Por Daynet Rodríguez Sotomayor
La recesión económica, la agudización de los conflictos bélicos, la desilusión Obama, la pandemia A (H1N1), y el desacuerdo universal en el tema del cambio climático, entre otros grandes temas, caracterizaron este 2009. No son hechos aislados, aunque lo parecen, sino las expresiones más visibles de que el mundo vive una crisis profunda y global, una crisis que abarca las finanzas, la economía, la política, el medio ambiente, y en resumen, la sociedad.
Efecto dominó
Con la especulación financiera y el desplome de los bancos, comenzó la caída del dominó que afectó a casi todo el mundo, y que la mayoría de los analistas coincidió en catalogar como la peor recesión desde la década del 30.
Los efectos fueron, y son, duros para la mayoría de la humanidad, excluida de los millonarios salvatajes a los bancos: miles de desempleados, alza de los precios, reducción del consumo, recortes de seguros, pérdida de hogares. Ni siquiera las más poderosas economías pudieron escapar de la catástrofe. Mientras, miles de dramas humanos, desconocidos, se sucedieron como la peor cara de esta situación.
Después de meses de incertidumbre, algunos indicadores económicos han comenzado a mostrar tibios síntomas de recuperación en estos finales de año, pero "la crisis está lejos de ser borrada", como advirtió el doctor Osvaldo Martínez, director del Centro de Estudios de la Economía Mundial.
"La actual coyuntura no responde al modelo clásico de una rápida recuperación después de la fase de crisis, sino que habrá que esperar algún tiempo para sobrepasar sus peligros", explicó recientemente Martínez ante la Asamblea Nacional.
Para la investigadora María Karla Rodríguez de la Cuesta, del Centro de Estudios Europeos, los gurúes y los diarios no deberían cantar victoria tan rápidamente: "pueden devenir caídas más profundas, períodos de estancamiento u oscilar cíclicamente, pero eso sólo el tiempo lo dirá. Un año de crisis es bien poco para pronosticar a ciencia cierta lo que sucederá con procesos económicos que necesitan evolucionar en períodos más largos".
La mayor decepción
En enero, el mundo cifraba grandes expectativas en el primer presidente afromericano en la historia de EE.UU. Se auguraba un nuevo color y un nuevo rumbo en la política internacional; pero a lo largo de estos doce meses Barack Obama ha demostrado -como advirtieron muchos analistas- que su elección fue solo un reajuste de forma en el Status Quo norteamericano y una salida para renovar la deteriorada política exterior de ese país.
Esa, quizás, es la mayor decepción política del 2009. El Nobel de la Paz ha hecho muy poco en temas claves de su gestión y para la estabilidad global: no ha cerrado Guantánamo, mantiene las guerras de Iraq y Afganistán- un frente que incluso ha reforzado- , no ha influido en la solución de conflictos como el israelo-palestino, bloqueó los esfuerzos contra el cambio climático...
Y de cara a América Latina, Obama ha fortalecido la política de los halcones imperiales: el apoyo el golpe de estado en Honduras, la instalación de siete bases militares en Colombia, el anuncio de futuras bases en Panamá, el financiamiento de la subversión en Venezuela y Cuba, principalmente, y el mantenimiento del bloqueo a la Isla, a despecho de la comunidad de naciones, son algunos ejemplos. Ahora el mundo comienza a exigirle el protagonismo de su cargo y de su premio… y va sacando cuentas.
Golpe en Honduras
Uno de los hitos que marcó este 2009 fue el Golpe de Estado en Honduras. El 28 de junio militares hondureños, con fuertes conexiones con la CIA y apadrinados por EE.UU., sacaron del poder al presidente constitucional de ese pequeño país centroamericano, Manuel Zelaya, e instalaron una dictadura, al estilo de las que asolaron el continente en los 70 y los 80. En unas pocas horas, se violentaron todas las leyes de la “democracia”. Hoy ya casi nadie duda que fue un golpe contra el ALBA, esa alianza que desafía los intereses norteamericanos en la región y a la que Honduras se había integrado poco antes. En la nación centroamericana también se habían introducido algunas políticas en favor de las mayorías, y se pretendía un referendo popular, medidas que retaban una sumisión de años a EE.UU.
