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domingo, 14 de junio de 2015

El Club Iceberg


Daynet Rodríguez Sotomayor



Una vez más se reúnen los que parecen decidir los destinos del mundo. Si alguien quiere enterarse qué le preocupa y qué deciden los poderosos, cuál es en definitiva la agenda global, le sugiero, en vez de ir a las Naciones Unidas, seguirle la pista al Club Bilderberg, un grupo que año tras año se reencuentra en medio de un halo de misterio, y está compuesto por miembros de los gobiernos, de la realeza, de las trasnacionales... todos más o menos lo mismo y con un propósito de convergencia: la defensa del capitalismo. Pero tengo que aclarar que saber saber, no sabremos jamás nada con certeza. Porque todo se cocina a las sombras.

La historia secreta del Club, en una de sus versiones

El tema Bilderberg ha intrigado a más de un periodista e investigador. El ruso Daniel Estulin forma parte de ese grupo de escritores que rozan la verdad y especulan sobre ella, ¿para luego confundirnos y que jamás encontremos las claves certeras? De cualquier forma, en su bestseller La verdadera historia del Club Bilderberg, reseñó algunas interesantes pistas de cómo se organizan estos cónclaves y los propósitos que persiguen.

Según Estulin, se reúne normalmente un máximo de 130 delegados. Dos tercios de los presentes son europeos y el resto procede de Estados Unidos y Canadá. Un tercio de los delegados son políticos y los dos tercios restantes, representan a la industria, las finanzas, la educación, los sindicatos y los medios de comunicación. Y la mayor parte de los delegados hablan inglés, aunque la segunda lengua de trabajo es el francés.

Otro dato siempre recurrente es el tamaño de la ciudad donde se citan: debe tratarse de núcleos urbanos pequeños que permitan ahuyentar las miradas curiosas de los habitantes de las grandes urbes, y que tiene la "ventaja adicional de que pemiten la presencia de «asistentes personales» armados hasta los dientes sin recato".

"Bilderberg, desde el principio, ha sido administrado por un núcleo reducido de personas, nombradas desde 1954 por un comité de sabios constituido por la silla permanente, la silla americana, las Secretarías y tesoreros de Europa y Estados Unidos", acota el periodista.  Y agrega que el club siempre marca todos los documentos que distribuye a sus miembros con la frase «Personal y estrictamente confidencial. Prohibida su publicación».

¿Descabellada omnipotencia?

Para Estulin, "cuando se celebran estas reuniones, inevitablemente les siguen la guerra, el hambre, la pobreza, el derrocamiento de los gobiernos, y abruptos y sorprendentes cambios políticos, sociales y monetarios".

Aun con la prevención que siempre causan las teorías conspirativas y tremendistas, no es descabellado atribuirle al Bilderberg estos poderes. Ya en 1977, el influyente diario londinense The Times le acuñó el famoso calificativo de "una camarilla formada por algunos de los hombres más ricos, poderosos e influyentes de Occidente que se reúnen secretamente para planear eventos que después, simplemente, suceden".

Cuando un joven Bill Clinton, entonces gobernador de Arkansas, estuvo en su primer encuentro Bilderberg en Badén Badén, Alemania, en 1991, David Rockefeller le explicó en qué consistía el Tratado de Libre Comercio de América del Norte (TLCAN) y le dio indicaciones para apoyarlo. Al año siguiente, el gobernador se convirtió en presidente.

Otros participantes también consiguieron el beneficio y el apoyo de sus miembros: Tony Blair asistió a la reunión del Bilderberg de 1993 y acesndió a la presidencia del partido en julio de 1994 y a la presidencia nacional en mayo de 1997; Romano Prodi acudió a la reunión del Bilderberg de 1999, y fue nombrado presidente de la Unión Europea en septiembre de 1999; y George Robertson participó en la reunión del Bilderberg de 1998, y consiguió la secretaría general de la OTAN en agosto de 1999.

La agenda anual


Esta vez la reunión anual se lleva a cabo en Austria desde este 11 de junio, y según adelantó el periódico 'The Guardian', entre los invitados a la reunión están el menos tres primeros ministros europeos: los de Países Bajos, Finlandia y Bélgica, quienes discuten la "estrategia europea" con el secretario general de la OTAN, Jens Stoltenberg, y el presidente de Austria, Heinz Fischer.

En la lista, que rara vez se hace pública pero que ahora ha trascendido, también aparecen representantes de gigantes financieros como el Banco Central Europeo, Deutsche Bank, Lazard, Banco Santander, HSBC, Goldman Sachs y JP Morgan, los que se espera aborden los problemas económicos de Grecia.

De la industria y la manufactura, a la reunión asisten el director general de Michelin, junto con el jefe de Roche, el consejero delegado de Royal Dutch Shell, el presidente de BP, el  consejero delegado de Siemens Austria y los jefes de varios conglomerados industriales como Techint e Investor AB y otros. Mientras, las gigantes tecnológicas y de internet estarán representadas por el presidente ejecutivo de Google, Eric Schmid, así como por el fundador de PayPal y director de Facebook, Peter Thiel.

