miércoles, 25 de junio de 2014

¿Es posible salir del subdesarrollo desde el Capitalismo? La Teoría de la Dependencia desde la perspectiva de Theotonio Dos Santos.


Daynet Rodríguez Sotomayor

“Es América Latina, la región de las venas abiertas. Desde el descubrimiento hasta nuestros días, todo se ha trasmutado siempre en capital europeo o, más tarde, norteamericano, y como tal se ha acumulado y se acumula en los lejanos centros de poder. Todo: la tierra, sus frutos y sus profundidades ricas en minerales, los hombres y su capacidad de trabajo y de consumo, los recursos naturales y los recursos humanos. El modo de producción y la estructura de clases de cada lugar han sido sucesivamente determinados, desde fuera, por su incorporación al engranaje universal del capitalismo. A cada cual se le ha asignado una función, siempre en beneficio del desarrollo de la metrópoli extranjera de turno, y se ha hecho infinita la cadena de las dependencias sucesivas, que tiene mucho más de dos eslabones, y que por cierto también comprende, dentro de América Latina, la opresión de los países pequeños por sus vecinos mayores y, fronteras adentro de cada país, la explotación que las grandes ciudades y los puertos ejercen sobre sus fuentes internas de víveres y mano de obra. (Hace cuatro siglos, ya habían nacido dieciséis de las veinte ciudades latinoamericanas más pobladas de la actualidad)”.

“Para quienes conciben la historia como una competencia, el atraso y la miseria de América Latina no son otra cosa que el resultado de su fracaso. Perdimos; otros ganaron. Pero ocurre que quienes ganaron, ganaron gracias a que nosotros perdimos: la historia del subdesarrollo de América Latina integra, como se ha dicho, la historia del desarrollo del capitalismo mundial. Nuestra derrota estuvo siempre implícita en la victoria ajena; nuestra riqueza ha generado siempre nuestra pobreza para alimentar la prosperidad de otros: los imperios y sus caporales nativos. En la alquimia colonial y neocolonial, el oro se transfigura en chatarra, y los alimentos se convirtieron en veneno”.

Quien escribía estas palabras no era un economista, sino un escritor preclaro del Sur excluido: el uruguayo Eduardo Galeano. Pero su propuesta ensayística, escrita en los años 70, encarnaba desde la literatura una creciente reacción al desarrollismo, e ilustraba los presupuestos de la Teoría de la Dependencia, nacida precisamente en el continente americano, tan ejemplar en siglos de saqueos, alteridad, y por ende, subordinación.

Según coinciden los estudiosos, los principales factores determinantes para el surgimiento de la  tesis dependentista fueron, más atrás en el tiempo, la crisis capitalista de los años 30, que agudizó la industrialización, “caracterizada por la sustitución de productos industriales, importados de las potencias imperialistas, por los producidos en industrias nacionales” (material del profesor), así como la combinación de la influencia que podía ejercer sobre América Latina el triunfo de la Revolución Cubana y el horizonte ideológico nuevo que brindó a la intelectualidad del continente, y la respuesta del gobierno de los Estados Unidos, la Alianza para el Progreso, que no por ello evitó, sino más bien aceleró el fracaso del modelo de desarrollo basado en la industrialización por sustitución que promovía la CEPAL.

“Fue una década importantísima –los sesenta- no sólo en Europa sino especialmente en América latina. En primer lugar por una razón práctica: es la década de la Revolución Cubana, cuando se consolida después de derrotar al imperialismo en Playa Girón y se define como socialista. Muchos pensaban que esta revolución, hostigada brutalmente por el imperialismo desde sus primeros días, no iba a sobrevivir por mucho tiempo; sin embargo, al promediar la década de los 60 ya hay indicios de que lo que estaba ocurriendo en Cuba era algo distinto y que, lejos de debilitarse, a medida que avanzaba la década se afianzaba cada vez más, lo que ejerció una enorme influencia no sólo en el medio intelectual sino en la política y en el imaginario público de nuestra región”, explica el politológo argentino Atilio Borón en su conferencia Teoría(s) de la dependencia, dictada en la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires (http://www.estudiosdeltrabajo.cl/wp-content/uploads/2008/12/teorias-de-la-dependencia-a1-boron.pdf). Y agrega también otros acontecimientos que marcan la década: termina el proceso de descolonización, se constata el agotamiento del desarrollismo, ocurre el Mayo francés, Paulo Freyre formula su concepción de la educación popular, es el Concilio Vaticano II, entre otros…

