Cerca siempre tengo un libro imprescindible: Operación Masacre. Recuerdo que cuando me deslumbré en la Universidad con el "Nuevo Periodismo norteamericano", el de Truman Capote, Norman Mailer y otros, alguien me dijo: eso ya lo hacía desde mucho antes Rodolfo Walsh en América Latina. Salí en su busca. Y descubrí no solo un periodismo comprometido con una realidad social, sino además, con una nueva manera de contar. Todos los ingredientes para mantenernos en vilo hasta la última página: un hecho realmente raro por lo absurdo, palabras como balas, entresijos de una trama desgranada como un thriller, investigación seria, ritmo trepidante, personajes calados hasta las úttimas consecuencias. Al final, denuncia irrebatible y memoria del pueblo argentino. Se anticipó nueve años al Nuevo Periodismo y marcó para siempre la profesión.
MundoenCrisis regala un pequeño fragmento, de tensión: el momento en que Horacio di Chiano, sobreviviente del fusilamiento ilegal, espera el tiro de gracia tirado boca abajo.
“No los ve pero sabe que le apuntan a la nuca. Esperan un movimiento. Tal vez ni eso. Tal vez le tiren lo mismo. Tal vez les extrañe justamente que no se mueva. Tal vez descubran lo que es evidente, que no está herido, que de ninguna parte le brota sangre. Una náusea espantosa le surge del estómago. Alcanza a estrangularla en los labios. Quisiera gritar. Una parte de su cuerpo -las muñecas apoyadas como palancas en el suelo, las rodillas, las puntas de los pies- quisiera escapar enloquecida. Otra -la cabeza, la nuca- le repite: no moverse, no respirar”.
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