miércoles, 30 de septiembre de 2009
Osvaldo Martínez: La economía mundial sigue en el precipicio
Por Oliver Zamora Oria
Concluyó la Cumbre del G-20 en la ciudad norteamericana en Pittsburg, sin vencer el reto de ser más productiva que sus dos antecesoras.
El optimismo brotó solo en las declaraciones de los mandatarios y en las reseñas de los medios, sin embargo, los tímidos acuerdos no justifican la confianza. Sobre lo acordado y también sobre lo excluido en la cita, reflexionó el doctor Osvaldo Martínez, Presidente de la Comisión de Asuntos Económicos del Parlamento cubano.
-¿Salió la economía mundial del precipicio, como dijo Obama?
-Se trató de dar a esta Cumbre un sesgo de optimismo, que no tiene una base sólida. Nada demuestra que la economía mundial haya iniciado una recuperación franca y clara. Solamente hay algunos tímidos y muy leves indicadores positivos. Decir que la crisis ya pasó no es más que un buen deseo”. Esto básicamente recoge el documento y el espíritu de la reunión del G-20: dar por iniciado un proceso de recuperación que está lejos de poder afirmarse que exista.
Después hay otro elemento que me parece interesante, y es que se insiste de nuevo en el reforzamiento del papel del Fondo Monetario Internacional. Esa institución, que ha sido el emblema de la política neoliberal restrictiva más acentuada, criticada por sus fracasos estruendosos en política económica que en parte llevaron a esta crisis; ese organismo es el que emerge de estas reuniones del G- 20 como el brazo operativo y la gran institución encargada de dirigir el proceso de restablecimiento de la economía mundial. Es evidentemente un absurdo y es escoger a la peor de las instituciones posibles para darles esa posibilidad.
Hay otro aspecto a tener en cuenta. Mucho se ha afirmado de que la crisis se debe a la falta de regulación, una crítica superficial muy utilizada en este tiempo. Sabemos que la crisis surge de lo más profundo del sistema capitalista; el compañero Fidel en sus Reflexiones nos hablaba de la ilusión de un desarrollo capitalista sin crisis, refiriéndose a estas cumbres del G-20, donde se habla mucho de regulación, pero poco o nada se acuerda en concreto al respecto.
-¿Cómo se explica esa contradicción?
-Pienso que hay tal fortaleza en esa oligarquía financiera neoliberal que ha obtenido ganancias fabulosas con la especulación financiera, que por supuesto no pueden evitar las criticas a la desregulación, pero una cosa son las criticas verbales o las que se expresan en un documento, y otra los acuerdos concretos que ejercerían esa regulación y la convertirían en realidad.
Creo que se pueden poner dos ejemplos. Uno es el problema del famoso apalancamiento, o sea, la relación que hay entre los activos de una entidad financiera y la cantidad de obligaciones que tiene emitida esa entidad, que llegaron a límites escandalosos en medio de esta crisis. Sobre el apalancamiento lo único que aquí hay son aseveraciones de que es necesario regular esto, pero todo queda para allá… para el 2012. Otro es el problema de la intervención de autoridades superiores en entidades que operen en más de un país, lo cual ocurre en casi todas las entidades financieras de este mundo globalizado. Igual todo queda para reuniones que deben efectuarse.
Da la impresión que se esta esperando a que la crisis pase, a que se suavicen las condiciones, para disolver en tinta todas estas cosas y que la regulación no pase de ser un tema de critica verbal.
-Las palabras de muchos mandatarios asistentes quedan entonces en oportunismo político. ¿Esa es la realidad?
-Ha habido muchas de esas frases grandilocuentes sobre refundar el capitalismo. En realidad el capitalismo es imposible refundarlo sin crisis económicas; las crisis son inherentes al sistema. Desde 1825 en que Marx registró estadísticamente la primera crisis en la economía inglesa, han ocurrido cientos de crisis y esta es una más y después de esta vendrán otras inevitablemente. De manera que esto de refundar el capitalismo sin crisis son solo frases grandilocuentes y falsas.
-”El G-20 plantea un cambio radical del sistema financiero mundial”, fue uno de los titulares del periódico argentino El Clarín el pasado 25 de septiembre. Como El Clarín muchos medios de prensa reprodujeron esta idea. ¿Es real lo que se plantea? ¿Se tomaron acuerdos radicales para los cambios que requiere el sistema financiero?
