Por Daynet Rodríguez Sotomayor
No se trata de nuestros pueblos de América, esos rebeldes e indomables, ni tampoco de un país africano, de donde nos llegan de vez en cuando noticias de un golpe de estado; en el corazón de la Vieja Europa una pequeña pero rica nación está dando muy mal ejemplo de institucionalidad: Bélgica, que acaba de romper el récord mundial de más tiempo sin gobierno.
Ni siquiera Irak puede vanagloriarse ya de su triste marca de 249 días sin renovar la administración. Desde hace ocho meses los belgas andan sin cabeza... gubernamental, porque valones (Sur) y flamencos (Norte) son incapaces de ponerse de acuerdo y formar coalición.
Es "el eterno tira y afloja" entre ambas facciones, que más que políticas, representan las dos comunidades linguísticas y culturales más importantes del país. Y es, también, la eterna confrotación Norte-Sur, al parecer irreconciliable.
"Lo más preocupante es que nada indica que, ocho meses después de las elecciones legislativas, sus dirigentes estén cerca de un compromiso para reemplazar al gobierno en funciones por un verdadero ejecutivo. Al contrario, las divisiones entre las formaciones flamencas y francófonas, parecen acrecentarse", reseña hoy un despacho de AFP.
La crisis sobrevino tras las elecciones del pasado junio cuando la formación separatista flamenca N-VA obtuvo unos resultados históricos en Flandes, que le posibilitaron afincarse a la hora de las negociaciones para formar gobierno.
El líder del N-VA, Bart de Wever, ya había anunciado en la campaña electoral previa algunos de los detonantes de la situación actual, cuando propuso un "confederalismo" y una fórmula entre "dos comunidades autónomas que estableciera lo que harían juntas (el ejército y algunas instituciones); además de la regionalización de las seguridad social para eliminar la transferencia de dinero a Valonia y la co-gestión de Bruselas, en calidad de ciudad, no de país"(1).
Una fórmula que, por supuesto, los valones no han aceptado.
Desde entonces, siete partidos, cuatro flamencos y tres francófonos, tratan en vano de cerrar un acuerdo, para desespero de los ciudadanos y sobre todo, de los jóvenes.
La Revolución de las patatas fritas
Para los jóvenes la crisis de gobernabilidad es una razón para salir a la calle a criticar la irresponsabilidad de los políticos y demostrar su apoyo a la existencia de una sola nación; incluso la han bautizado con ironía como la Revolución de las patatas fritas, en alusión a uno de los pocos elementos unificadores del país.
Hoy, muchos universitarios han levantado banderas de reconciliación nacional, mientras en jornadas recientes se han organizado grandes manifestaciones que en Twitter tuvieron la etiqueta BEshame, o vergüenza belga.
Porque vergüenza es la palabra que más se repite en las calles y es el calificativo a flor de labios en los entrevistados, como Marine Tholomé, de 19 años, una francófona residente en Lovaina (Flandes) que dijo a la AFP: "Este récord es una vergüenza. Los políticos deben pensar un poco en las personas. Deben llegar a un compromiso".
A tal punto ha llegado el absurdo en esta nación con una supuesta tradición de respeto por las instituciones democráticas, que los bromistas no se han hecho esperar: "¡Al fin campeones del mundo!", tituló el diario flamenco De Standaard su nota de hoy... Al menos ya son los recordistas universales del desgobierno.
Nota:
(1): http://www.cee.cubaweb.cu/pdf/union%20europea/BÉLGICA.pdf
No hay comentarios:
Publicar un comentario