lunes, 2 de junio de 2014

Espionaje masivo de la NSA, ¿hegemonía en crisis?


Daynet Rodríguez Sotomayor


A mediados del 2013, el escándalo por el masivo espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional de Estados Unidos (NSA, por sus siglas en inglés) que destapara el contratista norteamericano Edward Snowden, sacudió, sin dudas, el entramado del sistema de Relaciones Internacionales. Salía a la luz un complejo aparato de fisgoneo electrónico, el Programa Prism, que durante años ha recopilado y “escuchado” las llamadas telefónicas de unos 35 lideres mundiales, la mayoría aliados de EE.UU., como el presidente francés François Hollande o la canciller alemana Angela Merkel; además de una puntillosa cibervigilancia sobre potencias emergentes como Brasil, organismos internacionales como las Naciones Unidas o la Organización Internacional de la Energía Atómica (OIEA), y sobre millones de ciudadanos en todo el mundo. Desde entonces, varias fuentes del gobierno norteamericano han intentado una y otra vez justificar este espionaje como parte de la labor de Inteligencia, uno de los instrumentos de la Política Exterior de los estados.

Por ejemplo, Lisa Mónaco, asesora presidencial de contraterrorismo y seguridad nacional, afirmó que la recolección de información es algo que hacen todas las naciones y que los estadounidenses “recopilan la misma clase de inteligencia que otros países”, mientras que Mike Rogers, el presidente del Comité de Inteligencia de la Cámara de Representantes y legislador por Michigan, calificó de “cínicas” las protestas de los países europeos. “Esta idea de que vamos tras de alguien cuando la realidad es que es protección legítima de nuestros intereses nacionales es cínica”, sostuvo Rogers. En las sucesivas revelaciones de Snowden también se conoció un interesante dato: grandes corporaciones informáticas como Microsoft y Apple, y redes sociales como Facebook, habían colaborado activamente con la Agencia de Seguridad Nacional en el espionaje. La crisis llegó hasta las Naciones Unidas, donde se generó un debate que aún continúa.

¿Cómo explicar este fenómeno desde la Teoría de las Relaciones Internacionales? El tema, sin dudas, amerita diseños de investigación más profundos, con análisis del discurso del gobierno estadounidense (doctrinas, plataformas y concepciones de la Política Exterior), así como una exhaustiva revisión de las fuentes y delimitación del objeto de estudio. Cuando se abordan los Instrumentos de la Política Exterior de la asignatura, incluso, este caso es ejemplar para explorar los límites en las labores de Inteligencia. Pero podría intentarse una aproximación explicativa, desde algunas categorías de análisis, de enfoques y paradigmas teóricos de las Relaciones Internacionales.




En un primer nivel de análisis habría que acudir al paradigma realista, predominante en la disciplina, y que como bien nos recuerda la investigadora Mónica Salomón, es “inspirador de la política exterior norteamericana”. Es inevitable conectar la necesidad de EE.UU. por el poder con esa visión realista de las relaciones internacionales como una lucha, precisamente, de poder. Según el profesor Tomassini, se trata de “una lógica del uso del poder para la adquisición de más poder, o de otros valores”. Esther Barbe, en su ensayo sobre la vigencia de la obra de Hans Morgenthau, clásico del realismo, nos advierte, además, que “poco ha cambiado la concepción de los nuevos realistas respecto de la obra clásica del realismo en Relaciones Internacionales”. Aún cuando el modelo de Morgenthau corresponde al período de la Guerra Fría, una categoría principal de su análisis: el interés nacional y su defensa, como objetivo fundamental de la política exterior, parece estar muy vigente y es muy socorrida en el discurso, como se aprecia en la cita anterior del legislador Rogers y en una confesión reciente de la Agencia de Seguridad Nacional: la recopilación masiva de datos está “legalmente autorizada” por una orden presidencial de 1981, del entonces presidente estadounidense Ronald Reagan, que autoriza a las agencias de inteligencia a servirse de "todas las medidas posibles que se apliquen bajo la ley de Estados Unidos  "para recopilar información de la inteligencia extranjera que sea importante para el interés y la seguridad nacional”. Sin embargo, la visión estatocéntrica del modelo de Morgenthau se queda estrecha para explicar un fenómeno en el que intervienen multiplicidad de actores, no solo los estados. 

