Médicos cubanos en Africa. Foto: Enrique Ubieta. |
Por Daynet Rodríguez Sotomayor
Cuando el pasado mes de octubre se daba a conocer que el Secretario General de las Naciones Unidas, Ban Ki Moon, pedía en llamada telefónica al presidente cubano Raúl Castro la especial colaboración de la isla para combatir la epidemia de Ébola en el África Occidental, y días más tarde salían las primeras brigadas destinadas a Liberia, Guinea Conakry y Sierra Leona, el mundo tenía ante sí una muestra de solidaridad y altruismo de la Revolución cubana, que muchos, sobre todo enemigos de este proyecto social, todavía no alcanzan a entender. En el caso de esta epidemia, si bien casi instantáneamente se recibieron declaraciones de reconocimiento de amigos y adversarios, como las del secretario de Estado de Estados Unidos, John F. Kerry, quien elogió el «coraje de todo profesional médico que está asumiendo este desafío», e hizo una alusión breve a la contribución de Cuba (1), o las opiniones del diario estadounidense The New York Times cuando publicó que «Cuba ha enviado médicos y enfermeros a zonas de desastre durante décadas. Luego del huracán Katrina en 2005, el Gobierno en La Habana ofreció enviar equipos médicos para atender heridos en Nueva Orleans. Líderes estadounidenses rechazaron ese ofrecimiento. Pero se alegraron al oír, en días recientes, que Cuba estuviera movilizando un grupo para misiones en Sierra Leona, Liberia y Guinea» (2), desde esa esquina ideológica se suele reducir la solidaridad cubana en materia de salud (y en cualquier otra materia) a una acción de diplomacia médica que busca mejorar la imagen de Cuba en derechos humanos; y a nuestros médicos, como simples activos en el mercado de valores.
De ahí que una pregunta siga siendo pertinente y esencial: ¿Por qué y para qué Cuba envía médicos al exterior?
En primer lugar, como no pudo dejar de reconocer The New York Times, la decisión de enviar al personal de salud a África no es nada nueva: es la continuidad de una tradición iniciada por aquel primer destacamento médico en Argelia y que luego se prolongaría con la ayuda a los movimientos de liberación nacional, y más acá en el tiempo, con la reactivación de la solidaridad médica tras el desastre dejado por el huracán Mitch en Centroamérica y la creación del destacamento Henry Reeve para brindar ayuda a Nueva Orleáns, luego del huracán Katrina.
En aquel entonces, el Comandante en Jefe Fidel Castro recordaba: “Ni una sola vez, a lo largo de su abnegada historia revolucionaria, nuestro pueblo dejó de ofrecer su ayuda médica solidaria en caso de catástrofes a otros pueblos que la requirieran, sin importar cuán abismales eran las diferencias ideológicas y políticas, o las graves ofensas recibidas de los gobiernos de cualquier país” (3).
“Nuestros conceptos sobre la condición humana de otros pueblos y el deber de la hermandad y la solidaridad jamás fueron ni serán traicionados. Decenas de miles de médicos y profesionales de la salud cubanos esparcidos por el mundo son testimonio irrebatible de lo que afirmo. Para ellos no existirán jamás barreras idiomáticas, sacrificio, peligros u obstáculos. Se han cumplido ya 43 años desde que Cuba envió la primera brigada médica a Argelia, recién liberada del colonialismo tras heroica lucha por la independencia” (4), decía Fidel en aquella oportunidad.
Es decir, en un primer nivel de análisis, el internacionalismo específicamente médico puede explicarse desde un principio general, fundamental y clave de la política exterior cubana: el internacionalismo y la solidaridad entre los estados y pueblos, que también se rige por otros pilares contenidos en el Derecho Internacional, como el Respeto a la soberanía, la independencia y la integridad territorial de los Estados, la Autodeterminación de los pueblos, la Igualdad soberana de los Estados y los pueblos, el Derecho a la cooperación internacional en beneficio e interés mutuo, equitativo entre los Estados, las Relaciones pacíficas entre los Estados y demás preceptos consagrados, recogidos en la Carta de la ONU.
Así, se han enviado cooperantes de la salud a lugares con un régimen político diferente al nuestro, e incluso, a países sin relaciones diplomáticas con Cuba. Dos casos, en diferentes momentos, pueden ser paradigmáticos: la ayuda enviada a la Nicaragua del dictador Somoza tras el terremoto de 1972; y el de Honduras, adonde en 1999 llegó una brigada luego del huracán Mitch y con cuyo gobierno tampoco se tenían relaciones.
