martes, 17 de abril de 2012

Velo mediático sobre la Cumbre: escándalo sexual y Hillary Clinton de rumba


Varias  fotos circulan  por la Internet promoviendo más que desasosiego, indignación. En ellas se ve a la secretaria de estado norteamericana Hillary Clinton en el café Havana, de Cartagena de Indias, Colombia, despelotada al ritmo de la música cubana.
La misma señora que se empeña en matarnos de inanición, de enfermedades por no poder acceder a medicamentos, y de hacernos la vida bien dolorosa a partir de un bloqueo económico, financiero y comercial por más de 50 años y que ella aboga por arreciar cada vez más,  es quien ahora aparece a todo color y sonrisas, meneando su cintura de 64 años en tiempo de salsa.
Esta es otra paradoja más que se suma a una Cumbre de las Américas sin Cuba, en la que, sin embargo, la mayor de las Antillas no dejó de estar presente; primero, con la guayabera que Obama no se puso, y ahora, con el remeneo de la Clinton en el café Havana, durante la madrugada del pasado domingo, luego de concluida la cena oficial de despedida.
Sucede que esta Isla tiene un innegable fijador, lo mismo por su actuar político y social, que por su sólida cultura. Y esa, no anda creyendo en fronteras para expandirse y hacerse un lugar, sobre todo si de música se trata, cuya universalidad es ya innegable… hasta por la Hillary.


Y quién discute que tal vez no amenizaran su noche de sexo y desorden con un buen son o rumba cubana los once agentes del servicio secreto que protegían la seguridad personal de Obama, los cuales visitaron un prostíbulo y luego llevaron en la noche del miércoles prostitutas colombianas a sus habitaciones, cercanas a las del presidente de la Casa Blanca.
Caro les costó a estos agentes su “diversión”, porque además de ser regresados de manera urgente a Washington, el político republicano Darrell Issa, presidente de la Comisión de Vigilancia de la Cámara Baja, declaró que se trataba de una devastadora violación de la seguridad, y alguna indiscreción de los implicados podía poner en riesgo la seguridad nacional del país.
Pero  lo dicho hasta aquí constituye la más breve y menos importante punta del iceberg. Es, justamente, lo que parece convenirle al Imperio que se divulgue e inunde primeras planas y titulares, desdibujando el fracaso que constituyó la Cumbre en sí misma. El que paga, manda; y en el entorno mediático eso equivale a tender un engañoso velo que oculta y desvía atenciones. No por gusto un funcionario colombiano radicado en Europa se quejaba por estos días del gran destaque ganado por ambos sucesos –los agentes con sus prostitutas, y la Hillary rumbeando- mientras que apenas había podido conocer lo realmente acontecido en el encuentro regional.
¿Es tan ingenua la Clinton para dejarse retratar en plena gozadera en el café Havana?, ¿Son tan lerdos los agentes para dejarse pescar en sus devaneos sexuales?
De todas formas,  y a pesar de tanta artimaña y manipulación mediática, las principales verdades han aflorado. Si el tema guayaberas y la música hicieron presente a Cuba, sobre todo la convirtió en invitada de honor el consenso de todos los presidentes latinoamericanos y caribeños, quienes, dejando a un lado desencuentros puntuales, cerraron fila frente a Estados Unidos y su aliado Canadá.
Fue unánime, y para algunos inesperado, el reclamo de 32 países por la presencia de esta ínsula, expulsada de la Organización de Estados Americanos desde el año 1962. Pero Obama, el presidente que promete y no cumple, reitera su oposición a incorporar a Cuba a las cumbres asegurando que La Habana no muestra avances democráticos y políticos suficientes, un discurso en línea con la mafia contrarrevolucionaria de Miami, a unos meses de las elecciones norteamericanas. La misma retórica utilizada por otros presidentes norteamericanos cuando de garantizar votos se trata.

La que evidenció no mostrar avance alguno fue esta VI Cumbre de Cartagena, donde reinaron los enfrentamientos entre Latinoamérica y el imperio norteño en el tema Cuba y las Malvinas. Evo Morales, el presidente boliviano, resumió lo acontecido con pocas y certeras palabras: “Parece que Estados Unidos todavía quiere aislarnos del mundo, piensa que va a seguir manipulando a Latinoamérica, pero eso va terminando. Yo siento que es una rebelión de países de América Latina frente a Estados Unidos.”

Pronunciamientos similares partieron de Nicolás Maduro, canciller de Venezuela, y también del nicaragüense Daniel Ortega, quien estuvo ausente de la reunión continental pero a propósito de la participación de Cuba afirmó en un acto de solidaridad con esta Isla realizado en su país: “Al final de cuentas, no es ningún favor que se le estaría haciendo, sino un derecho arrebatado que se le estaría reconociendo”. Venezuela, Bolivia, Nicaragua y Ecuador decidieron no participar en la próxima de estas cumbres, a celebrase en Panamá, hasta tanto Cuba no sea invitada.
Es evidente que les salió el tiro por la culata a los que pretendieron excluirnos, porque nunca antes estuvimos tan presentes en una de esas reuniones regionales, y nunca como ahora los países latinoamericanos y caribeños llegaron a tal consenso frente al imperio del Norte.  Mientras tanto, aquí en la mayor de las Antillas, las guayaberas hondean en las tendederas, visten a los cubanos que se abren paso cada mañana, y la música, esa que supuestamente eclipsó el sentido común de Hillary Clinton, continúa resonando, y no podrán acallarla, porque nadie, como dijo el Papa, nos quitará nuestra alegría interior.
Vladia Rubio. Tomado de Cubasi.

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