Todos esos factores, además de un profundo debate frente las teorías centroeuropeas que ya no alcanzaban a explicar, “desde abajo”, la realidad latinoamericana, dieron origen a esta corriente. El intelectual brasileño Theotonio dos Santos, uno de los más significativos exponentes de esa escuela de pensamiento, caracterizaba así el nacimiento: “La Teoría de la Dependencia, que surgió en la América Latina en los años 60, intenta explicar las nuevas características del desarrollo dependiente, que ya se había implantado en los países latinoamericanos. Desde los años 30, éstos se habían orientado en la dirección de la industrialización, caracterizada por la sustitución de productos industriales, importados de las potencias imperialistas, por los producidos en industrias nacionales. De inmediato, terminado el ciclo depresivo (caracterizado por dos guerras mundiales, una crisis global y la exacerbación del proteccionismo y el nacionalismo), se restablecía, a través de la hegemonía norteamericana, la integración de la economía mundial. El capital, concentrado en aquel momento en los Estados Unidos, se expandió hacia el resto del mundo en busca de oportunidades de inversiones que se concentraran en el sector industrial. En estos años de crisis, la economía norteamericana generalizó el fordismo como régimen de producción y circulación y dio inicio, incluso, a la revolución científico - tecnológica en los años 1940. La oportunidad de un nuevo ciclo expansivo de la economía mundial exigía la expansión de estas características económicas a nivel planetario. Esta fue la tarea que el capital internacional asumió, teniendo como base de operación la enorme economía norteamericana y su poderoso Estado Nacional, además de un sistema de instituciones internacionales establecido en Bretton Woods” (Santos, Theotonio dos. La teoría de la dependencia: un balance histórico y teórico. En libro: Los retos de la globalización. Ensayo en homenaje a Theotonio Dos Santos.  Francisco López Segrera (ed.). UNESCO, Caracas, Venezuela. 1998. ISBN: 9291430366. http://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/unesco/santos.rtf ).

La Teoría de la Dependencia tuvo otros nombres fundamentales como André Gunder Frank, Fernando Henrique Cardoso, Enzo Faletto, Vania Bambirra, Ruy Mauro Marini, Tomás Vasconi, Anibal Quijano, Orlando Caputo y Octavio Ianni. En una valoración muy general, ha constituido uno de los desarrollos creadores más importantes desde el marxismo y la teoría leninista del imperialismo, e incluso, desde el no-marxismo, a partir de una visión genuinamente latinoamericana y tercermundista. Pero también, ha sido una construcción teórica históricamente vilipendiada por los centros de pensamiento y los intelectuales al servicio del sistema de dominación continental y global. Cuestionada por su supuesto carácter reduccionista y su supuesta irrelevancia para explicar los procesos fundamentales del sistema internacional contemporáneo, demuestra, a la vez, presupuestos válidos y rescatables.

Principales postulados

La primera puntualización que habría que hacer es que si bien hemos hablado en nuestra introducción de una Teoría de la Dependencia, esta afirmación no es del todo completa. No se trata de un marco conceptual homogéneo, de una sola teoría, sino de muchos aportes de los estudiosos mencionados anteriormente, que tienen como eje central las siguientes ideas, pero que cada quien las desarrolló desde su propia perspectiva:

-El subdesarrollo está conectado de manera estrecha con la expansión de los países capitalistas industrializados.
-El desarrollo y el subdesarrollo son aspectos diferentes del mismo proceso universal del capitalismo.
-El subdesarrollo no puede ser considerado como la condición primera o punto de partida para el  proceso histórico del desarrollo.
-La dependencia, con todo, no es solamente un fenómeno externo, sino que se manifiesta también en diferentes formas de estructura interna (social, ideológica y política).

Como fruto de esa misma diversidad, en el seno del dependentismo se suscitaron numerosos debates, frente a los cuales quisiera destacar la posición de Theotonio Dos Santos. Sus investigaciones avanzaron dentro del contexto de los ciclos económicos del sistema capitalista, hacia el estudio de las multinacionales para comprender más profundamente el capitalismo monopólico y sus contradicciones, apoyado en los trabajos de Paul Baran y Sweezy; al tiempo que estudió las economías latinoamericanas tanto desde el sector exportador, como desde el industrial interno. Definió a la dependencia como “una situación en la cual un grupo de países tienen su economía condicionada por el desarrollo y expansión de otra economía a la cual la propia está sometida. La relación de interdependencia entre dos o más economías y entre éstas y el comercio mundial, asume forma de dependencia cuando algunos países (los dominantes) pueden expandirse y auto impulsarse, en tanto que otros países (los dependientes) sólo lo pueden hacer reflejo de esa expansión, que puede actuar positiva y/o negativamente sobre su desarrollo inmediato… “La dependencia está, pues, fundada en una división internacional del trabajo”.

Esa nueva división internacional del Trabajo tiene su raíz, según Dos Santos, en el ingreso masivo en particular de capitales norteamericanos que se ubicaron en las franjas más dinámicas y modernas de la industria de los países latinoamericanos. Por consiguiente, el sector de bienes livianos y durables, se concentraría a través de las filiales del Capital Transnacional, en los países “en desarrollo”, mientras que el sector de la industria pesada continúa monopolizado por los países “desarrollados” en especial los EEUU.

