viernes, 8 de diciembre de 2017
Donald Trump, Jerusalén y los desafíos hegemónicos
Daynet Rodríguez Sotomayor/Publicado en Cubasi.cu
Ante una decisión que socava todos los intentos de pacificar la región y deja sin muchos argumentos hasta a los propios aliados árabes de EE.UU., cabría preguntarse, ¿qué sostiene la más reciente “movida” de Trump?
Como era de esperarse, la decisión del presidente Donald Trump de reconocer oficialmente a Jerusalén como capital de Israel y reubicar allí su embajada tradicionalmente asentada en Tel Aviv, en una violación de los intereses legítimos del pueblo palestino y de las naciones árabes e islámicas, ha desatado la repulsa de la comunidad internacional.
Las declaraciones de varios líderes mundiales, tantos políticos como eclesiásticos, ejemplifican ese malestar ante un hecho que sin dudas añade pólvora al Medio Oriente, la zona más tensa y volátil del mundo, y representa una nueva escalada en el conflicto de larga data entre israelíes y palestinos. Entre las últimas reacciones, el líder de Hamas llamó este jueves a un nuevo levantamiento (Intifada) contra Israel, pues, dijo, las declaraciones de Trump sobre Jerusalén constituyen 'una declaración de guerra'.
Ante un anuncio que socava todos los intentos de pacificar la región y deja sin muchos argumentos hasta a los mismos aliados árabes de EE.UU., cabría preguntarse, ¿qué sostiene la más reciente “movida” de Trump?
En primer lugar, es evidente la mano del poderoso lobby pro-israelí, ese vasto ecosistema de presión que exige apoyo incondicional de parte de EE.UU. hacia la nación del Medio Oriente, y está integrado por numerosas organizaciones como el Comité Americano de Asuntos Públicos sobre Israel (American Israel Public Affairs Committee, AIPAC). Ningún otro grupo ha ejercido más influencia en la política exterior norteamericana: el lobby judío ha sabido administrar, con creces, la importancia geopolítica de Israel para la Seguridad Nacional de Estados Unidos, como pieza clave de contención de lo que han identificado como amenazas en la región, especialmente Irán. Es tan umbilical la relación que desde el nacimiento del Estado de Israel en 1948, el pequeño país ha sido 'el más grande receptor de asistencia exterior estadounidense desde la Segunda Guerra Mundial', de acuerdo al Servicio de Investigaciones del Congreso.
También han jugado su papel los donantes individuales en la campaña presidencial. Personajes, por ejemplo, como el multimillonario sionista Sheldon Adelson y su esposa, quienes se sabe aportaron unos 35 millones en el camino de Donald Trump a la Casa Blanca, así como otros cinco millones para organizar su toma de posesión. Hasta de influencia familiar puede hablarse en este tema, pues es conocido que el yerno de Trump, Jared Kushner, es judío y un contribuyente asiduo a la causa pro-israelí.
No es desdeñable, tampoco, el impacto que este anuncio genera en las bases electorales de Trump, esas que lo llevaron a la inesperada pero rotunda victoria hace un año. En este caso, se trataría de la comunidad evangélica, núcleo duro de esa identidad nacional estadounidense que el mandatario se ha propuesto "hacer grande, nuevamente". Unas bases que salieron a votar en masa, que han demostrado ser leales e inamovibles en su apoyo al presidente, y que hasta el momento simpatizan y aprueban todo lo que hace, hasta lo más descabellado.
De acuerdo con un artículo de opinión publicado por The Economist, "en los últimos 20 años, el apoyo inspirado por la religión para Israel (y para las políticas israelíes de línea dura) ha sido un poderoso impulso en el lado conservador de la política estadounidense. La idea de que el propósito de Dios está trabajando en la reunión del pueblo judío es muy querida para los corazones del 80% de los votantes evangélicos que optan por los candidatos republicanos".
