El descontento social en el norte de Londres tras las revueltas registradas en las dos últimas jornadas se ha incrementado a medida que la respuesta política se hacía patente. Los altercados se han extendido más allá del origen, Tottenham, a otras zonas del norte, este y sur de la capital: Enfield, Brixton, Islington, Chingford Mount, Waltham Forest, Walthamstow Central, hasta llegar incluso a Oxford Street, la arteria comercial del centro.
Los principales enfrentamientos entre policías y los manifestantes se produjeron en los barrios de Peckham y Hackney, donde se quemaron varios coches y edificios. A primera hora de la noche los disturbios habían llegado a la ciudad de Brimingham, donde se asaltaron varios comercios.
"Los responsables de la violencia y los saqueos serán llevados ante la Justicia para que afronten las consecuencias de sus actos", afirmó la ministra de Interior, Theresa May, en una rueda de prensa en la que alabó la actuación policial e informó de la detención de 215 personas por los disturbios.
Dado que en la mayoría de las revueltas se producen saqueos contra multinacionales de moda o electrónica de consumo, el grueso de los políticos, encabezados por el viceprimer ministro Nick Clegg, han tachado a los grupos violentos de "oportunistas" guiados por la codicia.
Sin embargo, son muchos los que ven una doble causalidad: en primer lugar, la continua tensión racial Tottenham es uno de los focos de población afrocaribeña, acentuada por la muerte a manos de la policía del joven negro de 29 años Mark Duggan, cuyas causas aún se desconocen. Las últimas informaciones parecen descartar que la víctima participara en un tiroteo como se dijo inicialmente, pues la bala que impactó en la radio de un oficial y que se atribuía a Duggan, coincide con las utilizadas por la policía.
En segundo lugar, el profundo malestar por las reformas económicas emprendidas por el Gobierno de Cameron. Del mismo modo que son muchos los que han encontrado correlaciones entre la muerte de Duggan y la de Cynthia Jarret, que desató las revueltas en 1985, también han aparecido paralelismos entre las reformas de Cameron y las de Margaret Thatcher en la década de los 80.
El duro golpe que ha supuesto el plan de austeridad se ve amplificado en los municipios más deprimidos, como es el caso de Tottenham, cuya dependencia de las ayudas del Estado se hace más patente considerando que la tasa de desempleo prácticamente dobla a la media de Londres.
A subidas de hasta 2,5 puntos porcentuales de impuestos como el IVA, que desde principios de año se sitúa en el 20%, se suman perspectivas poco optimistas: ampliación de la edad de jubilación hasta los 66 años de aquí a 2020, la reducción del período de derecho al subsidio de desempleo, que se limitará a un año y la sombra de una única ayuda universal a partir de 2013 que agrupará, entre otros, la prestación de desempleo, los subsidios a las familias con hijos o las ayudas a la vivienda.
Menos ayudas
A partir del año que viene, las ayudas a la vivienda también encontrarán fuertes limitaciones y, así, las personas solteras de entre 25 y 34 años sólo podrán solicitar el coste de una habitación en una casa compartida en lugar de un apartamento de una cama.
Unas ayudas que, según denuncian los activistas de derechos, impiden el alquiler de una vivienda digna en el centro y están favoreciendo la creación de suburbios marginales en las afueras. Algunos estudios promovidos por ONG locales estiman que el incremento de personas sin hogar fue del 8% entre 2010 y 2011, situándose ya en los 4.000 sin techo.
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