jueves, 16 de julio de 2009

6+5: ¿La fórmula perfecta?


Por Raiko Martín

Es verano, y como de costumbre los principales clubes europeos de fútbol aprovechan el receso estival para ajustar sus maquinarias con la vista puesta en la próxima temporada.
El protagonismo de esta época de fichajes se lo ha llevado el empresario español Florentino Pérez, quien al frente del Real Madrid estremeció el mercado con las contrataciones multimillonarias del portugués Cristiano Ronaldo y el brasileño Kaká.
A ellos se ha sumado el central español Raúl Albiol y el ariete francés Karim Benzema, este último como alternativa a los fracasados intentos por sumar al goleador ibérico David Villa.
Hasta que concluya la temporada de traspasos en agosto, pueden seguir llegando luminarias a los predios del Santiago Bernabeú. El delantero galo Frank Ribery, que presiona por todos lados para que los directivos del Bayern de Munich acepten la suculenta oferta del club «merengue», parece el próximo candidato.
Pero más allá de las estratosféricas sumas invertidas, a Florentino también se le cuestiona su marcada predilección por las estrellas foráneas. El lateral Sergio Ramos fue el único español entre los 17 fichajes consumados durante su primer mandato entre 2000 y 2006, cuando gastó poco más de 422 millones de euros. Y si no «cuajan» las pujas por Xavi Alonso y David Silva, la llegada de Albiol redondearía la paupérrima cifra de nacionales cuyos contratos llevan la firma del señor Pérez.
No obstante, el fenómeno no es propio de Florentino Pérez, ni del Real Madrid, ni de la Liga española, aunque las políticas fiscales de la nación ibérica, que obligan a los futbolistas extranjeros a tributar casi la mitad de los impuestos que gravarían sus ganancia en otro país, tienen su cuota de responsabilidad.
Así, las máximas autoridades de la FIFA con su presidente Joseph Blatter a la cabeza, llevan algún tiempo impulsando una ley que obligaría a los clubes a alinear, al menos, a seis nacionales en todos los partidos.
Los objetivos, según ha divulgado la máxima organización del fútbol en el mundo, son propiciar las oportunidades a jugadores jóvenes, y lograr mayor identificación de los aficionados locales con sus equipos.
El proyecto es apoyado por la mayoría de los jugadores profesionales, pero entra en contradicción con disposiciones legales vigentes en la Unión Europea, especialmente con la conocida como «Ley Bosman» de 1995, que defiende la libre circulación de trabajadores dentro de los países de la zona euro.
Aunque son montos millonarios, los jugadores profesionales cobran salarios. No obstante, las autoridades de la FIFA se niegan a reconocerlos como trabajadores. «Es que no son obreros. Son artistas» ha dicho recientemente a la prensa el presidente Blatter, quien en su defensa argumentó que en los países de la Unión Europea que poseen las cinco Liga más grandes, la circulación de trabajadores no supera el 7 por ciento y la de jugadores está por encima del 50. «Equipararlos es una locura», sentenció.
A contrapelo ha llegado la propuesta del ex astro francés Michel Platini, desde hace algunos años regente del fútbol europeo, para quien es más importante lograr los objetivos de la «Ley 6+5», que su implementación.
La UEFA propone en cambio la obligación de contar con al menos cinco jugadores formados en la base –lo que se conoce como canteras- de los clubes, pero sus detractores argumentan que esto provocaría que los grandes equipos se lanzaran a contratar jugadores a edades tempranas, un fenómeno que ya golpea a los países del Tercer Mundo.
Así las cosas, La FIFA ha decidido durante su último congreso, celebrado a principios de junio en Bahamas, optar por una lucha no frontal con los parlamentarios europeos, y esperar por la ratificación del Tratado de Lisboa, que contiene especificaciones relacionadas con el deporte.
Pero aunque Blatter se ha mostrado optimista y espera que en un futuro su idea sea acogida, los especialistas en derecho consideran que la ley «6+5» tal como está propuesta, no tiene muchas opciones de seguir adelante.
La opción planteada por la UEFA también parece incompleta, y mientras de ambos lados se debate sobre el futuro, equipos como el Real Madrid, el Manchester United, o el Chelsea, por solo citar algunos, siguen creciendo como torres de Babel mientras muchos jóvenes, con el talento suficiente, cargan con sus sueños en espera de mejores tiempos.

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