La Nueva División Internacional del Trabajo, tendría efectos sobre la estructura de nuestra América, en la cual, Dos Santos, marca tres consecuencias importantes:

a) La implantación de las corporaciones extranjeras (norteamericanas o europeas), bajo parámetros monopólicos, les permite tener amplias ganancias, sin necesidad de ampliar el mercado, lo que conllevaría a la destrucción de sectores precapitalistas que aún perduran en las economías de nuestro continente. Por lo tanto no tienen, el efecto “desarrollista” que se esperaba, ya que conviven las empresas monopólicas modernas con sectores precapitalistas. Las primeras, se alían al latifundio tradicional para aprovechar las condiciones de bajos salarios del sistema precapitalista y obtener altas ganancias, con una sobreexplotación de la mano de obra. Esas mismas ganancias, son remesadas a sus filiales de origen, produciendo una descapitalización de nuestras economías, no solo por lo remitido, sino porque los beneficios son superiores a las inversiones realizadas. Aquí se encuentra una primera contradicción: entre las necesidades del desarrollo de nuestros países y los intereses del gran monopolio, que intensifican en ellos, el desarrollo capitalista dependiente e hipertrofiado. Esta forma de desarrollo genera una situación de subdesarrollo de nuestros países, siendo cada vez más dependientes de los centros hegemónicos mundiales. Este concepto es central para el análisis de Dos Santos e implica un modo específico de producción capitalista y una forma de estructuración de la sociedad en América Latina.

b) El aumento de la dependencia económica del exterior da a su vez origen a una nueva contradicción, a mayor dependencia, menor necesidad objetiva de ella. Este fenómeno, encuentra explicación, en que al calor del desarrollo de la industria en América Latina, la producción se destina cada vez más, al mercado interno, pero el centro de las decisiones no se encuentra en el interior de nuestros países, debido al dominio del capital extranjero que hace a nuestras economías más dependientes. Paralelamente, ese mismo dominio, hace más integrada a la economía que domina, así como también al mismo tiempo, hace más innecesaria su presencia, en tanto que si se completara el proceso, con la instalación de la industria pesada, nuestro continente sería menos dependiente de los insumos del exterior. Hasta tanto, no se dé este proceso, perdurará la división entre países productores de bienes manufacturados y máquinas livianas y países que producen máquinas pesadas, lo cual también constituye una profunda distancia tecnológica entre ellos. Esta misma separación entre países hace más dependientes a los latinoamericanos de los EEUU y Europa. Dando lugar a la aparición de una nueva contradicción ya que el crecimiento de la industria de nuestro continente, es lento y anárquico, sin permitir la liberación de los insumos del exterior y continuando 9presos del comercio dentro del área dólar. La profundización de esta contradicción (señala Dos Santos), muestra la inutilidad estructural de la dominación extranjera y por lo tanto la falta de eficacia histórica del régimen socioeconómico que la mantiene. En tanto sale a luz, la falta de utilidad del monopolio extranjero, se cuestiona todo el régimen económico capitalista y dependiente.

c) Debido a la profundización de la contradicción anteriormente mencionada, aparece una radicalización política en aumento. El proceso de industrialización bajo la dirección del capital monopólico, hace que éste lidere a la clase dominante de las economías latinoamericanas, la cual se reformula, pasando la burguesía industrial a convertirse en socia menor de la corporación extranjera y la oligarquía tradicional se transforma en un sector casi residual. En tanto parte de las clases medias, son incorporadas en funciones gerenciales de las empresas transnacionales y se vuelven asalariadas del gran capital. Este tipo de bloque dominante abandona las posturas nacionalistas, produciendo una ruptura del sector industrial con los movimientos populares (que se expresaron en gobiernos populistas como el varguismo y el peronismo) apoyados en una ideología industrialista, nacionalista y desarrollista, bajo la protección de un Estado que amparaba también a los trabajadores. La reformulación del esquema de clases dominantes, hace que se replantee el movimiento popular y la burguesía busque nuevas formas de controlarlo, ya que debe sustituir al populismo y garantizar una ampliación de la tasa de ganancia, para que permita la formación de los capitales capaces de crear la gran industria pesada. Por ello acude a políticas de fuerza y Dos Santos ve en este punto la explicación de los golpes militares en América Latina iniciados en 1964, en Brasil. Cada vez más, la conservación del sistema necesitará de la aplicación de políticas represivas para aplacar la radicalización.

Las consecuencias mencionadas del nuevo Orden Internacional para América Latina se condensan, según el análisis de Theotonio Dos Santos, en el Modo de Desarrollo Capitalista Dependiente, en cuyo interior coexisten, numerosas contradicciones.