Las declaraciones de Paula White, pastora evangélica de la Florida y miembro del Consejo Asesor de fe del presidente, son ilustrativas: "Los evangélicos están encantados, porque Israel es para nosotros un lugar sagrado y el pueblo judío es nuestro mejor amigo". Estos sentimientos, agrega The Economist, son típicos de un círculo interno de evangélicos que ayudó a llevar al señor Trump al poder y eso lo ha presionado para mantener sus promesas amistosas con Israel.
El anuncio también es fiel a su filosofía de que si algo no ha funcionado, debe cambiarse. Trump declaró que estaba poniendo fin a un enfoque que durante décadas no ha logrado avanzar en las perspectivas de paz, para de paso seguir distanciándose del legado de sus antecesores en la Casa Blanca. Y el giro le viene como anillo al dedo a su estilo de vivir la política como un reality show, espectacularizando cada día con nuevos titulares.
Todo ello es coherente, además, con el desdén de la actual administración hacia el sistema multilateral con la salida de la UNESCO y del acuerdo de París contra el cambio climático, o el desprecio a la Asamblea General, calificada por la embajadora Nikki Haley como un teatro durante el examen del tema del bloqueo a Cuba. Una asamblea general que ya había aprobado a Palestina como Estado observador no miembro, el mismo status que posee El Vaticano, un acuerdo que impulsó a varios países a reconocerla y establecer relaciones diplomáticas.
Si bien es cierto que la actual administración estadounidense no ha demostrado estar respaldada por una plataforma programática en política exterior, un convencimiento parece abrirse paso entre su dirigencia: la arquitectura internacional edificada por los propios EE.UU. tras la Segunda Guerra Mundial ya no le es funcional para manejar los destinos del mundo y asegurar el mantenimiento de su hegemonía. Es "una pérdida de tiempo", se sinceró Nikki Haley aquel día en la ONU. ¿A dónde nos llevará esta nueva visión? De momento, se ha impuesto una vez más el America First, sin importar lo que piense el resto del mundo. Con un costo político: el liderazgo de Estados Unidos de cara a la comunidad internacional ha quedado de nuevo dañado. Y el viejo conflicto israelo-palestino ve cada vez más lejana su definitiva solución.
viernes, 27 de octubre de 2017
Científicos y peritos cubanos: No hay pruebas de ataques acústicos (+ Documental)
En el documental "Presuntos ataques acústicos", realizado por el equipo de #RazonesdeCuba, científicos y peritos cubanos explicaron todo lo que se ha investigado en la isla para esclarecer los hechos, a pesar del obstáculo que ha significado no contar con pruebas ni con la información suficiente por parte de las autoridades norteamericanas... Un excelente material, con argumentos de sobra... Solo con la parte en la que el Jefe del servicio de seguridad diplomática de la isla dice que cuando su equipo se dirigió a su homólogo en la embajada de EEUU, tras la notificación del Departamento de Estado, encontró que este desconocía los hechos... y luego apareció como uno de los "afectados", habría noticia para más de una agencia. A continuación, el documental completo:
miércoles, 4 de octubre de 2017
¿"Ataques acústicos" o quién separa a las familias cubanas? (VIDEO)
La solución del extraño caso de los llamados "ataques acústicos", que según Estados Unidos, ha afectado la salud de una veintena de diplomáticos de ese país en La Habana parece ser la de separar a la familia cubana.
M.H.Lagarde/Tomado de Cubasi.cu
Después de retirar el pasado viernes al 60 por ciento de sus diplomáticos de su embajada en La Habana tras alegar que Cuba era incapaz de asegurar su seguridad, incapacidad por cierto que, como dijo el canciller cubano ayer en conferencia de prensa, se debe sobre todo a la exclusión por parte de EEUU de la parte cubana de las investigaciones, Estados Unidos aseguró que pospondría, por falta de personal, de manera indefinida, el programa de reconciliación familiar 20 mil visas anuales así como la entrega de visas para viajar a Estados Unidos. Al mismo tiempo la administración de Washington lanzó una advertencia para que sus ciudadanos no viajasen a Cuba por el peligro de ser afectados por la misteriosa "arma" que atentó contra la salud de 22 diplomáticos norteamericanos y suspendió las reuniones bilaterales entre los dos países que como parte de las negociaciones iniciadas en diciembre de 2014 deberían celebrarse en La Habana.
