Al menos dos empresas estadounidenses con conexiones políticas comenzaron a competir por lucrativos contratos de reconstrucción: AshBritt, con sede en Florida, y DRC Group, de Alabama, ya mantuvieron reuniones por separado con el gobierno haitiano.Ashbritt despertó la polémica debido a un contrato gubernamental de 900 millones de dólares obtenido luego del huracán Katrina.
Los detractores afirman que Ashbritt resultó favorecida sobre otros contratistas locales, en parte por las donaciones que realizó a influyentes grupos de presión política.
DN

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