Los comicios de hoy en Virginia y Nueva Jersey, si bien dan cuenta de preocupaciones locales, marcan una suerte de termómetro nacional. La contienda ocurre un año después de que aquel estado rompiera con décadas de tradición republicana.
Por David Usborne *
Barack Obama se enfrenta a un probable traspié hoy cuando Virginia vote por un nuevo gobernador en una elección que el candidato republicano está decidido a ganar. La contienda tiene lugar exactamente un año después de que el estado rompiera con décadas de tradición al ayudar a poner a un demócrata en la Casa Blanca. En lo que es un año electoral tranquilo, los resultados de Virginia esta tarde serán inevitablemente estudiados minuciosamente en busca de señales de que la coalición construida por la campaña de Obama en 2008, que incluía a muchos independientes y votantes primerizos, se está gastando. Todos los ojos también estarán en otra carrera por la gobernación de Nueva Jersey y una inesperada contienda congresional en el norte de Nueva York, que dejó a la vista agoreras fisuras en las filas republicanas.
Los líderes republicanos usarán sin embargo cualquier victoria en Virginia hoy –las encuestas en la víspera de las elecciones ponían al demócrata Creigh Deeds 14 puntos detrás de su adversario Bob McDonnell– para saludar el comienzo de un retorno para el partido después de su desastroso desempeño el año pasado. Antes de Obama, el estado no había apoyado a un demócrata para presidente desde 1964.
Varias otras posiciones en el estado de Virginia pueden ser arrebatadas por los republicanos. “La racha de buenas elecciones para los demócratas en Virginia termina mañana (por hoy) –advirtió Dean Debnam, de Public Policy Polling, que ofreció la última encuesta de opinión en el estado antes de que los centros electorales abrieran esta mañana–. Los republicanos van a arrasar las elecciones en todo el estado y el único suspenso es por cuánto.”
Describir las carreras en los dos estados como un referéndum sobre la presidencia de Obama hasta ahora, sin duda, es una exageración. Estas son elecciones dominadas primariamente por personalidades políticas locales y preocupaciones políticas locales, como los niveles de los impuestos a las viviendas. Sin embargo, el equipo de Obama sabe que dos derrotas alentarán la idea de que el país está perdiendo fuerza con su liderazgo. “La políticas de Obama tienen un gran efecto en el pensamiento de la gente –dijo el gobernador de Mississippi, Haley Barbour, el presidente de la Asociación de Gobernadores Republicanos–. La gente está preocupada por los empleos. La mayoría de los estadounidenses no pueden entender por qué el gobierno sigue gastando tanto dinero. No ven el resultado.”
Pero si los expertos sacan la conclusión esta noche de lo que el país en general puede esperar de las elecciones de mitad de mandato del próximo noviembre, también se detendrán para analizar el drama que se ha desarrollado en el 23º distrito congresional de Nueva York, cerca de Canadá, donde los votantes reemplazarán al republicano John McHush, capturado por Obama para servir como secretario del Ejército.
Debía haber sido un reaseguro para la republicana moderada Dede Scozzafava, pero ella se retiró inesperadamente durante el fin de semana frente a la oposición de los republicanos conservadores a nivel nacional, que se congregaron detrás de un empresario local, radicalmente más de derecha, Doug Hoffman.
Scozzafava, que en el pasado apoyó el derecho al aborto, fue tan lejos como instar, en la víspera de las elecciones, a los partidarios a que apoyaran al candidato demócrata más que a Hoffman. Su retirada garantiza virtualmente que Hoffman –que obtuvo antes el apoyo de Sarah Palin– ganará. Si es así, sus compañeros conservadores estarán más envalentonados en su lucha por el liderazgo nacional del Partido Republicano en Washington.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12.
Traducción: Celita Doyhambéhère.
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