En primera instancia, el mencionado desarrollo, tiene un carácter doblemente explotador, dado que por un lado, la clase dominante se apoya en una tecnología y un sistema de relaciones socioeconómicas, generado en otro contexto, que por tanto posee un poder superior sobre la capacidad productiva local a su vez que aprovecha el bajo nivel de exigencias de los trabajadores del país dominado. Por el otro, gran parte de la acumulación de capital, sale al exterior, hacia las casas matrices de las Transnacionales, impidiendo la inversión y consumo dentro del sistema. La doble explotación señalada se traduce en un desarrollo capitalista excluyente, ya que solo una minoría de la población es incorporada, quedando al margen la mayor parte de ella.

En segunda instancia, la dependencia es además, la forma en que se vincula Latinoamérica al mundo, así como también, es la situación que condiciona su propio desarrollo –el desarrollo capitalista dependiente-. Este posee leyes propias, las cuales son objeto de investigación en la obra de Dos Santos, quien marca que la falta de comprensión de las mismas llevó a la Ciencias Sociales en nuestro continente, a esperar que se repitieran los estadios evolutivos, por los cuales pasaron los países capitalistas avanzados.

Dos Santos hace un énfasis importante en la necesidad de comprender el sistema capitalista mundial y dentro de él la forma particular de desarrollo de América Latina –con sus propias leyes-, como primer paso, para plantear después la superación del sistema dependiente, causa de la profunda Crisis que ya se anunciaba, cuando daba a luz a su obra

En el texto “Socialismo o Fascismo. El nuevo carácter de la dependencia y el dilema latinoamericano”, escrito en 1972, define al sistema de relaciones mundiales intercapitalistas como un “proceso de integración monopólica mundial”, caracterizado por la participación de todas las potencias capitalistas, bajo el control hegemónico de EEUU, en base a la ideología de la unidad del mundo occidental y cristiano, frente a un enemigo en expansión: el socialismo. El proceso al que alude Dos Santos se basa en la gran empresa monopólica multinacional y conglomerada, estudio que aborda desde las investigaciones previas de Paul Sweezy y sobre la cual marca aspectos esenciales como: operatividad mundial (con base en EEUU); posesión de flujo de capitales superior a las posibilidades de inversión, los que utilizan financieramente; coordinación de diferentes actividades económicas; acción especulativa para monopolizar sectores económicos y maximizar su lucro, entre otros.

En nuestro continente, según Dos Santos, la Crisis que acaece desde fines de los setenta, se enraíza en tres fenómenos causados por las empresas multinacionales:

a)    El carácter expansivo de estas empresas, entra en choque con las limitaciones del mercado latinoamericano (en tanto su estructura de autoconsumo y exportación)

b)    La inversión de los conglomerados internacionales, es a través de la transferencia de tecnología ya superada, en los países centrales. La cual produce un importante ahorro de mano de obra. La consecuencia de esta inversión, es un desequilibrio entre el crecimiento de la producción y las oportunidades de trabajo, generando vastos sectores marginados. La situación deviene en problemas de gobernabilidad. Por lo cual la clase dominante, acude alternativamente a la reforma o la represión, para la sobrevivencia del sistema.

c)    El interés de las transnacionales esta en maximizar la ganancia mundial a corto plazo, por ello invierten en empresas lucrativas, de diferentes sectores, sin intención de ampliación de los mercados nacionales.

La conjunción de estos fenómenos ocasionados por el accionar de los conglomerados monopólicos, en los mercados vulnerables y restringidos de América Latina, originan un profundo desequilibrio económico, político y social. Por estas mismas razones, explica Dos Santos, el Capitalismo Dependiente profundiza más rápidamente las contradicciones del capitalismo en general y da lugar a su vez a contradicciones específicas. En su crisis general se combinan: la del sector externo, junto con el sector tradicional o latifundista y la del sector capitalista industrial. El primero, porque muestra un déficit permanente en la “balanza de servicios” debido al peso del pago de fletes (a causa de la ausencia de una flota mercante nacional) y en la de Capital, generado por la remesa de las ganancias al exterior de las transnacionales. Ambos déficits, son compensados con el pedido de préstamos al exterior -los cuales fueron generando el endeudamiento de Latinoamérica-. En el caso del sector tradicional exportador perdura y a su vez se transforma en el proveedor de divisas, para el desarrollo del sector capitalista industrial, -en tanto este requiere de la importación de maquinarias y materias primas para su establecimiento-. Al mismo tiempo representará el principal sector de consumo de los productos industriales, por lo cual, el moderno sector industrial, será dependiente del viejo sector exportador, generando en las formaciones sociales de nuestro continente: relaciones complementarias e interdependientes. La ambigüedad, que marca Theotonio Dos Santos, como rasgo peculiar de la estructura de América Latina, radica en que si bien el sector latifundista exportador está en crisis: económica (por la desvalorización de los productos primarios y el avance de los industriales), política (por el desplazamiento dentro de la alianza dominante de las viejas oligarquías agrarias o mineras, a un lugar secundario), social (por la incapacidad de absorber la mano de obra liberada por el desarrollo tecnológico) e ideológica (por la pérdida de autoridad y legitimidad del modelo de estado liberal que estos sectores sustentaban), mantiene el poder suficiente -en tanto proveedor de divisas para el sector industrial- para obligar a los otros sectores de la clase dominante a optar entre políticas que la beneficien como tal o las propuestas por los movimientos populares. En el caso del Sector Industrial, su carácter dependiente del sector tradicional, lo pone en crisis frente a su política de reforma y modernización de la estructura social.