Desde la perspectiva neorrealista o del globalismo transnacional –que actualiza el enfoque, al criticarle su carácter estatocéntrico y subrayar que el Sistema Internacional está conformado también por otros actores y es cada vez más global– comienza a gestarse una visión un poco más cercana a la realidad. Salomón en su revisión del debate teórico neorrealismo-neoliberalismo en las Relaciones Internacionales, apunta que los primeros no conciben que las instituciones internacionales sean capaces de regular el sistema, por lo que este punto de vista, o desconfianza, pudiera sustentar la vigilancia a organismos multilaterales como las Naciones Unidas. De hecho, estas son consideradas por Estados Unidos como adversarias en la lucha global por el control del planeta, y por lo tanto, también son objeto de su permanente vigilancia. En Naciones Unidas, por ejemplo, los espías estadounidenses se interesan por cuatro áreas temáticas: los objetivos de política exterior; crímenes de guerra; medio ambiente y materias primas. Por otra parte, al entender que “la cooperación es más difícil de lograrse y mantenerse y es más dependiente de las relaciones de poder” y que “los estados, al iniciar la cooperación con otros estados buscan ante todo mejorar su posición reactiva frente a los demás”, esta corriente podría ayudar en el análisis de las alianzas de Estados Unidos con el Reino Unido y sus respectivas agencias de seguridad en el espionaje. Mientras, los profesores Hormazábal y Carreño, en su Introducción a la Teoría de las Relaciones Internacionales citan a un par clásico de esta corriente, Kehoane y Nye, quienes apuntan algunos elementos para empezar a entender la complicidad estado-corporaciones (EE.UU.- Microsoft, Apple, Google) cuando escriben sobre “la creación de nuevos instrumentos de influencia que los gobiernos pueden utilizar respecto a otros, por ejemplo, la búsqueda de apoyo de los inversionistas en su política exterior” y “la aparición de actores internacionales no gubernamentales autónomos o cuasi-autónomos con políticas exteriores privadas que pueden deliberadamente oponerse o determinar las políticas estatales”.

Sin embargo, al haber, por una parte, agentes activos en las relaciones transnacionales (grupos o individuos) que persiguen la satisfacción de sus intereses y que actúan desde posiciones de fuerza o hegemonía ya adquiridas, y agentes pasivos con un menor grado de desarrollo y en situación de dependencia, parece indiscutible que tales relaciones contribuyen a acentuar  la  dependencia o explotación y los conflictos internacionales ya existentes, como apunta el estudios Celestino del Arenal.

Un enfoque marxista que pudiera aportar mucho es el análisis de sistemas de Inmanuel Wallerstein, sociólogo e historiador norteamericano. Con la Teoría de la Dependencia como correlato -que introdujo la relación centro-periferia desde el punto de vista económico para luego entender, básicamente, la realidad latinoamericana- Wallerstein introduce una categoría de análisis esencial para entender el mundo de hoy: al centro y la periferia le agrega una semi-periferia. En primer lugar, los sistemas-mundo de análisis significaron ante todo la sustitución de la unidad de análisis “estado-nacional” (tan consustancial al realismo como vimos anteriormente) por la unidad de análisis “sistema-mundo”. La colocación del guión indicaba que no se estaba haciendo referencia a sistemas, economías o imperios de todo el mundo, sino a sistemas, economías e imperios que constituían un mundo. Y en el sistema-mundo-moderno, la economía-mundo-moderno es una economía-mundo-capitalista, marcada por una división axial del trabajo entre procesos centrales y periféricos, cuyo resultado es un intercambio desigual que favorece a los involucrados en los procesos de producción centrales.
 
