Acaba de finalizar en La Habana el encuentro de Cubanos residentes en el exterior. El tema es, como todos los que están cruzados por las relaciones Cuba-EE.UU., polémico. Pero "el complejo mundo de las migraciones humanas" es algo antíquisimo y trasciende, por suerte, esa bilateralidad. Les propongo esta mirada del doctor Esteban Morales. Se trata del prólogo al libro Al cruzar las fronteras, de Antonio Aja, director del Programa de Estudios Latinos en la Casa de las Américas, y que publica La Jiribilla en su más reciente edición. Es un texto largo, pero vale la pena sumergirnos en este "mundo fabuloso, supercomplejo y sugerente".
Al cruzar las fronteras, el complejo mundo de las migraciones humanas
Esteban Morales • La Habana
Destacar cada uno de los valores contenidos en Al cruzar las fronteras, harían excesivamente largo este prólogo.
El Dr. Antonio Aja, con maestría y profundo conocimiento, nos adentra en el tema migratorio; desde los problemas teóricos más importantes del fenómeno, su carácter universal, los contextos históricos en el que el mismo se ha desenvuelto, hasta desembocar en la historia del problema migratorio cubano, su indisoluble relación con el enfrentamiento entre Cuba y EE.UU.; culminando con el estado actual de la problemática migratoria cubana.
El índice nos da una idea de cuántos aspectos de ese complejo problema explora Antonio Aja en su libro, de unas 230 páginas, incluida la bibliografía, dedicadas a exponer una rica investigación, que es el fruto de muchos años de trabajo.
Hasta hoy, en Cuba, no habíamos contado con un estudio de esta naturaleza, pensando en el sentido integral y abarcador que debía tener el mismo.
Al cruzar las fronteras invita, desde su introducción, a adentrarse en ese complejo mundo de la migración humana, que no es solo de fuerza de trabajo, sino también de culturas diversas, aspiraciones y hasta sentimientos, tema en torno al cual existe un amplio y rico debate, que asume nuevos bríos en la contemporaneidad.
La migración fue siempre una cuestión muy importante. Ese desplazamiento de personas, pueblos, perspectivas religiosas, entre otras, ha llenado toda la historia de la humanidad. Pero ahora esa humanidad se mueve, comunica, e intercambia a una velocidad que hace solo 50 años era inimaginable. Ya no resulta tan dramático ser de América y desplazarse hasta Europa; porque un avión supersónico nos traslada cómodamente en cuestión de horas y una carta para la familia llega casi en tiempo real, por la vía de la comunicación electrónica. Luego el desplazamiento de personas con sus culturas y aspiraciones, se hace cada día más fácil y viable. Aquel barco que se demoraba, al menos, tres semanas en llegar desde Europa hasta América; y aquella carta que a veces llegaba cuando las personas ya no existían para recibirla, todo eso terminó. La revolución científico técnica, en especial la Electrónica, la Informática, y el desarrollo de los medios de transporte, ha hecho lo suyo también con las migraciones.
Entonces, el libro de Aja, no es solo lo que pone sobre el papel, sino que nos sumerge en un mundo fabuloso, supercomplejo y sugerente.
“Hoy los migrantes van desde y hacia casi todas las naciones del mundo, con lo cual la tradicional diferenciación entre países de origen, tránsito y destino pierde relativamente su validez, pues muchos estados pertenecen a las tres categorías simultáneamente.” (p.16).
Sin embargo, aunque muchos asuntos están contenidos en el fenómeno de la migración, las corrientes migratorias siguen predominantemente los polos de atracción de la migración laboral.
“En las ciencias sociales existe consenso acerca de que la migración es consecuencia de las desigualdades de los países de origen, donde la búsqueda de nuevos horizontes laborales se imbrica con el resto de los procesos políticos y sociales que se manifiestan en el fenómeno migratorio, y expresan las asimetrías económicas, sociales, jurídicas y políticas entre países y regiones del mundo.” (p.17).
La recesión económica, el desempleo y la pobreza son condiciones que favorecen y promueven la inmigración.
