En la tarde de ayer, mientras analizaba detenidamente el discurso de Obama en la Universidad musulmana de El Cairo, llegaron despachos de las agencias de noticias con la extraña información de que dos personas jubiladas de más de 70 años de edad fueron arrestadas bajo la acusación de haber espiado durante 30 años para el gobierno de Cuba. La casi totalidad de importantes agencias noticiosas occidentales, ocho de ellas, divulgaron la noticia.
Las personas acusadas son Walter Kendall Myers y su esposa Gwendolyn Steingraber Myers. Se añade que el primero trabajó como especialista de asuntos europeos; que en 1995, hace 14 años, viajaron a Cuba, fecha en que fueron recibidos por mí. Me he reunido durante ese tiempo con miles de norteamericanos por diversos motivos, individualmente o en grupos, en ocasiones con colectivos de varios cientos de ellos, como los estudiantes que viajaban a Cuba en el crucero Proyecto Semestre en el Mar, por lo que apenas podría recordar detalles de una reunión con dos personas. Me doy cuenta ahora por qué George W. Bush prohibió a los estudiantes del crucero seguir visitando Cuba; durante muchas horas conversaban conmigo, a pesar de que pertenecían a familias de clase media alta.
La acusación puntualiza que el matrimonio recibió numerosas condecoraciones, pero a la vez admite que nunca buscaron dinero o beneficios personales.
Por mi parte puedo asegurar que, como cuestión de principios, jamás hemos torturado a nadie ni hemos pagado para obtener información alguna. Los que de una forma u otra contribuían a proteger la vida de ciudadanos cubanos frente a planes terroristas y los proyectos de asesinar a sus dirigentes, de los numerosos programados por varias administraciones de Estados Unidos, lo hicieron por imperativos de sus propias conciencias y merecen, a mi juicio, todos los honores del mundo.
Lo curioso es que esa noticia sale a la luz 24 horas después de la derrota sufrida por la diplomacia de Estados Unidos en la Asamblea General de la OEA.
Es verdaderamente extraño que si esas personas estaban bajo control, debido a que agentes del FBI los engañaran haciéndose pasar por espías cubanos, ¿por qué no fueron arrestados antes y lo hacen en este momento?
Comenzará ahora el juego de la supuesta justicia contra dos personas trituradas de antemano moralmente con acusaciones que predeterminan la conducta del jurado, que debe decidir si son culpables o inocentes. Con seguridad no recibirán el trato amable que dispensaron a los terroristas reclutados por el gobierno de ese país para destruir el avión de Cubana con la totalidad de los que iban en él y cometer horribles crímenes contra nuestro pueblo, los cuales, incluso, violaron las leyes de Estados Unidos cometiendo numerosos actos terroristas deleznables en su propio territorio.
Ya desplegaron la campaña contra el matrimonio. Los presentan como traidores que pueden ser sancionados a 35 años de cárcel, que tendrán que cumplir hasta una edad de más de 100 años. Los fiscales podrán instrumentar sus habituales maniobras buscando objetivos políticos.
Todo el enredo lo han armado después que Obama tomó posesión de la presidencia de Estados Unidos. Tal vez influyó en el arresto no solo el tremendo revés sufrido en San Pedro Sula, sino también las noticias de que se estaban produciendo contactos entre los gobiernos de Estados Unidos y Cuba sobre asuntos importantes de interés común.
Ya un despacho de ANSA informó que Walter Kendall Myers declaró que trató de ser “muy prudente” a la hora de recoger y transmitir secretos para Cuba.
Otras publicaciones hablan de un diario ocupado a Gwendolyn. Si todo eso fuera cierto, no dejaré de admirar su conducta desinteresada y valiente hacia Cuba.
La confrontación con Estados Unidos es ideológica y nada tiene que ver con la seguridad de ese país.
Sin embargo, ayer mismo otros tres despachos de las agencias noticiosas informaban sobre tres temas que sí tienen mucho que ver con la moral política y la seguridad de Estados Unidos:
La agencia AFP: “Una nueva discusión surgió el viernes cuando legisladores demócratas acusaron a opositores republicanos de revelar información secreta sobre técnicas de tortura divulgada durante una sesión a puertas cerradas en el Congreso.
“La representante de Illinois, Jan Schakowski, señaló que ‘todo el mundo en la comisión entiende lo que implica una audiencia a puertas cerradas’.
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