A las contradicciones específicas de las formaciones capitalistas dependientes, Dos Santos agrega las correspondientes al carácter cíclico de acumulación de capital en cada país. En relación a este proceso, plantea que es en función del acrecentamiento del dinero invertido que el sistema capitalista se mueve, por lo tanto la tasa de lucro jugará como elemento decisivo a la hora de mantener o retirar la inversión.

De esta manera, la existencia del sistema como tal, sufre periódicas crisis, que son intrínsecas al proceso de acumulación y tienen como consecuencia, la reducción de la tasa de ganancia. En cuanto a las causas que las originan, son bien distintas y pueden clasificarse como: Crisis de Realización y Crisis de Sobreproducción.

Ambas implican una ruptura del proceso de circulación y el surgimiento de una depresión económica, la cual producirá posteriormente, los ajustes necesarios para el inicio de una nueva fase de acumulación. En el caso del Capital Monopolista que caracteriza, la estructura económica de Latinoamérica, produce la profundización del ciclo capitalista que hemos descrito y sus consiguientes etapas: ascenso, crisis, depresión, estabilización y ascenso.

Mientras Fernando Henrique Cardoso y Enzo Faletto, dos importantes autores dependentistas, se manifestaron a favor de un posible desarrollo nacional independiente y concluyeron que era posible la industrialización sostenida de la periferia, aunque se trataría de un desarrollo con distorsiones y deformaciones económicas y sociales, como señala el profesor y economista Ernesto Molina en el material de clase, Dos Santos fijó su perspectiva en el debate: “…la profunda crisis latinoamericana no puede encontrar solución dentro del capitalismo. O se avanza evolucionaria y decididamente hacia el socialismo y se abre un camino de desarrollo y progreso para las amplias masas de nuestros países, o se apela a la barbarie fascista, única capaz de asegurar al capital las condiciones de supervivencia política por un cierto tiempo para que pueda continuar su desarrollo dependiente basado en la superexplotación de los trabajadores, la desnacionalización de nuestra economía, la exclusión de vastos sectores de la pequeña burguesía, la aventura exportadora en detrimento del consumo de las masas nacionales. Tal tipo de “desarrollo económico” solo podrá imponerse en base a la mas bárbara tiranía”.