Sin embargo, estudios recientes demuestran que los migrantes internacionales no provienen principalmente de lugares pobres y aislados, desconectados de los mercados mundiales. Todos los países receptores de migrantes preparan condiciones para absorberlos, o mueven los mecanismos de atracción para ubicar a la mano de obra mejor calificada, o crean las condiciones para integrar laboralmente a los menos calificados dentro de los segmentos atrasados y de menores ingresos de sus sectores laborales. En ello, el factor sexo, raza y etnia juegan un papel importante. No es lo mismo ser un obrero inmigrante argelino en Francia que un obrero emigrado norteamericano. El hecho de proceder de un país del llamado Tercer Mundo ofrece menos ventajas.
En tales procesos están implicados los asuntos de la política de los principales receptores de inmigrantes, que realizan una amplia labor dirigida a captar talentos y fuerza calificada por el mundo. Ello trae como resultado que países como EE.UU., Australia, Japón y otros, se nutran continuamente de fuerza de trabajo altamente calificada, que no le costó nada preparar, descapitalizando a otros de su principal capital: el humano, producido a veces, sobre todo por los países del llamado Tercer Mundo, con sacrificios extraordinarios.
La migración internacional, entonces, se presenta en nuestros días con una fuerza relevante para la transformación social.
La globalización de la migración, su aceleración, diferenciación de los tipos de migración, su feminización, la creciente politización y el aumento de las regiones y países receptores, pueden reconocerse como tendencias actuales del movimiento migratorio a nivel internacional.
Son muchos los saberes que contribuyen a la comprensión de la migración internacional, al tratarse de movimientos de personas, los estudios sociodemográficos desempeñan un papel fundamental. Pero también los estudios culturales, la psicología social, la sociología, y hasta la comprensión de la dinámica de los mercados y flujos políticos internacionales, son indispensables para tener una comprensión integral del fenómeno migratorio internacional, que resulta ser un tema complejo e integrador.
Yo diría que comprender la dinámica y los impactos de las migraciones internacionales exige trabajar con un sistema de disciplinas sociales sin las cuales resulta imposible entender a profundidad tan complejo objeto de estudio. Pues al tratarse de un movimiento internacional de personas ello lleva implícito movimientos laborales y culturales.
Carlos Marx, sobre la base de su crítica a Malthus, había formulado la Ley de Superpoblación Relativa, mientras que Lenin, ante los retos de la época, enunció la Ley de la Movilidad Territorial.
Un primer intento de sistematización de la migración interna fue realizado por E. G. Ravenstein, en Gran Bretaña, a finales del siglo XIX.
A partir de los años 30 del siglo XX, el centro de producción teórica en torno a los estudios de la migración se desplazó hacia EE.UU. Surgieron corrientes de corte positivista sobre la migración interna, que descansan en enfoques como el estructural funcionalismo, que ejercerían una fuerte influencia en América Latina.
Desde la época de Ravenstein y hasta la actualidad, ha habido muchos intentos de integrar el conocimiento fragmentado sobre la migración en nuevos modelos, los cuales han pretendido no solo establecer las tendencias de la migración y su estructura, sino también contribuir a su pronóstico.
En Al cruzar las fronteras se pueden encontrar muy bien expuestos los múltiples asuntos y aristas que encierra el concepto de migración internacional. Para cuya comprensión es necesario saber que los flujos migratorios puntuales no siguen una lógica económica absoluta, sino que, en no pocas ocasiones, están normados por lazos de hegemonía y desequilibrio estructural de sociedades periféricas, resultado de su sujeción a influencias que tienen sus antecedentes en el colonialismo y neocolonialismo, con sus diferentes y múltiples tipos de dependencia, subordinación económica y política. Los flujos migratorios, señala el autor, siguen en muchas ocasiones y a veces fundamentalmente esas tendencias, de las cuales el mundo no ha podido liberarse, ni Cuba a 50 años de una Revolución liberadora y radical. Entrando en esos flujos migratorios internacionales tanto la emigración legal, como la ilegal o indocumentada.
También el tráfico de migrantes ha devenido, ya hace mucho tiempo, en una de las ramas del crimen organizado de más rápido crecimiento. Por lo cual, junto a la droga y el comercio oficial y clandestino de armas, se ha convertido en una de las actividades más lucrativas para los que la practican, entrando también en el proceso de lavado de dinero. Narcotráfico, armas y migración clandestina andan juntos; a veces se condicionan y complementan.