De igual forma, y sin argumento lógico alguno y luego que Cuba reiterara sus disposición de continuar la investigación y pidiera no politizar el asunto, este martes el gobierno de Estados Unidos decidió, en "reciprocidad", retirar al 60 por ciento de los diplomáticos cubanos, medida que limita al extremo las funciones consulares en la embajada cubana.
No hay que ser un agente de la serie televisiva Expedientes X para darse cuenta que resulta en extremo sospechoso que los dueños de la tecnología mundial y quienes además han utilizado armas biológicas contra los ciudadanos cubanos y realizado pruebas con radiación en civiles, niños y embarazadas de su propio país durante la Guerra Fría, se declaren incapaces de descubrir, luego de escamotearle las pruebas a los investigadores y médicos cubanos, el arma secreta que "enferma" a los norteamericanos en La Habana.
A falta de pruebas la única arma que parece haber en todo esto es la misma que sucesivas administraciones norteamericanas han utilizado durante casi medio siglo contra la Isla: la del recrudecimiento del bloqueo contra un pueblo cuya resistencia y dignidad pretende rendir por hambre.
En realidad, los llamados ataques acústicos a quienes parecen estar dirigidos, más que a los diplomáticos o ciudadanos norteamericanos, es contra las relaciones comerciales entre las dos naciones, el incipiente sector cuentapropista y sobre todo contra el derecho humano de reconciliación de la familia cubana.
Durante años la propaganda anticubana emitida desde los Estados Unidos aseguró que era el gobierno cubano quien encerraba a sus ciudadanos en las fronteras de la Isla, pero como dice el dicho, más rápido se coge a un mentiroso que a un cojo. Detrás de las nuevas medidas tomadas por el gobierno estadounidense para arruinar las relaciones iniciadas por el presidente Obama está sin dudas la mafia anticubana de Miami quien ha sufrido en los últimos años la bancarrota de su negocio del odio. Estos últimos además son los únicos que probablemente apoyen, en todo Estados Unidos, al presidente más antipopular de esa nación en todos los tiempos.
M.H.Lagarde/Tomado de Cubasi.cu
Después de retirar el pasado viernes al 60 por ciento de sus diplomáticos de su embajada en La Habana tras alegar que Cuba era incapaz de asegurar su seguridad, incapacidad por cierto que, como dijo el canciller cubano ayer en conferencia de prensa, se debe sobre todo a la exclusión por parte de EEUU de la parte cubana de las investigaciones, Estados Unidos aseguró que pospondría, por falta de personal, de manera indefinida, el programa de reconciliación familiar 20 mil visas anuales así como la entrega de visas para viajar a Estados Unidos. Al mismo tiempo la administración de Washington lanzó una advertencia para que sus ciudadanos no viajasen a Cuba por el peligro de ser afectados por la misteriosa "arma" que atentó contra la salud de 22 diplomáticos norteamericanos y suspendió las reuniones bilaterales entre los dos países que como parte de las negociaciones iniciadas en diciembre de 2014 deberían celebrarse en La Habana.
De igual forma, y sin argumento lógico alguno y luego que Cuba reiterara sus disposición de continuar la investigación y pidiera no politizar el asunto, este martes el gobierno de Estados Unidos decidió, en "reciprocidad", retirar al 60 por ciento de los diplomáticos cubanos, medida que limita al extremo las funciones consulares en la embajada cubana.
No hay que ser un agente de la serie televisiva Expedientes X para darse cuenta que resulta en extremo sospechoso que los dueños de la tecnología mundial y quienes además han utilizado armas biológicas contra los ciudadanos cubanos y realizado pruebas con radiación en civiles, niños y embarazadas de su propio país durante la Guerra Fría, se declaren incapaces de descubrir, luego de escamotearle las pruebas a los investigadores y médicos cubanos, el arma secreta que "enferma" a los norteamericanos en La Habana.