Pero en un segundo nivel de análisis, los fundamentos que sostienen la solidaridad médica –que son los mismos que sostienen nuestra política exterior–, hay que buscarlos en la ética y el humanismo de la Revolución, para la cual nada es más importante que la vida de un ser humano, deudora de cuantos han brindado su ayuda solidaria a las luchas de varias generaciones de cubanos. Es la ética martiana que entiende que Patria es Humanidad, y fidelista, que nos recuerda que “ser internacionalista es saldar nuestra propia deuda con la humanidad. Quien no sea capaz de luchar por otros, no será nunca suficientemente capaz de luchar por sí mismo” (5). Es también la ética guevariana que parafraseando a Martí habla de sentir en la mejilla propia cualquier dolor causado en una mejilla ajena. Y es, en resumen, entender que sin injerencias ni irrespetos, las fronteras solidarias de Cuba acaban donde se necesite sanar cualquier dolor, a diferencia de las fronteras hegemónicas e imperialistas que terminan donde los tentáculos de las trasnacionales. Dos modos de ver la solidaridad y la cooperación que responden, en definitiva, a dos modelos ideológicos para comprender el mundo: socialismo y el capitalismo.
El escritor y filósofo cubano Enrique Ubieta, que ha testimoniado algunas de las más importantes misiones médicas cubanas de los últimos años, lo explica así en su libro La Utopía rearmada: “Cuba se enorgullece de contar con una tradición internacionalista de dos siglos: el que recibimos en nuestras luchas decimonónicas por la independencia –y cuyo más alto exponente es el general de origen dominicano Máximo Gómez– y el que consagra en su prédica y su acción fundadora José Martí, para quien Patria es humanidad” (6).
“La Revolución cubana manifestó su vocación internacionalista desde los primeros instantes. La ayuda que brindó Cuba [a Argelia] durante los años l96l-l962 –asevera en un documentado estudio sobre la colaboración cubana a ese país, el investigador italo-norteamericano Piero Gleijeses, profesor de política exterior de la Escuela John Hopkins de Estudios Internacionales Avanzados– no tuvo nada que ver con el conflicto Este-Oeste. Sus raíces son anteriores a la victoria de Castro en el 59 y descansan en la amplia identificación de Cuba con la lucha argelina (...) En términos de los intereses estrechos de Cuba lo más conveniente hubiera sido no asistir al FLN para no chocar con De Gaulle que estaba tratando de mantener relaciones normales con la Cuba revolucionaria, pero Cuba escogió ayudar a la Revolución argelina” (7).
Tras la visita a Cuba del presidente argelino Ben Bella, en la inauguración del entonces Instituto de Ciencias Básicas Victoria de Girón, ante más de mil estudiantes de medicina, Fidel expone por primera vez la idea del internacionalismo médico:
En Argelia la mayor parte de los médicos eran franceses y muchos se marcharon. Y así, con cuatro millones más de habitantes que nosotros, gran número de enfermedades que dejó allí el coloniaje, disponen de la tercera parte, de menos de la tercera parte que nosotros. Tienen una situación verdaderamente trágica en el campo de la salud. Y por eso nosotros, conversando hoy con los estudiantes, les planteábamos que hacen falta cincuenta médicos voluntarios para ir a Argelia (...) para ir a ayudar a los argelinos. Y estamos seguros de que esos voluntarios no faltarán. ¡Cincuenta nada más! Estamos seguros que se van a ofrecer más, como expresión del espíritu de solidaridad de nuestro pueblo con un pueblo amigo que está peor que nosotros. Claro, hoy podemos mandar 50, dentro de 8 o 10 años no se sabe cuántos, y a nuestros pueblos hermanos podremos darle ayuda; porque cada año que pase tendremos más médicos, y cada año que pase más estudiantes ingresarán en la Escuela de Medicina (...) (8).
Después de esta primera gesta, al decir de Ubieta, “el internacionalismo médico cubano se extendió a otros países africanos y más adelante incluyó a naciones de América Latina, Asia e incluso de Europa. (…) En 1998, 26 000 médicos cubanos habían participado en misiones internacionalistas. Si en 1962 Cuba contaba apenas con unos 3 000 médicos, en agosto de 1998 disponía ya de más de 60 000. Pero en 1962, Fidel lo había previsto: “Es la Revolución --dijo entonces -- y sólo la Revolución, la que puede realizar esas proezas y es un pueblo revolucionario, y sólo un pueblo revolucionario, quien puede llevar adelante semejantes tareas” (9).