Como bien señala el Dr. Aja, pareciera además, que los procesos migratorios a escala universal ya no pueden explicarse solo desde la perspectiva exclusiva de análisis de la región de origen y de destino.
Emerge entonces el concepto de transnacionalidad, vertiente asentada sobre el desarrollo del capitalismo, sobre todo después de la Segunda Guerra Mundial; no sin debate en las ciencias sociales, pero que sirve para abordar el proceso en virtud del cual los inmigrantes generan y mantienen relaciones sociales de múltiples aristas que vinculan a las sociedades de origen y asentamiento; procesos que traspasan las fronteras geográficas, culturales y políticas. Y si este proceso no avanza más aceleradamente, es porque la propia dinámica explotadora del capitalismo lo contradice y refrena. Por lo que en un mundo de franco intercambio mutuo y colaboración, ese fenómeno avanzaría extraordinariamente, destacándose su arista positiva. Cuba no queda al margen de esos procesos.
En el libro los problemas relativos a las migraciones en el Caribe, Latinoamérica y Cuba son tratados con abundante, valiosa información y creatividad, destacando sus peculiaridades más distintivas.
En esta área aparece con su mayor fuerza EE.UU., centro de atracción principal de la migración en el hemisferio. Desfila ante el lector la situación migratoria de los países caribeños y latinoamericanos, lo cual sirve muy bien de contexto tanto teórico, como geográfico, al tratamiento de Cuba.
En particular, la migración en EE.UU. es muy bien tratada, destacándose el interesante fenómeno de los hispanos, de los cuales una parte (chicanos) no emigró de sus tierras de origen, sino que esas tierras quedaron dentro de la agresividad expansionista de la política norteamericana, que les corrió la frontera, tragándose casi el 50% del territorio mexicano y sus tierras de mejor calidad.
La metodología empleada para abordar el tema, permite que cuando se llega al caso de Cuba, la misma aparece en el contexto de un tipo de análisis de círculos concéntricos, que nos permite haber entendido primero los asuntos teóricos del tema, las tendencias mundiales de la migración y hasta los retos que se enfrentan; en un excelente avance de lo más general a lo particular, que facilita ubicar a la Isla en el contexto del fenómeno de la migración internacional y hasta quitarles espacio a algunos mitos y malas interpretaciones o interpretaciones mal intencionadas acerca del fenómeno migratorio cubano.
Cuba aparece así en su verdadera connotación. Cuba siempre tuvo como centro de atracción migratoria a EE.UU. Ningún país del mundo ha sido receptor de emigrantes cubanos como lo ha sido EE.UU. En 1959 ya hacía 139 años que había cubanos asentados en el exterior, en especial, en ese país. Lo que inicialmente sería un ascendente flujo de población cubana a territorio estadounidense terminó convirtiéndose con posterioridad a 1930, en una tendencia migratoria que la Isla no ha abandonado nunca.
Las contradicciones políticas, económicas y sociales de mediados del siglo XIX en Cuba, en lo adelante, se constituyeron en factores de emigración. Para el estudio de los procesos migratorios es indispensable reconocer los factores relativos a la identidad. Particularmente la identidad del cubano, nacido y socializado en una isla, está definitivamente marcada por la migración.
La emigración antes del triunfo de la Revolución de 1959 estuvo fuertemente influida por las contradicciones de la sociedad colonial, las guerras de independencia y la neorrepública después.
Los primeros protagonistas del fenómeno migratorio cubano fueron las migraciones de africanos (traídos a Cuba contra su voluntad), los peninsulares y los chinos, quienes de conjunto formaron la base de la nacionalidad cubana.
En la segunda mitad del siglo XIX se realimentó la estructura de la emigración y se establecieron políticas concertadas que racionalizaron los flujos migratorios.
