NUEVA YORK. - Aún es una incógnita qué le sucederá a uno de los prisioneros más jóvenes en Guantánamo, cuya libertad fue ordenada por una jueza estadounidense luego de más de siete años de cautiverio porque su “confesión” fue arrancada mediante torturas.
La jueza federal de distrito Ellen Segal Huvelle ordenó el jueves al gobierno de Estados Unidos liberar a Mohammed Jawas, quien tenía entre 12 y 14 años cuando fue capturado en Afganistán en 2001.
Pero el Departamento de Justicia (fiscalía general) replicó que contaba con nuevos testimonios de su culpabilidad y que consideraba presentar una acusación penal en su contra en el fuero civil.
Si la acusación avanza, Jawad probablemente sea transferido de la prisión en la base naval de Washington en enclave de Guantánamo, Cuba, a una cárcel en territorio estadounidense para su juzgamiento.
De lo contrario, podría ser repatriado a Afganistán, como lo ha solicitado el gobierno de ese país, que se manifestó dispuesto a recibirlo inmediata e incondicionalmente.
“Ya se le impuso demasiado a este joven hasta ahora”, sentenció la jueza Huvelle al ordenar la repatriación de Jawad a Afganistán para el 6 de agosto y que se le informe sobre el procedimiento para el 24 de ese mes.
El fallo aplica normas recientemente aprobadas por el Congreso legislativo que obstaculizan el ingreso en territorio estadounidense de prisioneros en Guantánamo, capturados en el marco de la “guerra contra el terrorismo” declarada en 2001 por el entonces presidente George W. Bush.
Pero una acusación penal en Estados Unidos “es una posibilidad muy real”, señaló el diario The New York Times invocando como informante a un funcionario del Departamento de Justicia. “Lo que aún no podemos asegurar es que podamos recopilar suficiente evidencia para sostener una demanda.” El abogado castrense de Jawad, mayor David J. R. Frakt, dijo que se opondrá a todas las gestiones del gobierno para trasladar el caso de su cliente a un tribunal en Estados Unidos.
“La jueza Huvelle dejó en claro que el señor Jawad fue ilegalmente arrestado y que el gobierno no cuenta con evidencia creíble para mantenerlo detenido”, dijo uno de los abogados del joven en el fuero civil, Jonathan Hafetz, de la Unión para las Libertades Civiles de Estados Unidos (ACLU).
“Tenemos todas las razones para creer que esta pesadilla de abusos se terminó, y que el señor Jawad retornará pronto con su familia en Afganistán. Hemos trabajado con el gobierno afgano y confiamos en que no será maltratado allí”, agregó.
La jueza Huvelle criticó en su dictamen tanto al gobierno de Bush como al de su sucesor, Barack Obama, por su “constante patrón” de chicanas legales en este proceso.
También advirtió que una acusación penal sería de muy difícil andamiento, debido al tratamiento abusivo que recibió en Guantánamo. Sin embargo, aclaró que no tiene facultades para impedir una acusación penal.
“Luego de esta larga, terrible y tortuosa historia, espero que el gobierno lo repatríe pronto”, añadió. “Ya se le impuso demasiado a este joven hasta ahora.” Jawad fue arrestado por la policía afgana en diciembre de 2002, acusado de arrojar una granada dentro de un vehículo, lo que hirió a dos soldados estadounidenses y a su intérprete local.
El joven, entonces un niño, confesó la acción, pero luego aseguró que esa admisión le había sido arrancada mediante tortura. Según normas dictadas por el presidente Obama, la evidencia así obtenida no puede exponerse en un tribunal.
La Corte Suprema de Justicia dictaminó hace 13 meses que los prisioneros en Guantánamo pueden presentar recursos de hábeas corpus contra su detención. Desde entonces han presentado tales solicitudes casi todos los 241 cautivos allí, 28 de las cuales fueron exitosas.
Pero 19 de esos 28 prisioneros continúan detenidos, en buena medida porque el gobierno de Estados Unidos no logra que otros países muestren disposición a recibirlos.
Jawad fue confinado en primera instancia en la cárcel instalada en la base aérea estadounidense de Bagram, cerca de Kabul, y luego embarcado a Guantánamo.
Entre los abusos que sufrió, sus abogados mencionan privación de sueño y traslados frecuentes de celdas, 112 en dos semanas, lo cual tiene un efecto psicológico demoledor.
Ese procedimiento implicaba que en cada traslado era encadenado con grilletes, obligado a arrastrar los pies y vuelto a desencadenar cada dos horas y 50 minutos promedio.
La organización de derechos humanos Human Rights First afirmó también que Jawad intentó suicidarse.
La ACLU informó que Jawad es uno de los dos prisioneros en Guantánamo acusados por actos supuestamente cometidos cuando eran menores de edad según las leyes de Estados Unidos.
“No hay evidencia ni base legal que justifique la detención y acusación de Jawad. Su liberación no supone ningún riesgo” de seguridad, aseguró su ex abogado, coronel Darle Vandeveld, quien renunció en protesta por los mecanismos sesgados de los juicios castrenses en Guantánamo.
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