Salud y cooperación en la agenda global: El ejemplo de Cuba
¿Cuál es correlato global de la experiencia cubana en cooperación y salud? Si en los sesenta, setenta y ochenta el internacionalismo cubano podía enmarcarse dentro de un movimiento más amplio que era el de la lucha de los pueblos del Tercer Mundo por su liberación y la supervivencia de algunos proyectos alternativos y el de finales de los 90 en Centroamérica puede ser entendido como la reactivación de la experiencia solidaria en una región expoliada por la crisis y la larga noche neoliberal, la más reciente crisis del Ébola se enmarca en una agenda internacional que cada vez reclama con mayor urgencia soluciones globales a problemas también globales, y que visualiza la Salud como uno los ejes del gran tema de la Seguridad.
Ya desde los Objetivos de Desarrollo del Milenio Declaración del Milenio (2000), una agenda incumplida a medias y ahora en re-negociación Post-2015, se reconocía la importancia del tema salud en las discusiones globales. Los objetivos 4, 5 y 6 pedían, respectivamente, reducir la mortalidad infantil, mejorar la salud materna y combatir el VIH/SIDA, el paludismo y otras enfermedades (10).
Por otro lado, mientras se ha intentado avanzar en las discusiones, la realidad económica y la crisis sistémica del capitalismo también han golpeado el financiamiento a la cooperación. Por ejemplo, los fondos para CIS de las agencias de Naciones Unidas se ha mantenido constante desde el 2008; la salud de las madres, recién nacidos y niños recibieron la mitad que VIH/sida en el 2008; y a pesar de los reclamos por un mayor apoyo a los sistemas de salud, el crecimiento de su financiamiento es el más lento de todos (11).
Ya en 1998, Fidel advertía que si cada uno de los países industrializados diera el 1 por ciento se podrían reunir 200 mil millones de dólares cada año, y entonces se podría hacer un programa. “¿Pero saben lo que están haciendo los países ricos?: disminuyendo la asistencia al desarrollo (...). El que menos aporta de todos los países industrializados como asistencia al desarrollo es Estados Unidos. Creo que está a nivel de 0,08 por ciento, es decir, por debajo del 0,l. Sé que el promedio en este momento de asistencia por parte de los países ricos es 0,22 por ciento” (12).
Y sin que sea el objetivo de este trabajo, otro de los problemas de lo que se ha dado en llamar la gobernanza de las políticas sanitarias globales radica en que “el papel de decidir sobre las políticas y destinos de los fondos corresponde a un grupo relativamente pequeño conformado por algunos gobiernos de países donantes importantes, la fundación Gates y el Fondo Global, que es un partnership público-privado. Las instancias de decisión intergubernamental multilateral han quedado, por ahora, y cada vez más, fuera de juego. En instancias como el Fondo Global, los países pobres y de ingresos medios ven cómo sus intereses son representados por personajes del sector privado u ONGs, carentes de toda legitimidad y representatividad” (13).
En ese contexto, el caso de Cuba también es paradigmático. Con una economía seriamente asfixiada por el bloqueo comercial y financiero de Estados Unidos, con todas las dificultades que ello supone para su supervivencia y desarrollo, ha sostenido una experiencia de más de cincuenta años de cooperación médica. Una práctica que incluye no solo el envío de médicos y otros colaboradores de la salud, actualmente más de 50 mil en total, a otros países, sino también a los miles de jóvenes que se han formado primero en la Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM) soñada y fundada por Fidel y luego en las facultades de Medicina de toda Cuba, para garantizar la sostenibilidad de un proyecto con valores endógenos de cada lugar.
La cooperación de Cuba “es con seguridad la más importante en el ámbito de la ayuda bilateral de la variante Sur-Sur. Los principios de política sanitaria cubanos siempre tuvieron una dimensión internacional. Es la manera de retribuir el apoyo internacional al tiempo que la expresión de la solidaridad del pueblo cubano con los países del mundo en situación de necesidad” (14).
Cuba “no ha aportado solamente personal de salud calificado, sino también equipos, materiales y nuevas estrategias para mejorar los modelos de atención. A pesar de las circunstancias difíciles que ha debido atravesar el país debido a los cambios estructurales mundiales que lo afectaron severamente, y a lo largo de las diversas emergencias que debió superar, la ayuda cubana se ha mantenido y se ha renovado y ampliado a otras modalidades como la formación masiva de médicos y de otros profesionales, tanto en Cuba como en los países con los que colabora” (15).