Con el triunfo de la Revolución en 1959 comienza una dinámica nueva, que caracterizó desde el principio al fenómeno migratorio cubano como un asunto fuertemente centrado en los problemas de la seguridad nacional. Todo ello como resultado de que la inmensa mayoría de los que emigraban, lo hacían hacia EsE UU., principal enemigo de la Revolución Cubana. Es decir, las tendencias de la emigración no cambiaban, pero se producía respecto a la misma un fenómeno de politización extrema que no la había caracterizado antes. Respecto a ello, al cruzar las fronteras, hace una magnífica periodización de la emigración cubana, que nos permite comprender muy bien sus características a partir de 1959 y sus flujos cuantitativos históricos y actuales.
Con momentos realmente dramáticos, como lo fueron las inmigraciones chinas y la emigración favorecida, blanca y católica, procedente fundamentalmente de España, con la que se trataba de cumplir el objetivo de “blanquear” al país, según las tesis de José Antonio Saco.
“Las estadísticas muestran que para 1950 la población de origen cubano censada en EE.UU. llegaba a las 32 200 personas” (p. 114). A partir de entonces se incrementaría esa población cubana en EE.UU., la que antes de 1959 rondaba la cifra de 125 000, incluyendo los descendientes. Más de 50 000 permanecieron en territorio norteamericano con posterioridad a 1959.
Pero el triunfo de la Revolución significó una ruptura de los componentes migratorios tradicionales, cobrando un protagonismo central los elementos políticos.
Los elementos que explican esa ruptura son múltiples, entrelazados y complejos, abarcando desde la existencia de nuevos actores sociales dentro del proceso migratorio, hasta que, según avanzan los años, se va produciendo un proceso de diversificación de destinos, aunque manteniéndose como un receptor predominante EE.UU.
Tal situación provoca que desde 1959, la problemática migratoria cubana sea parte del conflicto entre Cuba y EE.UU. Se presuponen y complementan dentro de la confrontación entre ambos países.
Por lo cual, al diseñar su política migratoria, Cuba ha debido tomar siempre en consideración que la cuestión migratoria es un instrumento de la política agresiva hacia la Isla. Tal situación se ha reafirmado a cada paso, en los últimos 50 años de relaciones conflictivas entre ambos países.
El referente legislativo de la política migratoria cubana, se encuentra a partir de la Ley 98 de 1961, que introdujo en el control del proceso migratorio cubano dos elementos fundamentales: la necesidad de contar con un permiso para salir del país y la consideración de la salida de Cuba como definitiva, o sea, abandono del país, cuando no se cumplen los plazos fijados por el permiso mencionado.
Con posterioridad a 1966 se dictó la Ley 1312, la cual no hizo más que consagrar legalmente la práctica establecida en 1961 respecto a los mecanismos para considerar que alguien abandonaba el país.
El hecho de que la política migratoria de la Isla incluya una serie de aspectos, la mayoría vinculados a razones de seguridad nacional, produce tensiones y una tendencia restrictiva, que sólo ha comenzado a flexibilizarse en años recientes; aunque se hicieron estos cambios a partir de los años ochenta, abarcando varias etapas de flexibilización, cambios significativos respecto a la salida del país como definitiva y temporal, la relación con la emigración cubana y el permiso de residencia en el exterior, son algunos de esos cambios.
La esencia de Cuba como un país de emigración, hace que todos los cubanos seamos actores o nos relacionemos de diversas formas con la emigración, deviniendo la cuestión migratoria uno de los asuntos más tensionantes dentro de la sociedad cubana actual.
EE.UU, a su vez, maneja ese instrumento a sabiendas de que la sociedad cubana experimenta verdaderas conmociones —cuando de la migración se trata—, momentos que están recogidos de manera excelente dentro del libro, entre ellos: la estampida de los esbirros, Mariel, los llamados Vuelos de la Libertad, Operación Peter Pan, la llamada Crisis de los Balseros, etc.
Entre el potencial migratorio existente en la Isla, dentro del que califican no menos de 700 mil personas, pasando por la realidad de casi millón y medio de cubanos en el exterior, hacen que de un modo u otro, casi todos los cubanos residentes en la Isla se sientan impactados por el fenómeno migratorio. Encontrándonos entonces ante un desafío que obliga continuamente a analizar el movimiento de la población hacia el exterior, en el contexto de las necesidades y perspectivas de la nación cubana en el presente siglo y tal vez más allá.
Prólogo del libro Al cruzar las fronteras de Antonio Aja.
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