Los científicos de la Organización Meteorológica Mundial (OMM) han anunciado una buena noticia y otra mala para los próximos 100 años. La buena es que el número de huracanes, tifones, inundaciones, tormentas de nieve y el resto de desastres relacionados con el clima va a disminuir durante este siglo. La mala es que estos fenómenos serán cada vez van más intensos, y sus efectos, devastadores. Según los investigadores de este organismo dependiente de la ONU, las malas noticias superan a las buenas.
En un informe publicado en la revista Nature Geoscience, el equipo dirigido por el meteorólogo estadounidense Tom Knutson predice que, a lo largo del siglo XXI, habrá entre un 6% y un 34% menos huracanes, pero la fuerza general de las tormentas, medida por la velocidad del viento, crecerá entre un 2% y un 11%, lo que equivale a un aumento de la destrucción de un 60%. "Además, estos fenómenos también acarrearán más lluvias", concluye Knutson, quien liga el aumento de la virulencia de las tormentas al cambio climático.
El estudio concluye que la fuerza de las tormentas aumenta por el calentamiento de los océanos y que, a medida que se incrementa la temperatura del agua, se reduce el número de fenómenos meteorológicos, pero éstos aumentan en intensidad y poder destructivo. De hecho, los investigadores han comprobado que, desde 2000, las tormentas más intensas las consideradas en las categorías 4 y 5, con vientos superiores a los 210km/h, han aumentado un 80%.
Cinco huracanes
El océano Atlántico es el más afectado. En la última década, cinco grandes huracanes han asolado el continente americano y se han cobrado más de 7.000 vidas. El Katrina, en 2005, fue el que tuvo los efectos más devastadores; dejó casi 2.000 muertos y daños por valor de 88.000 millones de dólares.
Sólo en 2009 asolaron el mundo 245 desastres naturales, de los que 224 estuvieron relacionados directamente con el clima y afectaron a 58 millones de personas. Según los datos recogidos por el Centro para la Investigación de los Desastres Naturales (CRDE), esos fenómenos causaron más de 6.000 muertes. Sin embargo, Chris Landsea, experto de la WMO, afirma que el número de víctimas se ha reducido drásticamente gracias al "avance en el conocimiento de estos fenómenos". El objetivo de los científicos es poder pronosticar con mayor antelación y exactitud los daños de las tormentas para, en la medida de lo posible, minimizar sus consecuencias.
Publico.es
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