A falta de pruebas la única arma que parece haber en todo esto es la misma que sucesivas administraciones norteamericanas han utilizado durante casi medio siglo contra la Isla: la del recrudecimiento del bloqueo contra un pueblo cuya resistencia y dignidad pretende rendir por hambre.
En realidad, los llamados ataques acústicos a quienes parecen estar dirigidos, más que a los diplomáticos o ciudadanos norteamericanos, es contra las relaciones comerciales entre las dos naciones, el incipiente sector cuentapropista y sobre todo contra el derecho humano de reconciliación de la familia cubana.
Durante años la propaganda anticubana emitida desde los Estados Unidos aseguró que era el gobierno cubano quien encerraba a sus ciudadanos en las fronteras de la Isla, pero como dice el dicho, más rápido se coge a un mentiroso que a un cojo. Detrás de las nuevas medidas tomadas por el gobierno estadounidense para arruinar las relaciones iniciadas por el presidente Obama está sin dudas la mafia anticubana de Miami quien ha sufrido en los últimos años la bancarrota de su negocio del odio. Estos últimos además son los únicos que probablemente apoyen, en todo Estados Unidos, al presidente más antipopular de esa nación en todos los tiempos.
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Trump en Puerto Rico: Lanza papel higiénico a damnificados (+Videos)
Pasados 13 días del impacto catastrófico del huracán María, Donald Trump visitó este martes Puerto Rico generando más polémica que alivio, reseñó El País.
En su visita, dice la nota del diario, "el presidente de EE UU –que tardó solamente dos días en visitar Texas después del huracán Harvey y tres en acudir a Florida tras Irma– no anunció medidas concretas de apoyo y se centró en el autoelogio, ensalzando los esfuerzos "increíbles" de su administración en la asistencia a los damnificados y en los primeros pasos de reconstrucción de las arrasadas infraestructuras del país caribeño. Metiendo el dedo en la llaga ante un pueblo devastado, Trump incluso le reprochó al Gobierno local la enorme deuda financiera que arrastra y afirmó aleccionador: "Odio decirles esto, pero hemos gastado mucho dinero en Puerto Rico"."Trump llegó a una base militar en la capital, San Juan, a mediodía, hizo sus declaraciones junto al gobernador de Puerto Rico, Ricardo Rosselló, después realizó un sobrevuelo en helicóptero para observar el desastre y por último visitó una iglesia en Guaynabo, un municipio acomodado, menos afectado que otros lugares del entorno de San Juan, pobres, machacados por el huracán y en una situación gravísima: sin electricidad y con carencias serias de acceso a agua y alimentos". "Sobre las cinco de la tarde, subió al Air Force One y se volvió a Washington, dejando además un sentimiento de humillación generalizado entre los boricuas –gentilicio local– por su falta de tacto al tirar al aire a los vecinos de Guaynabo rollos de papel imitando el gesto del lanzamiento de baloncesto".
Solo un breve comentario: NO es poco tacto, sino imbecilidad, prepotencia, altanería, y hasta inhumanidad lo que le sobra a Trump... qué rabia solo de imaginar la escena! pero no hace falta la imaginación, las fotos y los videos están ahí para la justificada indignación. Como dijera un reconocido intelectual cubano en Facebook, a Puerto Rico le sobran los Estados Unidos, y agrego yo: y el "liderazgo" de un personaje como Trump...
Declaración del MINREX: Cuba protesta enérgicamente por expulsión de diplomáticos (+ VIDEO)
El 29 de septiembre de 2017, el Secretario de Estado de los Estados Unidos, Rex Tillerson, anunció la decisión de reducir significativamente el personal diplomático de su Embajada en La Habana y retirar a todos los familiares, con el argumento de que se han producido “ataques” contra funcionarios del gobierno estadounidense en Cuba, que les han causado afectaciones a su salud.
El 3 de octubre de 2017, una vez más, el gobierno estadounidense, en una acción injustificada, decidió que 15 funcionarios de la Embajada de Cuba en Washington abandonen el territorio de los Estados Unidos, sobre la base de que han reducido su personal diplomático en La Habana y que el gobierno cubano no habría dado los pasos necesarios para prevenir “ataques” contra estos.
