Daynet Rodríguez Sotomayor
Como trasfondo de la guerra civil en Ucrania, un interesante escenario de reconfiguración de las relaciones internacionales, existen fuertes intereses geoestratégicos y geopolíticos, que como fichas en un juego de ajedrez, están pulsando el conflicto.
Por ejemplo, lo que muchos medios ya llaman la guerra de los gasoductos. Hoy RT cita las declaraciones de un politólogo ruso, Yevgueni Satanovski, sobre el torpedeo constante de EE.UU. y la Unión Europea al gasoducto South Stream, una noticia que en realidad no sorprende a nadie pero sí añade elementos al análisis.
Según el experto, Washington y Bruselas utilizan todas las medidas posibles para obligar a Rusia a mantener el tránsito de gas natural a través de Ucrania y debilitar así sus posiciones. Si Rusia sigue suministrando gas a Europa a través de Ucrania, de manera directa o indirecta el financiamiento correrá a cargo de Moscú, que va a encontrarse desde el punto de vista militar y político en la órbita de Washington y Bruselas.
"El gasoducto Nord Stream funciona y no se puede suspender su tránsito, pero en cambio el South Stream es 'torpedeado' por la Comisión Europea y el Departamento de Estado de EE.UU. de todas las maneras posibles", agrega el analista.
¿Cuáles son los gasoductos "en guerra", para entender un poco el fenómeno? Son básicamente, tres. De un lado, el proyecto Nord Stream, ya concluido, que conecta Alemania y Rusia a través del Mar Báltico y constituye la principal fuente de suministros energéticos hacia Europa. Como resultado, la empresa rusa Gazprom vende el 41% del consumo de gas europeo.
De otro lado, está el proyecto Nabucco, impulsado por Estados Unidos. Consiste en la construcción de un gasoducto que recoge el gas del Mar Muerto, pasa por Turquía (donde se almacenaría), y recorre siete países de la Unión Europea hasta llegar a Italia.
Y por último, el South Stream, un proyecto que compite directamente con el Nabucco porque tiene a grandes rasgos un recorrido similar. Parte de nuevo de Rusia, se ramifica en Bulgaria, hacia el sur pasa por Grecia e Italia y hacia el norte por Serbia, Hungría, Austria y Eslovenia. Concretamente, le aseguraría a Moscú el abastecimiento energético de Europa por encima del proyecto norteamericano gracias a unos mejores precios y a unas mejores alianzas en Medio Oriente, y ya ha conseguido acordar la venta de gas a países tan importantes como Inglaterra, Bélgica, Grecia e incluso Turquía y Francia. Incluso China con el acuerdo con Rusia daría un importante impulso al South Stream.
Con ese mapa virtual, es más fácil comprender las declaraciones de Satanovski, quien asegura que Occidente está haciendo hasta lo imposible para atraer el suministro del gas natural a la UE desde el Kurdistán iraquí e Irán, antes que estos logren conectarse al Southstream. Si Estados Unidos y la UE no logran impedir que se sumen al proyecto Southstream, sería nefasto para sus intereses y por el contrario, posicionaría fuertemente a Rusia, porque la convertiría en la principal potencia energética en gas natural del mundo.
DE ahí que para evitarlo, EEUU y la U.E conversarían hasta con el diablo: "Están dispuestos a aceptar de facto un Irán nuclear, igual que antes aceptó a la India y Pakistán, a cambio de atraer los hidrocarburos de este país en el transcurso de la guerra económica entre Occidente y Rusia", dice Satanovski. Por eso, las conversaciones y los plazos al Programa Nuclear iraní.
Como vemos, el escenario es complejo. Lo que a simple vista se nos vendió como un conflicto interno, de intereses comerciales pro-occidentales y pro-rusos, según las preferencias de uno y otro bando, tiene ramificaciones más profundas, que exceden desde un inicio las fronteras de Ucrania. El futuro, no solo del gas sino de las relaciones geoestratégicas y geopolíticas casi mundiales, se están decidiendo hoy allí en esa zona del planeta.
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