Daynet Rodríguez Sotomayor
Como trasfondo de la guerra civil en Ucrania, un interesante escenario de reconfiguración de las relaciones internacionales, existen fuertes intereses geoestratégicos y geopolíticos, que como fichas en un juego de ajedrez, están pulsando el conflicto.
Por ejemplo, lo que muchos medios ya llaman la guerra de los gasoductos. Hoy RT cita las declaraciones de un politólogo ruso, Yevgueni Satanovski, sobre el torpedeo constante de EE.UU. y la Unión Europea al gasoducto South Stream, una noticia que en realidad no sorprende a nadie pero sí añade elementos al análisis.
Según el experto, Washington y Bruselas utilizan todas las medidas posibles para obligar a Rusia a mantener el tránsito de gas natural a través de Ucrania y debilitar así sus posiciones. Si Rusia sigue suministrando gas a Europa a través de Ucrania, de manera directa o indirecta el financiamiento correrá a cargo de Moscú, que va a encontrarse desde el punto de vista militar y político en la órbita de Washington y Bruselas.
"El gasoducto Nord Stream funciona y no se puede suspender su tránsito, pero en cambio el South Stream es 'torpedeado' por la Comisión Europea y el Departamento de Estado de EE.UU. de todas las maneras posibles", agrega el analista.
¿Cuáles son los gasoductos "en guerra", para entender un poco el fenómeno? Son básicamente, tres. De un lado, el proyecto Nord Stream, ya concluido, que conecta Alemania y Rusia a través del Mar Báltico y constituye la principal fuente de suministros energéticos hacia Europa. Como resultado, la empresa rusa Gazprom vende el 41% del consumo de gas europeo.
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lunes, 30 de junio de 2014
viernes, 12 de octubre de 2012
Nobel de la Paz 2012: ¿premio a la represión?
Daynet Rodríguez Sotomayor
Con el anuncio público hoy del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea, el Comité sueco acaba de continuar una tradición triste y vergonzosa: la de escandalizar y asombrar al mundo con sus elecciones.
¿Cuál es el argumento? Supuestamente la Academia sueca quiere reconocer un proyecto de integración que ha contruibuido en su opinión a transformar un continente de guerra en una zona de paz, pero ha olvidado totalmente el contexto actual donde las calles y plazas europeas se han convertido en verdaderos campos de batalla ciudadana. Una zona que no es, hoy precisamente, de las más pacíficas del mundo.
Con los planes de recortes impuestos por más de un gobierno europeo, y los consiguientes reclamos de millones de parados, desahuciados de sus hogares y centros de trabajo, el año que casi concluye nos ha dejado bien grabadas en la retinas duras imágenes de cargas policiales y violenta represión, que tornan en una burla la concesión del Nobel.
¿Qué Paz puede haber en una zona donde salvo Alemania y Francia, la mayoría de los países no se salvan de la desaceleración económica y récords de desempleo? ¿De qué paz hablamos cuando no pasa una semana sin que miles se lancen a las calles en reclamo de sus derechos, cuando hay tanta Indignación? ¿Qué paz han respetado las porras, los gases lacrimógenos, las balas de goma y de plomo, y los chorros de agua? ¿Qué paz impulsa un bloque que alegremente se sumó a los asaltos a Libia, al apoyo a la subversión en Siria, que tiene en su historial la guerra de Irak, y hoy sigue formando parte de la coalición en Afganistán?
¿Será que el Nobel alude a la paz de los bancos, y los banqueros, y de esa minoría que a pesar de la crisis mantiene intacto su multimillonario patrimonio? ¿A la paz del euro, que la verdad no tiene respiro? ¿O la paz de la Merkel, los Rajoy, los ayer Zarkozy y hoy Hollande?
Tras aquella entrega al Barack Obama que sigue siendo el amo de las guerras, el Comité ha vuelto a errar, y a desprestigiarse. Y es vox populi.
Con el anuncio público hoy del Premio Nobel de la Paz a la Unión Europea, el Comité sueco acaba de continuar una tradición triste y vergonzosa: la de escandalizar y asombrar al mundo con sus elecciones.
¿Cuál es el argumento? Supuestamente la Academia sueca quiere reconocer un proyecto de integración que ha contruibuido en su opinión a transformar un continente de guerra en una zona de paz, pero ha olvidado totalmente el contexto actual donde las calles y plazas europeas se han convertido en verdaderos campos de batalla ciudadana. Una zona que no es, hoy precisamente, de las más pacíficas del mundo.
Con los planes de recortes impuestos por más de un gobierno europeo, y los consiguientes reclamos de millones de parados, desahuciados de sus hogares y centros de trabajo, el año que casi concluye nos ha dejado bien grabadas en la retinas duras imágenes de cargas policiales y violenta represión, que tornan en una burla la concesión del Nobel.
¿Qué Paz puede haber en una zona donde salvo Alemania y Francia, la mayoría de los países no se salvan de la desaceleración económica y récords de desempleo? ¿De qué paz hablamos cuando no pasa una semana sin que miles se lancen a las calles en reclamo de sus derechos, cuando hay tanta Indignación? ¿Qué paz han respetado las porras, los gases lacrimógenos, las balas de goma y de plomo, y los chorros de agua? ¿Qué paz impulsa un bloque que alegremente se sumó a los asaltos a Libia, al apoyo a la subversión en Siria, que tiene en su historial la guerra de Irak, y hoy sigue formando parte de la coalición en Afganistán?
¿Será que el Nobel alude a la paz de los bancos, y los banqueros, y de esa minoría que a pesar de la crisis mantiene intacto su multimillonario patrimonio? ¿A la paz del euro, que la verdad no tiene respiro? ¿O la paz de la Merkel, los Rajoy, los ayer Zarkozy y hoy Hollande?
Tras aquella entrega al Barack Obama que sigue siendo el amo de las guerras, el Comité ha vuelto a errar, y a desprestigiarse. Y es vox populi.
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