miércoles, 6 de abril de 2011

Miradas que matan

Por Daynet Rodríguez Sotomayor

Hace unos días un cable de Wikileaks confirmó que EEUU intentó usar a Colombia de punta de lanza en sus planes contra la región. Y digo confirmó porque desde el famoso Plan Colombia, a la posterior ubicación de siete bases militares norteamericanas en el país andino, o sus altibajos con Venezuela y su diferendo con Ecuador, se ha sabido de la vocación cizañera de sus gobiernos recientes. Una tradición que el mandatario Juan Manuel Santos parece querer honrar: la víspera pidió a EEUU que mire más a América Latina. Viéndolo así, mirar, lo que se dice mirar, no es tan malo. Pero Santos pone el dedo en una vieja llaga aderezada con sucesos actuales: a su juicio, nuestro vecino del norte sufre “un síndrome que es un poco lo contrario a la miopía: Ve muy bien de lejos, pero no ve muy bien de cerca. Y no se está dando cuenta de que el resto del mundo le está poniendo mucha atención a América Latina”. La vieja llaga: ¿cómo ha mirado tradicionalmente EEUU a nuestra región?  "Una legión de piratas, mercaderes, banqueros, marines, tecnócratas, boinas verdes, embajadores y capitanes de empresa norteamericanos se han apoderado, a lo largo de una historia negra, de la vida y el destino de la mayoría de los pueblos del sur", escribía Eduardo Galeano en 1971 en el famoso ensayo Las venas abiertas de América Latina. Y ponía un ejemplo, entre otros muchos, de la propia realidad colombiana:  "la exportación «colombiana» de petróleo crudo ha sido siempre, estrictamente, una transferencia física de aceite crudo desde un campo norteamericano de extracción hasta unos centros industriales de refinado, comercialización y consumo en Estados Unidos". Santos debía recordar la historia, porque no será muy distinto ahora. Aunque Obama lo proclame, jamás será posible una alianza entre iguales. Y la nueva llaga: ¿cómo ve EEUU, por ejemplo, a sus objetivos estratégicos en otras regiones? Con misiles teledirigidos y bombas, cuando se trata de naciones ricas pero revoltosas como Libia; y apenas mira cuando un aliado como Israel viola constantemente los derechos humanos del pueblo palestino. Con esas miradas que matan, mejor ser invisibles.

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