viernes, 30 de octubre de 2009

"No faltan libros, faltan lectores"


Por Elizabeth López Corzo. Especial para MundoenCrisis

“Ya nadie lee” o “los libros ya no están de moda” son expresiones que se han vuelto comunes en los últimos tiempos. Quienes gustan de datos exactos probablemente encontrarán las causas del fenómeno y alardearán de alguna que otra cifra, pero lo cierto es que esta era- más mal que para bien- ha revolucionado las fuentes de placer. Y sin dudas la literatura, que tan valiosa y disfrutable nos parece a muchos, hoy día ya no es una prioridad.
Estas reflexiones nacieron a partir de un diálogo que sostuve recientemente con el colombiano Fernando Cruz Kronfly, Premio Nacional de Literatura (quien visita Cuba para participar en el Congreso Internacional Lectura 2009). Aunque para los más soñadores parezca apocalíptico, la realidad es que no faltan libros, faltan lectores.
Estamos asistiendo a un proceso de profundo declive de la lectura. En el siglo XIX y a comienzos del XX, la cultura letrada fue muy importante; “digamos que leer era una especie de axioma”. Pero hoy eso ha sido remplazado lentamente por otro tipo de cultura dominada por la imagen en reemplazo del texto, porque la gente lo ve como algo más divertido y fácil.

Leer para vivir

Cuando hablamos de leer no nos referimos a consultar bibliografía para la formación profesional o a una lectura condicionada, sino como divertimento, placer, búsqueda de algo; leer por conocer el mundo, descifrarlo y descifrar la propia vida, ver la lectura en su sentido agónico, profundo… Esa lectura sin la cual uno no podría vivir ya es escasa.
¿Y qué puede hacer la comunidad intelectual? le preguntaba yo a Kronfly. La cosa es bien difícil porque la corriente mass mediática es la que domina hoy por hoy la cultura en el mundo. “Yo no soy pesimista pero sí realista, y es muy difícil enfrentarse a la cultura de una época, es aplastante”.
Es cierto que se puede incentivar el hábito, las bibliotecas tienen un papel esencial, pero eso no es una garantía. No se puede obligar a la gente que necesite leer. “No se puede curar a un adicto que no lo desee, que no busque ayuda, igual no se puede recomendar una lectura determinada a una persona que no busca ayuda en los libros”.
Incluso en las carreras de letras, la gente, si bien sienten mayor interés por la lectura, acuden a las bibliotecas exclusivamente en busca de los libros que le hacen falta para examinarse, para obtener un título. Pero cuando se gradúan, muchos no acuden más a la literatura con motivo de placer o inquietud, se quedan en las herramientas, en la teoría.
“Y no sólo no disfrutan de la literatura sino que acaban con ella, porque se empobrece en manos de personas que sólo tienen como referencia la formación teórica. La literatura tiene un lado lúdico que los esquemas interpretativos no dejan disfrutar”.

¿Libros o dinero?

Es una realidad que los libros son hoy muy costosos pero hay bibliotecas y estas no son precisamente los sitios más populares. Sería muy bueno que cada quien tuviera con qué comprar un libro, pero no tener dinero para adquirirlo es una disculpa muchas veces.
El costo es una razón pero no la única y lo que se observa es la inexistencia del hábito por falta de necesidad como alimento espiritual. Lo ideal sería que la gente leyera porque si no lo hiciera moriría, “pero es un ideal y eso no se explica con el simple gusto por la lectura sino porque uno busca en los libros su compañía”.

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