Por lo que ha podido conocerse de la agenda principal de la conferencia, a los poderes políticos y ecónomicos transnacionales parece preocuparle el desarrollo de la inteligencia artificial y los riesgos del ciberespacio además de las próximas elecciones en EE.UU., la agitación en Grecia y la posición de Rusia en el mapa político mundial. Ahí podría decidirse, entre bambalinas, el próximo presidente estadounidense, o un eventual acuerdo con Rusia. Pero la imagen que acompaña estas líneas es explícita y sugerente: al igual que un iceberg, los miembros del Club, una vez más, nos ocultarán el grueso de sus discusiones y decisiones.

Este silencio tácito ha sido posible gracias a que el Club también representa a la élite de los medios de comunicación a ambos lados del Atlántico. En ese sentido el magnate David Rockefeller ha dicho: "Durante casi cuarenta años el Washington Post, el New York Times, el Time Magazine y otros prestigiosos medios corporativos han acudido a nuestros encuentros y respetado su promesa de discreción".

Si bien no sabemos del todo su manera de actuar, es indudable que el Club Bildeberg apuesta por un Nuevo Orden Mundial que se alimenta de las guerras, de descalabros financieros y crisis políticas, de terrorismo de alta o baja intensidad, imprescindibles para sostener el sistema. Y en ese intento encuentra hoy el escollo de otros poderes emergentes como Rusia y China, que buscan un Sistema Internacional al parecer mas policéntrico. De seguro estos temas darán, en los próximos días de discusiones, más de un dolor de cabeza.

Publicado en Cubasi.cu

martes, 3 de junio de 2014

Objetivo Brasil



Daynet Rodríguez Sotomayor


Cuando el 12 de junio se dé el pitazo inicial del Mundial de Fútbol Brasil 2014 y las ilusiones de millones de personas estén sujetas al ir y venir del balón, atrás habrá quedado un largo camino de clasificatorias para los equipos; y para el anfitrión, meses de arduo trabajo constructivo y logístico, en medio de una intensa campaña mediática contra un país que quiere ser protagonista.

Es una apreciación muy personal, pero cada día, en mi búsqueda de información para Cubasí, he visto titulares y despachos, despliegues gráficos y televisivos, que intentan desprestigiar de alguna forma la capacidad de los brasileños para organizar un evento de esta magnitud. Y no solo el Mundial de Fútbol. Los Juegos Olímpicos, que tendrán por escenario la Ciudad Maravillosa, Río de Janeiro, también han sido blanco de frecuentes ataques.

Las principales agencias han amplificado, con su legendaria habilidad, las protestas contra Dilma, los supuestos desalojos, las tomas de favelas, las posibles fallas en las infraestructuras, los preparativos de la industria del sexo... Más que destacar las incontables bellezas de un país que parece bendecido, o el entusiasmo de los brasileños por un deporte que allí es pasión y religión, los reporteros insisten, una y otra vez, en encontrar y resaltar las manchas.

Hoy mismo, por ejemplo, publican que el respaldo de los brasileños al Mundial cayó del 58 por ciento, registrado el pasado febrero, al 51 por ciento actual, de acuerdo a una encuesta divulgada este martes por el instituto Ibope, a diez días de que comience el torneo.

Aclaro, no digo que no haya manchas. Como en todos lados. Pero si el Mundial se hubiera celebrado en algún país de los poderosos, la matriz de opinión sería otra. Ya Alemania lo demostró: cuando fueron anfitriones en el 2006 se reforzaron los estereotipos de perfección, puntualidad, estadios impecables, estabilidad social, gobernabilidad, desarrollo... ¿Es que en Alemania no hay corrupción, ni prostitutas?

A menudo escucho a mi alrededor que los esquemas de análisis ricos-pobres, primer mundo-tercer mundo, están obsoletos. El mundo, dicen, ha cambiado. Pero cuando esos mismos esquemas sirven para etiquetarnos, cuando una nación como Brasil organiza un evento múltiple y no le van los adjetivos de perfección, estadios impecables, ni gobernabilidad, tengo que pensar que algunas cosas elementales no han cambiado tanto, sino la manera en que quieren que las miremos.

El Club Bilderberg, puede dar una pista. Entre lo poco que trascendió de la reunión anual del misterioso grupo, me llamó la atención una noticia: sus integrantes se propusieron la defensa a ultranza del modelo unipolar. La confesión es cínica, pero transparente: las principales potencias no van a permitir una nueva correlación de fuerzas. Y en ese sentido, Brasil molesta. Integrante del grupo de concertación Brics, con una economía pujante, un mercado interno de millones de habitantes, que poco a poco va tejiendo su propia red de alianzas, y con una proyección integradora hacia América Latina y el Caribe, el gigante sudamericano puede ser visto como una amenaza de influencia a escala regional, y en un futuro quizás más lejano, mundial. Y la fiesta del fútbol, como los Juegos Olímpicos, son una excelente vitrina para demostrar sus intenciones y posibilidades.

Por todo eso, Brasil huele a peligro. Y aunque el mundo sea una fiesta futbolera, los cañones mediáticos -que equivale a decir, del poder trasnacional-, siguen en guerra, defendiendo "a ultranza" el modelo unipolar. Ellos no han dejado, ni dejarán de disparar.