En su análisis había dos antípodas: socialismo o fascismo. En su contexto histórico, e incluso en tiempos más recientes, ¿puede hablarse de completamente fallida esta visión? Pienso que no, máxime cuando el análisis lo hacemos desde Cuba, donde todavía el ideal socialista, desde cualquier teoría que se promulgue, siempre es bien recibido. Dos Santos planteaba muy claramente, a finales de los años 60, que esta vía de desarrollo capitalista con creciente exclusión social, marginación, dependencia externa y vulnerabilidad, requería de un sistema político cada vez más autoritario. Concluía por eso que, si no se pone en marcha un modelo poscapitalista tendencialmente orientado hacia el socialismo, el fascismo reaparecería en estas tierras bajo un nuevo ropaje”. Los golpes de estado de Chile, Argentina, los regímenes centroamericanos, el Caracazo en Venezuela, de alguna manera le dieron la razón. Estos y otros hechos, fueron evidencias de un nuevo fascismo instaurado en Latinoamérica, fuertemente ligado a esa otra corriente económico-social: el neoliberalismo. Por otro lado, si bien la experiencia socialista no ha sido del todo exitosa en la esfera económica, sí plantea, en la agónica construcción de ese Socialismo del siglo XXI que tanto propugnaba Hugo Chávez, la expansión y el desarrollo de las fuerzas productivas, así como formas liberadoras de la vieja condición dependiente. Por otro lado, Borón añade una pregunta interesante al cuestionamiento de si puede haber desarrollo capitalista en el continente cuando escribe: “pese al tiempo transcurrido ¿se han transformado la Argentina, el Brasil o México en países de capitalismo desarrollado?” Aún cuando en algunos casos pugnen por ser hoy semiperiféricos, concuerdo con el propio Borón al plantear: “creo que la línea capitalista para el desarrollo de la periferia está agotada. Lo más que podemos aspirar es a tener ciclos de crecimiento económico, como tiene la Argentina, y de manera más moderada el Brasil, como tiene México, pero que perpetúan -y en muchos casos agravan- los problemas del atraso, la exclusión social, la injusticia, la conflictividad, la vulnerabilidad externa. La evidencia demuestra que en estos países, a pesar de sus elevadas tasas de crecimiento económico, no se ha logrado resolver ninguno de los problemas básicos que una economía desarrollada se supone tiene que solucionar. Entonces, este tipo de discusión, que ya estaba planteada hace 40 años, cuando Theotonio dos Santos decía socialismo o fascismo de alguna manera se reinstala en el debate actual en momentos en que salen a la luz formas cada vez más violentas de explotación económica, subordinación social y dominación política y que autores como el sociólogo portugués Boaventura de Sousa Santos habla de la multiplicación de formas de control fascista en los capitalismos contemporáneos”. Más interesante aún se torna su propuesta, cuando el mismo Theotonio propuso atender y diferenciar las condiciones de cada país y sus particulares dependencias, una idea muy atractiva para el propio Socialismo del Siglo XXI, que intenta tener en cuenta, en cada nación, su “propia historia, sus tradiciones (incluyendo las religiosas e indígenas), sus mitos, sus héroes, aquellos que han luchado por un mundo mejor, y las capacidades individuales que las personas han desarrollado en el proceso de lucha, como apunta el investigador cubano Gilberto Valdés en su artículo Socialismo del Siglo XXI: Desafíos de la sociedad “más allá” del Capital. No solo Venezuela, sino Ecuador, Bolivia, Nicaragua, son ejemplos de esa diversidad en cuanto a procesos políticos nacionales, liberadores, antiimperialistas y cada uno ha ensayado sus propias salidas.

Cuestionamiento y revitalización

Algunos autores señalaron en su momento las contradicciones, e incluso, las réplicas que en el mismo seno del llamado neomarxismo suscitaron las propuestas de estas ideas de Dos Santos y otros. Por ejemplo, la pretendida exclusión que establece el antagonismo socialismo-fascismo. Y por otro lado, el contexto de los 80 y los 90 preparó el “acta de defunción” de muchas de las teorías dependentistas. “Al comenzar la década del noventa, el cortejo fúnebre de la teoría de la dependencia se nutría por derecha y por izquierda. Desde para­digmas eurocéntricos, se atacaba la “mitología tercermundista” y se re­clamaba a los dependentistas por ausencia de “universalidad”.

El propio Theotonio reconocía, en una entrevista concedida al economista mexicano José Guadalupe Gandarilla Salgado, algunas limitantes en el análisis y la correlación de la Teoría de la Dependencia, por ejemplo, con el sistema-mundo, desarrollado por Inmanuel Wallerstein: “La respuesta de Immanuel y su grupo ha sido siempre que se trataba de un subsistema. No llegaba a ser un contrasistema, sino que cumplía ciertos roles dentro de ese sistema mundial, a través de la Guerra Fría y de acuerdos básicos que se establecieron sobre todo en la Segunda Guerra Mundial. Es una línea de pensamiento con un impacto bastante grande en la academia americana, con una cantidad de estudios muy grande, no sólo del Fernard Braudel Center sino de otros estudiosos de Estados Unidos. Otra línea es la que sigue Samir Amín, desde Africa, que también desarrolla esa temática pero da más énfasis a los problemas de la evolución no sólo de Africa sino del Tercer Mundo en general. El libro de Samir sobre la acumulación mundial es parte de este proceso. El otro grupo estaba en el Centro de Estudios Económicos que yo dirigía en Chile, con André Gunder Frank, con Ruy Mauro Marini... Si bien dábamos mucha importancia a los estudios sistemáticos de la economía mundial, quedamos bajo la presión de los acontecimientos. Ruy Mauro intentó dar la visión del capitalismo dependiente con categorías más abstractas. Yo trabajé sobre el imperialismo como sistema mundial. Nuestro programa era estudiar la economía mundial como un todo, un modo de producción capitalista, pero con tres formaciones sociales: la del capitalismo contemporáneo, el socialismo y los países de las economías dependientes, que tenían muchas diferencias entre sí pero servían de base de esta economía mundial. En esa línea trabajábamos. Si bien no lo tratábamos con tanta claridad, también nosotros veíamos el sistema mundial como sistema único, aunque tratábamos en el caso de la Unión Soviética y de los países del campo socialista con más especificidad que Immanuel, le reconocimos más importancia y un contenido transformador más significativo. Pero también veíamos el tipo de socialismo que se produjo como parte de un sistema mundial capitalista”.

