Fue, quizás, el "contrarrevolucionario" mejor relacionado en la Sección de Intereses de EEUU en Cuba. Siempre lo trataron a nivel de diplomáticos, de primeros funcionarios, de secretarios de prensa y cultura. Siempre estaba "del otro lado del cristal", observando y opinando sobre la jauría disidente, y sobre la "situación en Cuba". El escritor Raúl Capote había llegado lejos, desde que fuera bautizado por la Agencia Central de Inteligencia como el agente Pablo. Según cuenta, estaban locos por encontrar un intelectual, alguien de quien pudieran decir, al fin, un "escritor disidente". Y sus antecedentes en la Asociación Hermanos Saíz de Cienfuegos, donde junto a otros colegas quiso proponer y mejorar cosas, hizo que se fijaran en él. Comenzaron a llegar raras propuestas con el mismo modus: dinero y la condición de que escribiera sobre la realidad cubana. ¿De qué habré escrito, si no de la realidad cubana?, se preguntaba. Y alabanzas para su obra. ¿Cuál obra?, conciente de que apenas tenía una plaquette y un Premio Calendario. Aquello era demasiado evidente, lo sabía.
Luego llegó la confirmación con la editorial Plaza Mayor, un primer encuentro en la SINA... y la publicación de su novela El adversario con toda la maquinaria propagandística que desató. Una novela fruto de sus agonías e incertidumbres en medio del Período Especial, que magnificaron y reinterpretaron a su conveniencia. Desde el 2006, el oficial de la CIA Rene Greenwald, de vasta experiencia en América Latina, lo atendió directamente, haciéndole llegar los pedidos o “las ideas” que debía poner en práctica. A Raúl, que ya consideraban uno de los suyos, los americanos le confesaron más de una vez su desprecio por la "disidencia", y, sin medias tintas, sus objetivos en Cuba: desatar una provocación y que cualquiera de sus peones baratos solicitara la intervención del gobierno de los EEUU; comprar a la intelectualidad con atractivas propuestas -publicación de libros, entrega de becas, difusión de obras-, todo eso con dinero contante y sonante; y el último pero a largo plazo el más importante, desde su posición en la Universidad, congregar jóvenes, organizarlos, reactivar la extensión universitaria, tener a la FEU en sus manos. Fabricar un líder. Para eso pusieron siempre financiamiento y tecnología, como el famoso BGAN, diseñado para el espionaje y la transmisión de información a sus jefes sin que fuera detectado por las autoridades cubanas. Pero otra vez les salió el tiro por la culata. Desde su primer encuentro, aquella cena-tertulia en casa de Francisco Sáenz, funcionario del área político-económica de la SINA, y donde conoció a Kelly Keiderling, de la Secretaria de Prensa y Cultura , la persona que reconoce lo introdujo en el mundo CIA, desde aquel entonces, ya Capote trabajaba para los servicios de la Seguridad cubana. Para nosotros siempre fue Daniel, como uno de sus hijos, hoy unos jovencitos que sonríen orgullosos cuando su padre habla, y agregan detalles, recuerdan cuentos... Gracias a Raúl muchos de los planes de EEUU para manipular a la intelectualidad cubana se frustraron. Gracias también a nuestros principales escritores y artistas, porque según rememora, nunca pudo reclutarlos. Cada vez que oían SINA, decían no, rotundamente. Frente al desprecio yanqui, la gallardía. Raúl, Daniel, más nunca Pablo, debe haberles dolido en el alma. EEUU, que se creyó tan cerca de un líder...sigue estando tan lejos de dominar a Cuba.
El agente Pablo en acción...
Material proporcionado por la CIA a Pablo, para su labor de espionaje en Cuba
DOSSIER:
En busca de caras nuevas
Intelectual cubano pone al desnudo red de espionaje de la CIA en Cuba
Fotorreportaje: el día en que un héroe literario se transformó en un escritor de carne y huesos
El adversario, novela de Raúl Capote, que embarcó a la CIA
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