. Yo no he querido perder ese hilo que me ata a Pinar del Río, ese hilo que llevo desde niño, y que me hace pensar que todavía mis zapatos pequeños corretean por allá. Tengo mi familia, un lugar donde he alcanzado cierta valoración de los demás y eso me estimula. Más que el estímulo del premio realizado por los intelectuales lo que más me alegra de corazón es ir por la calle y encontrarme una gente cotidiana que me diga felicidades. Para esa mayoría, en definitiva, uno trabaja. Me quedo en Pinar del Río, porque tengo mis hijos y porque creo que la provincia necesita que la gente no parta. Una vez dije que Pinar del Río era una provincia de paso, y creo que hay que quedarse…

P:- ¿Qué temas está recreando actualmente?


- El único tema que me ha revoloteado en estos tiempos es el de Las alegrías y tristezas del Malecón. Ya en este caso es la influencia de La Habana en el contexto de mi vida. En el Malecón aparece lo mejor y lo peor… y eso me llamó tanto la atención que comencé esta serie que es como una metáfora de la vida y los conflictos de la existencia del hombre. Son cuadros con fondos oscuros por aquello de que el Malecón cobra realmente vida de noche.

P:- ¿Y por qué decidió empezar a pintar la imagen de Fidel?

- Yo formaba parte del Consejo de la Unión Nacional de Escritores y Artistas de Cuba y él a veces se reunía con nosotros y yo me preguntaba en qué tiempo dormía, cómo podía resistir físicamente tanta carga de vida política y me dije que eso yo tenía que expresarlo de alguna manera. Aparte de que había sentido que la imagen de Fidel no aparecía en la obra de los pintores cubanos, solo en la obra de Raúl Martínez. Entonces me propuse dejar constancia de una persona que nos formó de alguna manera, que influyó tanto en la vida social, política y cultural del país, y decidí asumir una serie de retratos.

P:- ¿Y a la figura de Martí le sigue encontrando nuevas aristas?


-El tema de Martí no es algo que tomara como una obsesión, pinté algunos cuadros de su figura y abandoné el tema para volverlo a recoger. Siempre dejo descansar los temas y luego retorno a ellos. Estoy haciendo entonces un cuadro que se llama Martí, el frío y el mar, que es Martí en el Malecón, desnudo, cuelga de la vara de pescar su traje y es una invitación al ser humano a desnudarnos, a no tener trastiendas, a comunicarnos, acercarnos más al niño que fuimos, y acentuar nuestra cubanía.

P:- Ha dicho varias veces en la conversación que le angustia ir tan lento… ¿A qué se debe esa lentitud creativa?


- Me molesta. Muchos de mis amigos pintan muy rápido, y participan en cantidad de cosas y yo me demoro mucho a la hora de la realización porque exagero en las cuestiones técnicas. Es que la academia te forma en pocos años pero lo que uno aprende allí no puede quitárselo ni en cuarenta años. A veces trato de eliminarlo pero aparece constantemente ese afán de minuciosidad. Me doy cuenta que pudiera ser más ligero, incluso estas obras del Malecón son casi un dibujo coloreado, porque la idea siento que no necesita tanto enriquecimiento técnico. Y he abandonado mucho el color porque uno se agota también de todas las cosas. Ya lo recuperaré otra vez…

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