miércoles, 31 de marzo de 2010

Haití: el costo de cargar maletas

Por José Steinsleger

Los cataclismos trastornan la vida de los pueblos. El Diluvio anegó las civilizaciones de la Mesopotamia bíblica, la corriente de El Niño influyó en el declive de los antiguos mayas; el terremoto de 1985 cimbró el orden político en México; pequeños estados insulares empiezan a ser tragados por el Pacífico; California se desprenderá del continente mañana, o en los próximos 500 años; la tala de la Amazonia (pulmón del planeta) deja áreas gigantescas de color ocre.
El terremoto de Haití fue más devastador, aunque menos intenso que el de Chile. ¿Porque Haití es más pobre? En 2005, un huracán destruyó Nueva Orleáns, ciudad ubicada en un estado (Louisiana) que tiene cuatro veces menos de habitantes, un PIB similar y un per cápita cinco veces mayor al de Chile. Levantada por esclavos africanos, la cuna del jazz se reconstruye con salarios del primer mundo. En cambio, el país modelo de América Latina reconstruirá sus ciudades con salarios del cuarto mundo.
¿Pero qué será de Haití? El primer cataclismo de La Hispaniola (así llamada por Cristóbal Colón) acabó con su población nativa. Poco más extensa que Zacatecas (76 mil 480 kilómetros cuadrados), la isla antillana estuvo habitada por 350 mil arawacs, caribes y taínos, pueblos borrados del mapa por Bartolomé y Diego Colón, hermano e hijo del almirante.
El segundo cataclismo duró cerca de 300 años, y consistió en la importación de millones de esclavos africanos. El tercero fue la guerra por la independencia en la que 100 mil esclavos murieron en combate (1791-1804), el cuarto fue el ensañamiento de la blanquitud con la república independiente, y el terremoto de enero pasado expulsó a los haitianos a los confines de la civilización.
La independencia de Haití ha sido deliberadamente ignorada por negra, antiesclavista, anticolonialista, antintervencionista, anticlasista, por derrotar en el terreno militar a los tres grandes imperios de la época, y por emplazar al pensamiento eurocéntrico, haciendo crujir las marquesinas filosóficas de la civilización occidental. › Seguir leyendo

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