Se argumenta también que el gobierno cubano lleva adelante esa política para obtener votos de apoyo en Naciones Unidas. En una entrevista realizada a la doctora Yiliam Jiménez, directora de la Unidad Central de Cooperación del Ministerio de Salud Pública, en mayo de 2007, este argumento fue bien respondido:
“Aun si aceptamos la perspectiva más cínica —o sea, que Cuba manda médicos a países pobres para ganar votos en la ONU—, ¿por qué los países industrializados no hacen lo mismo? Lo más importante es salvar vidas, y eso es precisamente lo que hace nuestra política”.
Respecto a «salvar vidas», hasta la fecha, un compromiso similar por parte de las naciones de las grandes potencias sigue estando ausente, mientras que de manera reiterada Cuba antepone el humanitarismo a la ideología, con el impulso decidido de su dirigencia revolucionaria, y en particular la visión de largo alcance de Fidel Castro, para quien el acceso a los cuidados públicos de salud siempre fue y es un tema de extraordinaria importancia, el más básico derecho humano.
Solidaridad interna: una hipótesis
Algunos autores intentan comprender la experiencia cubana invirtiendo los términos: presentan al sistema de salud como parte de una infraestructura puesta en función de la diplomacia médica y como medio para la acumulación de capital material y simbólico. Sin dudas, diversas variantes de cooperación, sobre todo en los últimos tiempos, nos han traído capital material y simbólico. El mismo Fidel lo reconoce en el discurso antes citado cuando dice: “Al cabo de más de cuatro décadas, y finalizando ya el período especial, los servicios médicos se convirtieron en el más importante renglón del intercambio de bienes y servicios de nuestro país con el mundo en la esfera de la economía, sin que por ello Cuba haya dejado de brindar su cooperación médica de forma absolutamente gratuita a más de 60 países del Tercer Mundo que no disponen de recursos económicos. Así ha sido y será siempre” (16).
Pero la ecuación correcta, a mi juicio, es que el sistema de salud y la política de salud si bien están en constante interacción con la política exterior no fueron diseñados para responder a esos intereses. En ese sentido concuerdo con la investigadora Maria Elena Macías, profesora Auxiliar del Instituto Superior de Ciencias Médicas “Carlos J. Finlay”, cuando afirma: “La política de salud y su sistema no son reos de la política externa, constituyen partes integrantes de profundas transformaciones sociales en general, de cambios en las concepciones ético-políticas de cómo dirigir los procesos sociales desde la óptica y los intereses de las clases sociales en revolución” (17).
En esta misma línea se puede interpretar el argumento de que el desarrollo del capital humano se produce como un valor exportable, que anuncia el desconocimiento de la necesidad de colocar al desarrollo del capital humano, dígase en términos de calidad de vida y desarrollo intelectual, como vía imprescindible para fomentar el desarrollo social.
Son los mismos que intentan reducir las motivaciones del personal médico cubano que decide asumir una misión, al ámbito de lo puramente económico y material.
La doctora Yilian Jimenez, explica otros motivos: “Compartir experiencias, conocer nuevos sistemas de salud, intercambiar con galenos de otros países, enfrentarnos a cuadros de salud distintos a los de Cuba significa un reto en la formación profesional; y a los médicos cubanos les gusta crecer permanentemente en su desempeño” (18).
Es más, esta experiencia de cooperación solo puede ser posible y sostenerse en el tiempo, con “un médico formado en un sistema socialista donde nunca se ve al paciente como una mercancía o un cliente, donde cada ciudadano tiene el derecho a la cobertura de salud desde que nace hasta que muere, sin distinciones” (19).
Para la doctora Yilian, Cuba tiene una ventaja: desde el propio triunfo de la Revolución la dirección del país comprendió la necesidad de formar médicos y tener un sistema de salud fuerte. Por eso Cuba tiene médicos por todo el mundo, con una profunda vocación humanista, solidaria, capaz de adaptarse a las condiciones más disímiles y transformarlas.
