viernes, 2 de octubre de 2009

El encanto fugaz de Obama


El discurso del presidente de los Estados Unidos, Barack Obama, en Copenhague no pasará a la historia por su contenido. Era el hombre más esperado y por fin llegó. Entró a las 8.45 horas con la delegación de Chicago en el auditorio principal del Bella Center, flanqueado por su mujer, Michelle. Hubo que esperar a su intervención ante los miembros del Comité Olímpico Internacional para que diera su primera frase redonda. "Esta reunión se podía haber celebrado en Chicago. Nosotros nos vemos como el mundo".
Obama apeló a los nuevos vientos, a una nueva era y a sus recuerdos como vecino de Chicago para pedir la designación de su ciudad. "Nadie cree que unos Juegos Olímpicos pueden solucionar los problemas (del mundo), pero una competición en paz representa lo mejor de la humanidad. Nos une", sentenció. Su intervención fue más espectacular en la forma que en el contenido. Logró, eso sí, lo que buscaba, justo cuando se iba: delegados CIO buscándolo para darle la mano y con cara de mitómanos ante su gran héroe.
Así, Obama destacó que la ciudad a orillas del lago Michigan es un lugar donde se puede "celebrar lo que hace a la gente diferente y lo que tienen en común", que se trata de una "gran metrópolis con corazón de pequeña ciudad donde la gente se reúne para trabajar por un sueño común con mucho trabajo, disciplina y dedicación". "No es sólo un sueño de América; es el espíritu olímpico, lo esencial", apostilló.
La que estaba especialmente motivada era la primera dama. Michelle Obama no tuvo ningún reparo en apelar a los recuerdos de su infancia en el sur de Chicago y al espíritu de superación de su padre, quien murió enfermo de esclerosis. "Aún cuando llevaba las muletas no dejó de jugar con nosotros", llegó a decir. Hizo una defensa cerrada del deporte como vía para la integración. "Los deportes me enseñaron a trabajar, a confiar en mí", dijo. Igualdad, integración, superación..., fueron algunos de los valores que resaltó del deporte. Todo ello dijo: "Les pido que elijan a Chicago. Les pido que elijan a Estados Unidos".
"Les exhorto a elegir Chicago, EEUU. Y si lo hicieran y recorremos juntos este camino, les aseguro que Chicago y Estados Unidos realmente enorgullecerán al mundo", fueron las palabras con las que el dirigente norteamericano cerró su discurso, de más de diez minutos y protagonizado por la relación personal que mantiene con la Ciudad del Viento.
La presentación de los norteamericanos estuvo marcada por las figuras de Obama y su esposa que fueron los encargados de cerrar una presentación que duró 47 minutos. El resto de la puesta en escena fue muy dispar. Arrancó a ritmo de blues y los intervinientes no consiguieron captar la atención, excepto su alcalde, Richard M. Daley.
Durante las preguntas de los miembros del COI sobre las medidas que se tomarán para garantizar que todos los visitantes consigan un visado con el que acceder a Estados Unidos, Obama afirmó que se hará lo posible para que "los visitantes de todo el mundo se sientan bienvenidos". "Nosotros nos vemos como el mundo. Esa verdad fundamental de nuestro país se había perdido en los últimos años, pero ahora se va a recuperar", zanjó.
La primera dama estadounidense, Michelle Obama, quien intervino antes que su marido y fue la encargada de darle paso, se emocionó durante su discurso al recordar a su padre, quien "estuvo determinado a que el deporte fuera una línea de conexión con el mundo" y con su hermano y ella misma, después de que le diagnosticaran esclerosis múltiple a los 30 años.
Así, apelando a la sensibilidad del auditorio y emocionándose hasta temblarle la voz, Michelle recordó a los miembros del COI que ella nació y creció en la parte sur de Chicago, "no muy lejos de donde se hará la ceremonia de inauguración de los Juegos". "Mi padre se habría sentido muy orgulloso de ver estos Juegos en Chicago", reconoció.
EL Mundo.es

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