Daynet Rodríguez Sotomayor
Muchos
probablemente lo sabían. Confieso que yo no. Después de ver su firma
tantos años en Granma y Bohemia, de saberla un referente en el
periodismo de investigación en Cuba, de leerla más cercanamente en
nuestras páginas digitales de Cubasí, nunca imaginé que tras la Vladia
Rubio periodista, se escondiera una artista con todas sus letras. Hasta
hace muy poco, cuando decidió comenzar a publicar en las redes sociales
las obras que había tenido guardadas o las más recientes. Y nació la
idea de la exposición Hecho en Casa, que acaba de inaugurar en el
Edificio Jerusalén del Centro de Negocios Miramar.
Ha sido todo como un
torrente, pero era imposible seguir postergando, como bien apunta la
curadora de la muestra Beatriz Gago, "el momento de asumir su propio
destino". Y esta asunción, ha sido una de las más reveladoras e
inspiradoras de los últimos tiempos. Porque en la obra de Vladia, en sus
tintas, aguadas y cartulinas, sorprende gratamente el oficio de una
pintora, pero en
convivencia con una línea libre; una mano entrenada y al mismo tiempo, suelta. Hay, en sus obras, un habilidoso manejo del color: a pesar de utilizar solo tonalidades
del blanco y negro, y una composición en la que se nota un horror al
vacío (probablemente hijo de la inseguridad y la ansiedad de este
renacimiento), no satura ni asfixia. El complemento de esa sensación es
que sus mujercitas, esas que son el centro de su discurso, que se miran y
nos miran desde el ámbito doméstico, no son personajes oprimidos, ni
tristes, ni insatisfechos. Sí interrogan de opresiones y tristezas, pero
parecen hablarnos desde el lado más bueno de la soledad, sin
resentimientos, tan libres como esa línea que las dibuja. Es una
dualidad rara y difícil de explicar: ahí en el momento menos creativo,
colando café, poniendo un botón, o maldiciendo casi el precio de la
cebolla, nadie puede ponernos frenos para volar. Y Vladia, como sus
personajes, decidió levantar vuelo.
Más
de una vez lo dijo en la inauguración de la muestra, rodeada de su
familia y sus amigos: "no me hubiera perdonado jamás no haberlo
intentado". Después de haberla visto tan feliz, tan realizada, tan
inspiradora para otros que aún buscan el sentido de la vida, su
"destino", la conclusión es casi unánime: nosotros tampoco se lo
hubiéramos perdonado.
Fotos tomadas del Facebook de la pintora
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