Por Daynet Rodríguez
Ciudad militarizada, toque de queda, asesinatos selectivos, protestas, miedo, nuevas protestas y otro día sin saber qué pasará. No viví los años de horror de América Latina pero he visto-oido más de un testimonio: desde el Te recuerdo Amanda de Víctor Jara hasta La noche de los lápices y Garaje Olimpo. Desde la inmejorable denuncia de Rubén Blades en Desaparecidos, hasta La historia oficial. Y todo eso me hace imaginar que no debe ser fácil vivir en un estado de facto, en un país sitiado como lo es hoy Honduras, y preguntarse diariamente ¿hasta cuándo durará una situación que todo el mundo condena?
Lo confiesa hoy el director técnico de la selección hondureña de fútbol en vísperas del juego con Canadá por las semifinales de la Copa de Oro. La escuadra centroamericana alcanzó el segundo lugar en el grupo B con seis puntos y busca seguir avanzando. Pero "hay momentos de depresión e incertidumbre", según afirmó el entrenador Reynaldo Rueda, al referirse al estado de ánimo de los jugadores hondureños desde el 28 de junio cuando se instaló un gobierno de facto y el presidente Manuel Zelaya fue sacado del poder.
"Es una pena lo que sucede en el país porque altera la armonía del grupo, que no puede evitar una preocupación constante por sus familias", reconoció Rueda.
Honduras intentará seguir en la lucha por la Copa, pero el golpe de estado ya ha hecho mella no solo en la psicología de los atletas sino también en sus resultados. En su más reciente choque cayeron ante EE.UU. dos goles por cero.
La inestabilidad política en el país podría hacerles perder, también, la localía de los próximos partidos, un freno a las aspiraciones de los hondureños.
En ese sentido, dijo Rueda, "esperamos que todo vuelva a la normalidad para que juguemos ante nuestra afición que tanto nos apoya".
Mientras, sus compatriotas continúan por decimonoveno día consecutivo en las calles, para denunciar a los golpistas y recuperar la gobernabilidad, que es también presenciar un partido de fútbol en paz.
Ciudad militarizada, toque de queda, asesinatos selectivos, protestas, miedo, nuevas protestas y otro día sin saber qué pasará. No viví los años de horror de América Latina pero he visto-oido más de un testimonio: desde el Te recuerdo Amanda de Víctor Jara hasta La noche de los lápices y Garaje Olimpo. Desde la inmejorable denuncia de Rubén Blades en Desaparecidos, hasta La historia oficial. Y todo eso me hace imaginar que no debe ser fácil vivir en un estado de facto, en un país sitiado como lo es hoy Honduras, y preguntarse diariamente ¿hasta cuándo durará una situación que todo el mundo condena?
Lo confiesa hoy el director técnico de la selección hondureña de fútbol en vísperas del juego con Canadá por las semifinales de la Copa de Oro. La escuadra centroamericana alcanzó el segundo lugar en el grupo B con seis puntos y busca seguir avanzando. Pero "hay momentos de depresión e incertidumbre", según afirmó el entrenador Reynaldo Rueda, al referirse al estado de ánimo de los jugadores hondureños desde el 28 de junio cuando se instaló un gobierno de facto y el presidente Manuel Zelaya fue sacado del poder.
"Es una pena lo que sucede en el país porque altera la armonía del grupo, que no puede evitar una preocupación constante por sus familias", reconoció Rueda.
Honduras intentará seguir en la lucha por la Copa, pero el golpe de estado ya ha hecho mella no solo en la psicología de los atletas sino también en sus resultados. En su más reciente choque cayeron ante EE.UU. dos goles por cero.
La inestabilidad política en el país podría hacerles perder, también, la localía de los próximos partidos, un freno a las aspiraciones de los hondureños.
En ese sentido, dijo Rueda, "esperamos que todo vuelva a la normalidad para que juguemos ante nuestra afición que tanto nos apoya".
Mientras, sus compatriotas continúan por decimonoveno día consecutivo en las calles, para denunciar a los golpistas y recuperar la gobernabilidad, que es también presenciar un partido de fútbol en paz.
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