Pero la idea que quiero esbozar es la siguiente: al mismo tiempo que el modelo de salud no fue concebido para el exterior sino para un proyecto social que removió desde los cimientos todas las concepciones hasta convertir el socialismo y el humanismo en su mismo centro; la solidaridad y la cooperación cubanas, sobre todo a partir de 1999 cuando Fidel reactivó las brigadas médicas tras el huracán Mitch, se han vuelto una especie de boomerang, un reactivador de la solidaridad interna, lo externo y lo interno se conciben como acciones complementarias de una misma política, porque la verdadera solidaridad no puede construirse estableciendo límites nacionales, es una acción pensada de manera simultánea para la política interior y para la política exterior. No digo que no haya traído capital simbólico, sino que ha dejado una profunda huella ideológica al interior de la nación. El personal de salud no solo es abanderado del modelo cubano de una medicina más humana; al regresar traen la experiencia de vida de lo que significa el capitalismo. Algunos desertan, es verdad. Pero son una minoría y para ello cuentan con todo el apoyo y la propaganda de programas subversivos que prometen el sueño americano que desde hace mucho no funciona ni para los propios norteamericanos. De otro lado, otra realidad: estas misiones nos han hecho mirarnos por dentro, revisar el funcionamiento del sistema de salud en nuestro país, y apelar a la solidaridad interna cotidiana. Hoy es muy frecuente escuchar cuan importantes son los que se quedan aquí en sus puestos de trabajo, y como ellos realizan una misión si se quiere, mas esencial. Son las dinámicas entre dos sistemas, política interna y externa, que forman un todo. Y son, en definitiva, los desafíos de una nación que todavía sigue intentando un camino propio, alternativo, una nación disidente del capitalismo mundial, donde muchos seguimos creyendo que un mundo mejor es, todavía, posible y necesario.
A lo largo de cincuenta años, el personal cubano ha servido en las zonas más pobres y abandonadas del mundo, adonde otros se rehusaban a viajar. Una realidad que aunque se visibilizó en alguna medida con el significativo aporte de Cuba al combate contra el ébola sigue siendo soslayada, manipulada y circunscrita a acciones de maquillaje de imagen o de búsqueda de capital simbólico. Más allá de esas reductoras interpretaciones, Cuba ha brindado y sigue brindando un ejemplo para el mundo, con una exitosa cooperación que conjuga ética humanista, personal calificado, voluntad política y respeto por los pueblos y las culturas que reciben a sus cooperantes. Un modelo a mi juicio, ejemplar, y todavía muy lejos de ser conseguido por naciones mucho más desarrolladas y de cuantiosos recursos.
Citas y referencias:
1- Del Sol Reyes, Aday: El ébola y la «diplomacia» médica cubana. http://www.cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/32900-ebola
2- Guerra Cabrera, Angel: ¿Por qué Cuba puede hacer tanto contra el ébola? http://cubasi.cu/cubasi-noticias-cuba-mundo-ultima-hora/item/32912-%C2%BFpor-que-cuba-puede-hacer-tanto-contra-el-ebola?
3- Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en el acto de constitución del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias “Henry Reeve”. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f190905e.html
4- Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en el acto de constitución del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias “Henry Reeve”. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f190905e.html
5- https://www.nodo50.org/cubasigloXXI/congreso06/conf3_canizares.pdf
6- Ubieta Gómez, Enrique: La Utopía rearmada. Historias de un viaje al Nuevo Mundo. Casa Editora Abril, 2002.
7- Ubieta Gómez, Enrique: La Utopía rearmada. Historias de un viaje al Nuevo Mundo. Casa Editora Abril, 2002.
8- Ubieta Gómez, Enrique: La Utopía rearmada. Historias de un viaje al Nuevo Mundo. Casa Editora Abril, 2002.
9- Ubieta Gómez, Enrique: La Utopía rearmada. Historias de un viaje al Nuevo Mundo. Casa Editora Abril, 2002.
10- Sitio oficial de la ONU sobre los Objetivos del Milenio. http://www.un.org/es/millenniumgoals/
11- Salud y Política Exterior. http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-34662014000100011&script=sci_arttext
12- Ubieta Gómez, Enrique: La Utopía rearmada. Historias de un viaje al Nuevo Mundo. Casa Editora Abril, 2002.
13- Salud y Política Exterior. http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-34662014000100011&script=sci_arttext
14- Salud y Política Exterior. http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-34662014000100011&script=sci_arttext
15- Salud y Política Exterior. http://scielo.sld.cu/scielo.php?pid=S0864-34662014000100011&script=sci_arttext
16- Discurso pronunciado por Fidel Castro Ruz, en el acto de constitución del Contingente Internacional de Médicos Especializados en Situaciones de Desastre y Graves Epidemias “Henry Reeve”. http://www.cuba.cu/gobierno/discursos/2005/esp/f190905e.html
17- Macías Llanes, María Elena: La Política de Salud Cubana y valores sociales a la luz de los Estudios Ciencia - Tecnología - Sociedad. http://bvs.sld.cu/revistas/revistahm/numeros/2005/n13/body/hmc030105.htm
18- Cuba tiene médicos por todo el mundo. http://www.granma.cu/cuba/2014-03-25/cuba-tiene-medicos-por-todo-el-mundo
19- Cuba tiene médicos por todo el mundo. http://www.granma.cu/cuba/2014-03-25/cuba-tiene-medicos-por-todo-el-mundo
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