Al presidente electo de Colombia, Juan Manuel Santos, no le queda más remedio que esperar al 7 de agosto para intentar resolver el desaguisado que hereda de la administración saliente en torno a las relaciones con Venezuela.
Santos, quien asumirá las riendas del poder ese día, optó por guardar silencio ante la crisis diplomática desatada con el vecino país, que en opinión de analistas amenaza con escalar niveles superiores si no se controlan a tiempo los ánimos en la Casa de Nariño.
Al conocer que Venezuela anunció la ruptura total de las relaciones y la salida de los diplomáticos de Bogotá en Caracas, Santos expresó que la mejor contribución que podría hacer es no pronunciarse al respecto.
El jefe de Estado electo recordó desde México, donde inició la víspera una gira por la región a fin de intentar un acercamiento con Latinoamérica, que el presidente Álvaro Uribe es el gobernante hasta el próximo 7 de agosto, y como tal, no es prudente que él hable de un tema tan delicado y difícil.
Consciente de que una declaración suya podría comprometer sus anunciadas intenciones de tener buenas relaciones con los vecinos, Santos prefirió guardar silencio y esperar pacientemente por su turno.
Tal pareciera que Santos y Uribe, pese a declararse identificados plenamente el uno con el otro, insisten en adoptar posturas diferentes, al menos, en lo que a las relaciones diplomáticas con Venezuela se refiere.
Mientras el presidente electo instruye a sus colaboradores más cercanos dirigir los pasos para superar la crisis desatada con Venezuela en 2009 a raíz de un polémico pacto militar entre Estados Unidos y Colombia, el mandatario saliente persiste en complicarle el panorama y desterrar cualquier posibilidad de acercamiento.
Y esa posibilidad se dio este jueves cuando Bogotá acudió ante la Organización de Estados Americanos (OEA) para denunciar al gobierno venezolano por la presunta presencia de guerrilleros en ese país, lo cual de inmediato fue rechazado enérgicamente por Caracas y derivó en una ruptura total de las relaciones, agravando así la crisis bilateral.
Sobre este particular el ex presidente colombiano Ernesto Samper fue contundente al lamentar primero la situación creada- y calificar como desafortunado el manejo que le dio Uribe al tema de las denuncias.
Samper expresó que ese desenlace no le sirve a ningún país y es el resultado de varios meses de desconfianza entre los dos gobiernos.
Es lamentable que esta ruptura se produzca ahora cuando precisamente el cambio de gobierno en Colombia podía llevarnos a ser optimistas de que habría una nueva etapa en las relaciones de los dos países, señaló.
El ex jefe de Estado (1994-1998) sostuvo que el actual gobierno no debió hacer internacional las denuncias sobre la presunta presencia de guerrilleros en Venezuela sino que se pudo apelar al dialogo bilateral.
En su opinión, desde hace varios años los canales diplomáticos entre las dos naciones vecinas están rotos, los cuales hubieran permitido manejar de otra forma las referidas denuncias presentadas por Colombia ante la OEA y que ocasionaron una fuerte tensión entre los dos países.
No obstante, Samper se expresó optimista al manifestar su confianza en que con la asunción del nuevo gobierno de Santos, se puedan reconstruir los vínculos. Ojalá que con ese cambio tengamos un entorno más favorable, apostilló.
Por su parte, el presidente venezolano, Hugo Chávez, afirmó que se vio obligado a romper relaciones con Colombia por dignidad ante las recientes acusaciones de Bogotá contra su país y aseguró que no aceptará violaciones ni agresiones a la soberanía nacional.
No nos queda a nosotros por dignidad más que romper totalmente las relaciones diplomáticas con el hermano país, lo anuncio con una lágrima en el corazón", enfatizó.
Sin embargo, el estadista venezolano reiteró que tiene esperanzas de que el nuevo gobierno colombiano contribuya a restablecer el diálogo bilateral, al tiempo que descalificó las supuestas pruebas presentadas por Bogotá en el citado organismo multilateral.
De esa manera la gira de Santos ahora protocolaria y de buenos oficios- se ve en cierta manera empañada, pues sin duda el tema central en cada uno de las naciones Latinoamericanas por visitar va ser el de la ruptura por sus graves implicaciones, para muchos un desaguisado de su mentor que deberá resolver una vez ponga un pie en la Casa de Nariño.
PL
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