-Ni remotamente. Hay una diferencia entre las afirmaciones de una Declaración Final en la cual se dice que harán tal cosa y las medidas concretas que en realidad se han tamado. Un año y tanto después de haber estallado la crisis con toda intensidad, la regulación realmente acordada se reduce a nada. Hoy siguen existiendo las mismas libertades para el libre movimiento del capital. Simplemente el capital ya no está circulando con tanta libertad como antes, y no porque haya regulaciones, sino porque hay una crisis.
Respecto a las transacciones especulativas, algo tan elemental y tímido como fue aquel planteamiento de la Tasa Tobin, de gravar con un 0,01 por ciento las transacciones especulativas, nada de eso siquiera se ha puesto en funcionamiento hasta ahora. Condenan el escándalo de entregar bonos corporativos por decenas de millones de dólares a ejecutivos de bancos fracasados, pero hasta el día de ayer se continuaba haciendo.
Hay que separar el texto y las declaraciones políticas de la realidad de la economía mundial. La realidad es que hay una crisis que ha tenido algún ligero repunte, pero no está asegurada una recuperación, incluso hay posibilidades de un nuevo descenso para comienzo del próximo año 2010 y la realidad es que estas cumbres que prometen un desarrollo capitalista sin crisis son ilusiones condenadas a darse de narices con la realidad.
-Recuerdo que en las cumbres anteriores se destacaban los planteamientos de las llamadas economías emergentes pidiendo más peso en las toma de decisiones. ¿Lo han logrado en esta tercera cumbre?
-Han ganado alguna capacidad de voz; ya no estamos hablando de las cumbres de G-7 que eran mucho más restrictivas. En las cumbres de G-20 se ha tenido que admitir una nueva realidad de la economía mundial que es un conjunto de países emergentes, como Brasil, China, Rusia, la India, que empiezan a tener un peso muy importante en la comercio internacional. Resulta demasiado absurdo hacer reuniones de líderes mundiales con la ausencia de estos países; sin embargo, está por ver si esa ganancia en términos de voz se traduce en influencia sobre decisiones concretas y reales. Se habla, por ejemplo, de concederles a los países emergentes un cinco por ciento de capacidad de voto en el FMI. Habría que estudiar detenidamente si esto representa algo así como eliminar el derecho de veto que tiene Estados Unidos dentro de FMI. Dudo que así sea.
-Se dice también que el dólar está bajo la lupa en estas reuniones. ¿En qué posición queda la divisa estadounidense?
-Cuando hablamos del papel de dólar nos referimos al principal resorte de poder en manos de Estados Unidos todavía: ese privilegiado papel del dólar en la economía mundial. Hay un creciente movimiento a favor de una reforma del sistema monetario internacional que cambie ese privilegio exclusivo del dólar y refleje con más claridad la correlación de fuerzas mundiales que hay hoy. Hay acuerdos como los de Brasil y Argentina, de China con un grupo de países asiáticos para no utilizar el dólar en las relaciones internacionales. Ha habido la posición iraní desde el año 2003 para establecer un mercado petrolero en euros y no en dólares, o sea, un conjunto de movimientos en esa direcciones, pero en la reunión del G-20 en Pittsburgh esto no parece haber tenido un peso importante.
Se habla en general de la necesidad de reducir los desequilibrios de la economía mundial, pero sin esclarecer cuáles son esos desequilibrios. En realidad los mayores desequilibrios los tiene la economía de Estados Unidos, pero la declaración se mueve en un plano de generalidad. Es muy importante reconocer que existe un movimiento creciente y en esto los nuevos países emergentes juegan un papel para reformar un insostenible sistema monetario internacional
-Seguro leyó el artículo de Paul Krugman titulado “¿Cómo pudieron equivocarse tanto los economistas?” Retomando lo que dice Krugman y ahora sus palabras, podemos deducir que no solo se equivocaron, sino que concientemente caen sobre su propio error.
-Yo pienso que sí. Si vamos a ser justos preguntaríamos por qué se equivocaron tanto los economistas no marxistas y no de izquierda, porque en el campo de los economistas marxistas y de izquierda esta crisis fue pronosticada ampliamente desde numerosos ángulos y por numerosos compañeros. En realidad fueron los economistas del establishment los que no fueron capaces de pronosticarla, a pesar que la crisis era evidente que venía. Solamente uno de ellos, Nouriel Rubini, fue capaz de pronosticar que venía una crisis y describirla con exactitud aproximada. De manera que no es por qué se equivocaron tanto los economistas en general. Es la opacidad que a los economistas capitalistas les provoca su pertenencia a determinada clase, y su defensa de un sistema, la razón que explica esa tendencia a la equivocación.
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