De nuevo los medios ante un dilema ético, publicar o no la foto de una situación extrema: en este caso los últimos y agonizantes momentos del cabo Joshua Bernard. ¿Cuál es nuestro deber?, se habrán preguntado en la agencia AP, responsable de la divulgación de la foto. Informar, supongo sería la respuesta y un poco más entrelíneas, vender. Pero lo que más me llama la atención es la moralina del señor Robert Gates, el primero en protestar ante la publicación de la imagen del soldado pero sin muchos remordimientos a la hora de mandar a sus compatriotas a la guerra y un seguro partidario de la nueva estrategia para Afganistán, que entre otras cosas exige más hombres en el frente. La reacción pone de manifiesto esa habitual pacatería de la sociedad norteamericana en cuestiones de forma, pero además expresa las alarmas en el status quo. Es muy peligroso eso de andar revelando los horrores de una guerra y muy dañino mostrar lo que verdaderamente ocurre con los jóvenes que el pueblo norteamericano ha entregado a la lucha contra el terrorismo. Ya se ha dicho muchas veces: una imagen vale más que mil palabras.
Aquí les dejo la noticia y la foto para que vean de qué va el asunto.
La publicación de la fotografía de un joven soldado estadounidense, desmembrado y agonizante en el campo de batalla en Afganistán, provocó una dura reacción del Pentágono, que consideró la imagen contraria al sentido de "decencia común".
La decisión de la Associated Press de difundir a sus abonados la imagen de los últimos momentos de vida del cabo Joshua Bernard fue "espantosa" y daña "el respeto a las personas", escribió el ministro de Defensa, Robert Gates, a la mayor agencia de noticias estadounidense.
Gates le escribió al presidente de la Associated Press, Thomas Curley, después de recoger la protesta del padre del soldado, muerto a causa de las heridas sufridas el 15 de agosto en la provincia de Helmand.
"No soy enemigo de la prensa, pero vuestra falta de compasión y de sentido común al poner la fotografía de este joven desmembrado y mortalmente herido en las portadas de numerosos diarios es espantosa", señaló Gates.
El ministro afirmó que la decisión no estaba relacionada "con la ley o el derecho constitucional" a la libre expresión, sino que "aquí estaba en juego el sentido común y el respeto a las personas".
En la imagen tomada por la fotógrafa Julie Jacobson el soldado aparece sangrando y moribundo, asistido por dos de sus compañeros después de haber sido alcanzado por una granada cerca de la localidad de Dahaneh.
Jacobson tomó las fotografías desde lejos, con teleobjetivo, bajo el fuego de los talibanes, sin saber realmente qué imágenes estaba registrando.
"Luego lo ví, a diez metros de distancia, con una pierna arrancada por la explosión y otra todavía conectada al cuerpo por un fragmento de piel, y perdí el conocimiento", confesó la fotógrafa.
Directivos de la Associated Press aseguraron que la decisión de difundir la fotografía fue difícil. "Nuestros periodistas documentan acontecimientos mundiales todos los días, y Afganistán no es la excepción", dijo Santiago Lyon, el jefe del servicio fotográfico de la agencia.
"Es nuestro deber mostrar la realidad de la guerra, por más desagradable y brutal que sea", añadió.
La agencia esperó a que el 24 de agosto se celebrasen los funerales del joven marine de 21 años, originario de Maine, antes de difundir la fotografía. La idea fue dar a los diarios abonados tiempo para reflexionar sobre la oportunidad de publicarla o no.
Algunos medios se negaron a publicarla, pero otros hasta escribieron editoriales para justificar la impresión de la imagen.
Imágenes de soldados estadounidenses heridos o muertos son raras porque es difícil para un periodista tener acceso a la línea de combate. Además, las reglas del Pentágono impiden mostrar las fotografías hasta que las familias no sean advertidas.
Después de años de prohibición, el gobierno del nuevo presidente de Estados Unidos, Barack Obama, dio en abril luz verde para la distribución de fotografías de los ataúdes que llegan al país trayendo los restos de soldados muertos en Irak o en Afganistán, pero las imágenes de cadáveres o heridos siguen siendo motivo de polémicas.
ANSA
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