Es cierto que el destino de las teorías de la dependencia también estuvo marcado por factores externos: el golpe de Estado contra el socialismo chileno, la derrota de las experiencias guerrilleras, la caída del Muro de Berlín y la hegemonía mundial norteamericana. Pero igualmente aportó su dosis mortífera esta lectura que se difundió has­ta convertir al dependentismo en un paradigma “mecánico”, “simple”, “incoherente” o “desvencijado”. Pero, ¿las ambigüedades de esta construcción teórica abierta, diversa, heterogénea, incluso la acusación de ser un diagnóstico solo regional, son suficientes para justificar la idea de un paradigma obsoleto?

Más bien la acusación de simplista parece haber sido una salida acuñada desde una mirada de reojo a un conjunto teórico que apuntaba a desentrañar los esquemas de dominación y promovía, en buena medida, un cambio sistémico. Quizás esa puede ser una explicación, no la única, de esta creencia despreciativa.

En ese sentido, resulta interesante la consulta del artículo La dependencia de Theotonio, de André Gunder Frank, uno de los clásicos de la Teoría, quien en este comentario de La teoría de la dependencia: Balance y Perspectivas de Theotonio dos Santos, escribe: “Una de las caricaturas más absurdas que de los dependentistas se hizo, es la de que se olvidan de las condiciones y relaciones 'internas' de un país para enfocarse tan solo en la dependencia 'externa'. Theotonio muestra que nuestra tesis fue más bien la contraria. Además, sería absurdo que los dependentistas no estudiaran sus propias sociedades, pues como también anota Theotonio, ellos han sido predominantemente sociólogos”.

Siguiendo el hilo de la posible revitalización, una pregunta es sumamente pertinente: ¿Ha desaparecido la dependencia? El propio Atilio Borón señala que nuestros estados son hoy mucho más de­pendientes que antes, agobiados como están por la deuda externa y por una “comunidad financiera internacional” que en la práctica los despoja de su soberanía, al dictar políticas económicas dócilmente implementadas por los gobiernos de la región. En estas condiciones de “intensificación sin precedentes de la heteronomía nacional”, las teorizaciones sobre la dependencia son desestimadas como “anacro­nismos” cuando, en realidad, ellas han adquirido una “vigencia ma­yor aún de la que alcanzaron a tener en la década de los sesenta”. Mientras la  cayeron vertiginosamente en desuso, las realidades del imperialismo han sido más vívidas e impresionantes: la década del 2000 fue particularmente ilustrativa, sobre todo en su primera mitad: cacerolazos en Argentina, sucesivos cambios de gobierno en Bolivia, etc. Esta paradoja le parece a Borón más acentuada en América Latina, donde no sólo el término “imperialismo” sino tam­bién la voz “dependencia” fueron expulsados del lenguaje académico y del discurso público, precisamente en momentos en que la sujeción de nuestros países a las fuerzas económicas transnacionales alcanzó niveles sin precedentes en nuestra historia.

En 2002, Theotônio Dos Santos sostenía que nadie podía asegurar que la actual onda democrática resistiría indefinidamente a esa combi­nación de políticas económicas recesivas, apertura externa, especulación financiera, desempleo y exclusión creciente. Según él, las teorías de la de­pendencia adelantaron la tendencia creciente a la marginalidad social que era resultado del aumento de la concentración de la riqueza. Además, pre­vinieron que la expansión industrial de América Latina no traía como con­secuencia su pasaje hacia el campo de los países industriales desarrollados.

Los acontecimientos políticos de los últimos años muestran que efectivamente esto fue así: las débiles democracias latinoamericanas no resistieron el saqueo económico, la corrupción institucionalizada y los índices masivos de desempleo. Y el continente pareció salir de la “larga noche neoliberal”. Es justamente en este contexto que vale la pena revisar crítica­mente las teorías de la dependencia y las nociones asociadas que sur­gieron junto al florecimiento de las ciencias sociales latinoamericanas. Porque en su afán por contribuir a la construcción de un proyecto liber­tario abogaron por una comprensión de lo social que superase la frag­mentación analítica entre esferas económicas, políticas y culturales. Al mismo tiempo, se postularon claramente contra la ilusión del desarrollo por “recuperación” imitativa de los procesos operados en los países cen­trales. Asimismo, problematizaron su objeto de estudio desde una pers­pectiva latinoamericanista y lo construyeron desde un noble punto de partida: la decisión de no someterse al capita­lismo como ley metafísica de la historia. Hoy el sistema capitalista impone nuevas reglas y desafíos: por ejemplo la concentración del capital financiero, la especulación financiera, y de otro lado, los anhelos de emancipación y definitiva independencia de nuestros pueblos latinoamericanos.