“¿Qué es lo que convierte a un proceso de producción en central o periférico?, se preguntaba Wallerstein interrogando a sus antecesores. La respuesta estaba en el grado en el cual cada proceso particular era relativamente monopolizado o de libre mercado. Los procesos que eran relativamente monopolizados eran mucho más gananciosos que aquellos que eran de libre mercado. Esto volvía a los países en los que se ubicaban los procesos centrales más solventes. Y dado el poder desigual de los productos monopolizados vis-á-vis los productos con muchos productores en el mercado, el resultado último del intercambio entre productos centrales y periféricos era un flujo de la plusvalía (queriendo decir en este caso, una gran parte de las ganancias reales de múltiples producciones locales) hacia aquellos estados que tenían un mayor número de procesos centrales.

Wallerstein describe la economía-mundo como una gran zona geográfica donde existe una división del trabajo y por tanto, un intercambio significativo de bienes y servicios sin un centro, y no hay homogeneidad política y cultural, aunque sí una geocultura, es decir patrones culturales comunes. Luego señala que el sistema-mundo-capitalista requiere una relación fuerte entre productores económicos y quienes detentan el poder político, y eso me parece muy interesante a la hora de relacionar el maridaje gobierno-agencia de seguridad- monopolios de la comunicación, en este caso. Primero, porque como requieren de la protección de dichos estados fuertes en el sistema-mundo, pues es posible encontrar el asentamiento geográfico de dichos monopolios –el Microsoft, de Bill Gates o el Apple de Steve Jobs– en Estados Unidos. En ese sentido es ilustrativo que la mayoría de las casas matrices de los principales monopolios mundiales se concentren en dicho país, que ha detentado, y de cierta forma detenta, la hegemonía. Esto significa, parafraseando a Wallerstein, que Estados Unidos  a mediados del siglo XX logró establecer “las reglas del juego, dominó la economía, obtuvo sus objetivos políticos con un mínimo de fuerza y formuló el lenguaje cultural de una época”. Siguiendo el hilo del discurso de Wallerstein, la relación gobierno-monopolios, como dos instituciones básicas del sistema-mundo-capitalista, debe entenderse desde ciertos rasgos, como por ejemplo, que ambos actores, empresarios y estados (fuertes, centrales) imponen reglas, crean leyes, deciden los costos, etc, y sobre todo, en materia de Política Exterior, usan su poder para defenderlas y defenderse, mutuamente. Así, los estados más fuertes pueden intervenir más fácilmente en los más débiles en una relación de presión. ¿Para qué Estados Unidos quiere recopilar millones de llamadas diarias de ciudadanos, empresas, estados? Siguiendo el axioma de que la información es también poder, y el esquema de Wallerstein de la relación presionante, podría interpretarse este fenómeno como un intento de perpetuar esa hegemonía en crisis.

El análisis de Wallerstein resulta útil también para explicar el comportamiento entre estados centrales, horizontalmente, o entre estados centrales y semi-periféricos, verticalmente. En el primer caso, situaría el espionaje de Washington a sus aliados. Los documentos presentados por Snowden demuestran que la Agencia de Seguridad Nacional vigiló tanto a sus aliados dentro y fuera de la Unión Europea –Alemania, principalmente, y Francia, entre otros–, como a los países no pertenecientes a la UE, incluidos aliados cercanos no anglosajones, como Japón, todos estados fuertes. Con el control del ciberespacio los estadounidenses buscan principalmente lograr un objetivo estratégico tradicional que consiste en obtener el dominio geopolítico sobre los "grandes espacios”, pero desde la perspectiva de Wallerstein se puede contextualizar con su manera de ver las relaciones entre estados fuertes: rivales entre sí y que cargan sobre sus hombros la responsabilidad de defender, cada uno, empresas rivales. Así, Estados Unidos mantiene una estrecha vigilancia sobre Alemania y otros, y al mismo tiempo conserva, en su interacción en otras esferas del Sistema Internacional, la unidad, por el interés de sostener el sistema-mundo-moderno. De ahí que continuamente son empujados a estos períodos de contradicción y colaboración a la vez (aquí es ejemplar la colaboración entre la propia Agencia de Seguridad Nacional, y el Centro de Comunicaciones del Gobierno británico –GCHQ, por sus siglas en inglés–, para acceder a los protocolos de seguridad de la información más conocidos y supuestamente más fiables del mundo, entre ellos el protocolo SSL).

