El presidente norteamericano desplegó su don de anfitrión ante el profesor negro que fue víctima de un episodio racial y el policía que lo detuvo brevemente por creerlo un ladrón. Entre copas, se intentó aplacar la polémica. Un chiste sobre el tema en CambiosenCuba
Por David Usborne
Barack Obama puede haber dañado significativamente su imagen con los votantes –especialmente votantes blancos– cuando intervino en una controversia sobre el breve arresto de un profesor de Historia negro de Harvard hace unos días al llamar “estúpida” la acción policial en el caso, según las nuevas cifras de las encuestas dadas a conocer ayer. Un sondeo hecho por el Centro Pew Research encontró que el 41 por ciento de todos los votantes desaprobaban el manejo del asunto por Obama, comparado con sólo el 29 por ciento que lo aprobaba. Los datos fueron dados a conocer el mismo día en que el presidente recibió en un clima amistoso a ambos actores del drama –el profesor Henry Louis Gates y el sargento James Crowley– en el jardín de la Casa Blanca para abrir unas cervezas frías y, con buena suerte, suavizar las cosas. La foto de la reunión lo decía todo. Obama, su vice Joe Biden y los otros dos protagonistas del novelón racial que tiene hipnotizados a los medios norteamericanos sentados alrededor de una mesa de jardín tomando unas cervezas y picando unos maníes. “No se trata de una cumbre de la cerveza, como la presentaron los medios; somos sólo cuatro personas que toman un trago al final del día”, describió Obama, intentando bajarle el tono al maltrago. El profesor Gates había sido detenido brevemente después de haber entrado en un altercado verbal con el sargento, quien estaba respondiendo a un llamado al 911 sobre un posible robo en la casa de Gates. En realidad, una vecina se equivocó creyendo que el ladrón era el profesor, quien volvía de viaje y no lograba sacar la llave que se le había quedado trabada en la cerradura. Lo que apenas hubiera merecido una mención en el diario del pueblo se convirtió en un tema de discusión internacional. La imagen del profesor Gates, una eminencia en estudios afroamericanos y ganador de numerosos premios, quejándose de que había sido víctima de la policía, le dio una dimensión racial al asunto. Como si no fuera suficiente, luego Obama se sumó al malentendido durante una conferencia de prensa al sugerir que la policía había “actuado estúpidamente”. Más tarde se retractó un poquito, diciendo que debería haber “calibrado” más cuidadosamente su comentario. La encuesta de Pew encontró que Obama había “sufrido importantes bajas” en sus porcentajes de aprobación en el pasado mes y uno de los motivos parece haber sido sus comentarios sobre el arresto en Boston. Entre los blancos, dijo el sondeo, la baja era mayor. La llamada “cumbre de la cerveza” se realizó a pasos de las hamacas que cotidianamente usan las hijas del presidente. El escenario fue elegido para relajar a los invitados y distraerlos de las cámaras que los acompañaron desde lo lejos. Mientras Obama desplegaba su don de anfitrión en la mesa de plástico, sus consejeros trataron de minimizar las expectativas por el inédito encuentro. “Este no es un informe postacción”, insistió el vocero Robert Gibbs, añadiendo que la Casa Blanca “no está para mediar con disculpas”. Llamar la atención otra vez sobre el revuelo de Boston puede no resultar en beneficio del presidente, quien esta semana recibió otra mala noticia de boca de las encuestas. Un sondeo del Wall Street Journal y de la cadena NBC publicado ayer mostró que mientras el público estadounidense estaba dividido equitativamente en junio sobre la reforma de salud promovida por Obama, las cifras en julio mostraron una aguda caída. Un 36 por ciento seguía apoyando la reforma, mientras que el 42 por ciento señalaba que era una mala idea para las finanzas federales.
* De The Independent de Gran Bretaña. Especial para Página/12. Traducción: Celita Doyhambéhère.
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