¿Están vigentes las teorías dependentistas? Pienso que conviene siempre revisitarlas, aún con sus limitaciones. Y me gustaría terminar con estas palabras del propio Theotonio, quien no ha dejado de escribir, producir y actualizar algunos de sus postulados a la luz de los nuevos tiempos y defiende en esta conferencia, dictada en el Instituto Argentino para el Desarrollo Económico, AIDE, la “Actualidad de la Teoría de la Dependencia”:

“Hay un renacimiento de las Teorías de la Dependencia. Es algo muy impresionante, sobre todo en los medios académicos, porque hay varias tesis, disertaciones, monografías, etc., en diversos lugares del mundo, no solo en América Latina. Estoy tomando la problemática de la Dependencia como un camino para responder a la crisis del pensamiento único neoliberal, que estuvo dominando el escenario intelectual desde fines de la década de los 80’s para acá, cuando el pensamiento de la izquierda en general, y del marxismo en particular, se excluyó de la problemática del capitalismo contemporáneo y el proceso de desarrollo del capitalismo a nivel mundial, como alternativa al capitalismo, a partir de la crisis que involucró a la Unión Soviética. Eso había creado la sensación de que era un tema superado, porque se creía que el capitalismo era un cosa del pasado y que el capitalismo era el futuro de la humanidad, o más bien el presente, lo cual se expresaba con la idea del “fin de la historia”, y el predominio de la visión liberal de la democracia, el libre mercado, etc.”

“La crisis de este pensamiento y de sus propuestas adquiere una dimensión planetaria. No es solo un tema de una región, sino un fenómeno mucho más fuerte. El desarme que hubo en la izquierda frente a este pensamiento que se pretendió único ha dificultado mucho reestructurar un plan de investigación, de trabajo, de estudio, que pueda responder de una manera más coherente, más sistemática, y contundente, a esta crisis del pensamiento neoliberal. Una de las referencias más fuertes está en la Teoría de la Dependencia, por todo lo que ha significado históricamente no solo en América latina sino incluso en Estados Unidos, con una corriente de pensamiento que se identificó con la teoría de la dependencia, cuyo principal exponente es Inmanuel Wallerstein, que se vinculó con nosotros muy fuertemente desde los 70’, intentando pensar lo social y lo económico desde el punto de vista sistémico mundial. No podemos pensarlo desde el punto de vista de las economías nacionales que se articulan entre sí, sino que tenemos que restablecer una tradición que sobre todo el marxismo desarrolló, la búsqueda de un análisis global de la economía”.

Bibliografía mínima:

Borón, Atilio: Teoría de Dependencia. Conferencia del ciclo del mismo nombre organizada por la Agrupación SOS - La Mella de la Facultad de Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires y pronunciada el 30 de mayo de 2008 en esa Facultad.

Cetre, Moisés y Marcia Solorza: La Teoría de la Dependencia. Revista Republicana • ISSN: 1909 – 4450. No. 10, Enero - Junio de 2011, pp. 127-139. Consulatado en archivo PDF.

Dos Santos, Theotonio: Actualidad de la Teoría de la Dependencia. Versión portal IADE- Realidad Económica. Conferencia dictada en el VI Encuentro Internacional de Economía Política y Derechos Humanos, organizado por el CEMOP y la Universidad Popular Madres de Plaza de Mayo.

Dos Santos, Theotonio: Imperialismo y Dependencia, Ediciones Era. México, 1978.

Dos Santos, Theotonio: La teoría de la dependencia. Balance y perspectivas, Editorial Paza y Janes, Argentina, 2003.

Dos Santos, Theotonio: Crisis de la teoría del desarrollo. La dependencia político económica de A. Latina, 1969.

Galeano, Eduardo: Las venas abiertas de América Latina. Versión en internet. http://www.unefa.edu.ve/images/pdf/interes/las-venas-abiertas-de-america-latina.pdf


Gunder Frank, André: La dependencia de Thetonio. Comentario del libro La teoría de la dependencia: Balance y Perspectivas de Theotonio dos Santos traducido al español por Mónica Buckmann Maynetto. México, Plaza y Janés, 2002. 170 páginas. El comentario fue editado por Fernando Cádiz Zamora.

La teoría de la dependencia y el sistema mundial. Entrevista con la politóloga argentina Karina Moreno (KM) y al economista mexicano José Guadalupe Gandarilla Salgado (JG). Revista Herramienta y debate marxista.

http://www.herramienta.com.ar/revista-herramienta-n-8/la-teoria-de-la-dependencia-y-el-sistema-mundial

Valdés, Gilberto: Socialismo del Siglo XXI: Desafíos de la sociedad “más allá” del Capital.

Yepe, Raúl: Imperialismo y Dependencia de Theotonio Dos Santos. (http://www.lajiribilla.cu/articulo/3636/imperialismo-y-dependencia-de-theotonio-dos-santos)

Material de clase.

No hay comentarios:

Publicar un comentario