Sin embargo, la vigilancia más persistente por parte de la agencia no se realizó contra sus aliados sino contra potencias emergentes, como China, Brasil, India, es decir, los BRICS. En el esquema de análisis de Wallerstein se corresponderían con los países semi-periféricos, que son aquellos en los que conviven características centrales y periféricas, y constituyen siempre una amenaza latente por su deseo de elevar su status de productor, acumulador de capital y de fuerza militar. Los semi-periféricos, según Wallerstein, compiten entre sí y con los fuertes para el logro de ese objetivo y esa rivalidad interestatal toma la forma de equilibrio de poder, de ahí que Washington considera a estos países como Estados 'que cambian de juego' ('game changers'), capaces de tener un impacto significativo en el equilibrio del poder existente en el mundo y como amenazas para una hegemonía cada vez más en decadencia.

Desde otras teorías sistémicas hubiera sido interesante el análisis, por ejemplo, de las líneas de control intrahegemónicas, propuestas por el investigador Luis Dallanegra,  para intentar encontrar respuestas a qué puede hacerse desde el Sur para resistir y defenderse de este fisgoneo electrónico, que es solo un ejemplo de los intentos del centro por mantener su poder y hegemonía.

El fenómeno del espionaje, que ciertamente ha creado una crisis al menos momentánea en el Sistema Internacional, puede verse desde muchas perspectivas según los propósitos de cada investigador, y llevaría un análisis más exhaustivo. En mi criterio desde el enfoque teórico marxista de Wallerstein es posible visualizarlo mucho más claramente, en cuanto a esquemas de dominación y hegemonía. El poder desmesurado que Estados Unidos se arroga, junto con las capacidades de espionaje de la Agencia de Seguridad Nacional, es la consecuencia de la situación en la que se encuentra la potencia americana hoy: la de un Estado económicamente en crisis, en quiebra en el plano fiscal, que, al mismo tiempo debe hacer frente al ascenso de potencias emergentes y al retorno de la potencia alemana al centro del poder mundial. Estados Unidos busca, a través del ciber-control mundial, invertir este ineluctable declive empleando una de las armas más poderosas del presente y el futuro: la información.

Bibliografía:

-Barbe, Esther: El papel del Realismo en las Relaciones Internacionales. (La teoría de la política internacional de Hans J. Morgenthau). Bibliografía de clase
-Definición de geopolítica. De Wikipedia, la enciclopedia libre. Bibliografía de clase
-Del Arenal, Celestino: Introducción a las Relaciones Internacionales. Edit. Tecnos, Madrid, 1990.
-Del Arenal, Celestino: Poder y Relaciones Internacionales: Un análisis conceptual.
Bibliografía de clase
-El espionaje y las relaciones entre Estados Unidos y la Unión Europea. -http://www.equilibriointernacional.com/2013/10/espionaje-estados-unidos-union-europea.html
-Hormazábal, Ricardo y  Eduardo Carreño: Introducción a la Teoría de las Relaciones Internacionales. Bibliografía de clase
-http://actualidad.rt.com/actualidad/view/109843-lecciones-geopolitica-revelaciones-eeuu-snowden
-Morgenthau, Hans: Politics Among Nations. Edit. Alfred Knoph, New York, 1964
-Salomón González, Monica: La teoría de las Relaciones Internacionales en los albores del siglo XXI: diálogo, disidencia, aproximaciones. Bibliografía de clase
-Wallerstein, Inmanuel: The Capitalist World - Economy. Edit. Cambridge University Press, New york, 1984.
-Wallerstein, Inmanuel: Análisis de Sistemas – Mundo Una introducción. Bibliografía de clase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario