miércoles, 2 de julio de 2014

EN FOTOS: Faro Roncali, la última frontera


Daynet Rodríguez Sotomayor/Publicado en Cubasi.cu

De un lado el mar y del otro, hectáreas de espesura infinita. Y entre agua y tierra, marcando el punto más occidental de Cuba, el Faro Roncali, en la Península de Guanahacabibes. Desde 1850, testigo del tiempo, de huracanes y naufragios. Otrora en abandono y hoy con un esplendor que resalta desde lejos y es más visible en sus escaleras bien cuidadas, sus paredes blanquísimas y su bien engrasado mecanismo de reflectores y espejos. «Hay que dejar los zapatos antes de subir», nos advierte el guía, y nosotros obedecemos, ante tanto celo. Y comenzamos el ascenso por su escalera de caracol, de un rojo impecable. En cada descanso, la parada inevitable, por el esfuerzo, y porque las pequeñas ventanas invitan a llenarse del contraste entre la oscuridad interior y el sol reflejado en las aguas. Ya en lo alto de sus 25 metros, recuperado el aliento, el faro-mirador regala una vista espectacular del paisaje costero y boscoso. Si la imaginación ayuda, podremos ver los famosos y escurridizos venados que allá abajo habitan, o las miles de aves y otras especies; entrar en los sitios arqueológicos o en los arrecifes coralinos; y podremos intuir la vida solitaria de esos hombres de campo, que han hecho de este lugar una de las reservas de la biosfera más cuidadas y respetadas de la Isla. Se dice que Guanahacabibes fue el último refugio de los aborígenes en Cuba. Y hoy sigue siendo el escape más extremo. Lejos quedan la agitada ciudad, el estrés, el bullicio, los miedos. Por unos instantes de paz y silencio, es posible reecontrarnos, y volver a empezar.














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