ENTREVISTA COMPLETA. Las razones de Cuba: El fiasco del experimento
Grupúsculos o individuos contrarrevolucionarios como los que tan bien conoció Moisés, resultan piezas indispensables para echar a andar la maquinaria de subversión promovida por distintas administraciones de la Casa Blanca. Ellos constituyen el sustento de esas campañas de descrédito contra la Revolución, que justifican la hostilidad contra Cuba. Es una estrategia que se mantiene y se acrecienta.
El pasado 23 de febrero, un comunicado del presidente Barack Obama no escatimó adjetivos para exaltar a la contrarrevolución y a su vez, manipular el primer aniversario de la muerte de un recluso que había sido sancionado por delitos comunes, y a quien Washington, el sector más recalcitrante de Miami y Europa convirtieron en ‘disidente’ con el apoyo de los medios de desinformación al servicio del imperio.
Obama ignoró el alerta que desde el 15 de abril del 2009 le hiciera el actual jefe de la SINA, Jonathan Farrar, cuando comunicó al Departamento de Estado su evaluación –revelada hace poco por un cable de WikiLeaks- de que la llamada disidencia está desconectada de la vida del país, sin influencia en las generaciones más jóvenes, y que son prácticamente desconocidos fuera del círculo de los diplomáticos extranjeros y la prensa.
"Esos grupos –apunta Moisés-- han sido los principales interlocutores y los ‘informantes’ hacia el exterior en el más reciente capítulo de manipulación montado en torno a la Isla, y que tiene como protagonistas a presos y personas ligadas a esa "disidencia" que deciden hacer huelgas". Pese a que ha estado en juego la vida humana, la Casa Blanca ha visto la posibilidad de fomentar con ese tema una megacampaña contra nuestro país.
Aunque no es solo eso. Para Moisés resulta una verdad incuestionable que a los integrantes de esa denominada oposición "mientras más digan lo que afuera quieren escuchar, les pagan más y mejor".
En su retrospectiva vuelve a retomar anécdotas sobre su visita a Estados Unidos. "Estuve en los estudios de Radio Martí", apunta, donde participé con Emilio San Román --quien entonces presidía las transmisiones hacia Cuba en la emisora--, en una reunión". Lo que se abordó en ese encuentro no daba margen a dudas: el sustento del medio anticubano radicaba en la cantidad de información que fluyera de la Isla, cuanto más tergiversada mejor. En temas de manipulación ellos han sido históricamente "muy buenos", puntualiza.
"Además, Radio Martí responde a un presupuesto que sale del gobierno norteamericano, y está destinado a pagar las acciones que justifican las agresiones contra nuestro país", añade.
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