A pesar de la mayoritaria condena internacional y de la heroica resistencia del pueblo hondureño, el golpe de estado se mantuvo con la anuencia de la administración Obama y se legitimó por medio de unas elecciones en Noviembre, que además contaron con la asesoría y el auspicio de congresistas como Ileana Ross-Lethinen y los hermanos Díaz-Balart.
Según la gran prensa y otros líderes de opinión, Honduras ya no es noticia. Pero la crisis no ha terminado, y la resistencia se multiplica.
La primera pandemia del Siglo XXI
Abril trajo la primera pandemia del siglo XXI: la influenza A (H1N1), un triste adelanto de las catástrofes que pueden sobrevenir de no frenar a tiempo los peligros del cambio climático.
La gripe ha dejado la muerte de 11.516 personas en 208 países, según cifras difundidas recientemente por la Organización Mundial de la Salud; y ha puesto al descubierto débiles sistemas sanitarios, poco preparados para enfrentar pandemias de tal magnitud. Sobre todo, cuando la población más afectada: los niños y las mujeres embarazadas, junto con los enfermos crónicos, son habitualmente los más vulnerables en condiciones normales.
La influenza acaparó titulares y copó páginas, pero la histeria puede volver a vivirse: se tema una segunda oleada y las autoridades de salud advierten que en la zona templada del hemisferio norte, la transmisión de la pandémica gripe aún está activa...
Río cumplió un sueño
En este 2009 se anunció a la Ciudad Maravillosa, Río de Janeiro como la sede de los Juegos Olímpicos 2016. El viernes 2 de octubre las playas cariocas estallaron de júbilo con la noticia y la alegría se multiplicó entre todos lo que simpatizamos en el mundo con la cultura y el pueblo brasileños. Por primera vez los conservadores miembros del COI votaron por el riesgo y le hicieron justicia a un continente de 400 millones de habitantes, América del Sur, que nunca ha sido anfitrión de los Juegos.
“El triunfo de esa ciudad brasileña es una prueba de la creciente influencia de los países que luchan por su desarrollo. Con seguridad, en los pueblos de América Latina, África y Asia, la elección de Río de Janeiro será recibida con agrado en medio de la crisis económica y la incertidumbre actual con el cambio climático”, valoró Fidel en su Reflexión sobre el tema, Un triunfo del Tercer Mundo.
Copenhague: ¿cuál acuerdo?
Y en diciembre, la capital danesa acogió la Cumbre del Cambio Climático, que pretendía sellar un acuerdo para frenar el calentamiento global y otros efectos. Durante meses los expertos prepararon borradores y conciliaron intereses, en puntos álgidos como la emisión de gases contaminantes o el aumento de la temperatura. Mientras, en los alrededores de Copenhague los grupos ambientalistas popularizaban el mayor reclamo de esta cita: ¡Cambiemos el sistema, no el clima! Pero al final, un pequeño grupo de países liderado por EE.UU. secuestró la Cumbre e impuso un acuerdo que responsabilizó por igual a naciones más y menos contaminantes.
El resultado más visible de Copenhague fue el acuerdo de formar un fondo global de 10 mil millones de dólares para que las naciones en vías de desarrollo enfrenten las consecuencias del cambio climático. Un escaso compromiso con el futuro.
La cumbre fue un fracaso, porque prevaleció una vez más la falta de voluntad política, el unilateralismo, la falta de consenso, y los intereses de unos pocos por sobre lo más importante: salvar la Madre Tierra. Pero al menos, la denuncia de unos pocos se escuchó en el plenario: el ALBA con Cuba, Venezuela, Bolivia, y otras asociaciones como el G-77 exigieron a los más ricos su responsabilidad histórica y advirtieron claramente que al ritmo de hoy, será muy difícil un planeta sostenible.
Publicado en www.cubasi.cu.
Ver el especial multimedia: CUBA 2009
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