El Ministerio de Relaciones Exteriores protesta enérgicamente y denuncia esta decisión infundada e inaceptable, así como el pretexto utilizado para justificarla, al afirmarse que el gobierno de Cuba no adoptó todas las medidas adecuadas para prevenir los alegados incidentes.
En la reunión sostenida, a propuesta de la parte cubana, con el secretario de Estado, Rex Tillerson, el ministro de Relaciones Exteriores, Bruno Rodríguez Parrilla, le advirtió de no tomar decisiones apresuradas sin sustento en evidencias, lo instó a no politizar un asunto de esta naturaleza y le reiteró la solicitud de cooperación efectiva de las autoridades estadounidenses para esclarecer los hechos y concluir la investigación.
Es la segunda ocasión, después que el 23 de mayo de 2017 el Departamento de Estado ordenara que dos diplomáticos cubanos en Washington abandonaran el país, en que el Gobierno de los Estados Unidos responde de manera precipitada, inapropiada e irreflexiva, sin evidencias sobre la ocurrencia de los hechos invocados, en los que Cuba no tiene responsabilidad alguna, y sin que haya concluido la investigación que está en curso.
Tal como fuera trasladado por el Canciller cubano al secretario de Estado Tillerson, el 26 de septiembre de 2017, Cuba, que ha sido víctima en el pasado de atentados contra miembros de su personal diplomático, asesinados, desaparecidos, secuestrados o agredidos en el ejercicio de sus funciones, cumple con toda seriedad y rigor sus obligaciones con la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961, en lo que se refiere a la protección de la integridad de los agentes diplomáticos acreditados en el país, en lo cual puede mostrar un historial impecable.
Como informó el Ministerio el pasado 9 de agosto, desde que la Embajada y el Departamento de Estado de los Estados Unidos informaran, el 17 de febrero de 2017, la presunta ocurrencia de incidentes contra algunos funcionarios de esa sede diplomática y sus familiares desde noviembre de 2016, alegando que les causaron daños y otras afecciones, las autoridades cubanas han actuado con suma seriedad, profesionalismo e inmediatez para esclarecer esta situación e iniciaron una investigación exhaustiva y prioritaria por indicación del más alto nivel del Gobierno. Se reforzaron las medidas de protección de los diplomáticos estadounidenses, sus familiares y sus residencias, se habilitaron nuevos canales de comunicación expedita de la Embajada con el Departamento de Seguridad Diplomática y se creó un comité de expertos para el análisis integral de los hechos, integrado por autoridades policiales, médicos y científicos.
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viernes, 21 de julio de 2017
Las falacias en su centro
Enrique Ubieta Gómez/Tomado de Cubadebate
Algunos textos de apreciados colegas que fueron publicados en medios digitales y la entrevista que Cubadebate me hiciera –aparecida también en las páginas de Granma–, todos sobre el supuesto centrismo de corrientes ideológicas que intentan asentarse en Cuba, provocaron un enorme revuelo en diversas plataformas digitales, algunas de abierto perfil contrarrevolucionario. Lo paradójico es que, al menos en las primeras jornadas, los aludidos y los que no habían sido aludidos –pero sintieron que podían serlo–, en lugar de discutir los argumentos, invirtieron los roles: nos acusaron de victimarios, de censores. La exigencia de que hablásemos de los problemas de la agricultura, o de la burocracia, o de cualquier asunto no resuelto, y no de tendencias ideológicas, paralizaba el debate. Pero la excusa es insostenible: ninguno de los problemas actuales que enfrenta el país podrá ser resuelto si perdemos la Revolución (1).
Iniciaré estas reflexiones, que pretenden rescatar el debate extraviado, con una breve referencia al artículo que Cuba Posible –principal plataforma en la web del más sutil pensamiento restaurador– coloca como primera respuesta a la denuncia de su intención desmovilizadora, e iré abriendo el análisis a otros tópicos. El autor del texto, Lennier López, acepta y reivindica el término desde el propio título de su texto: “La centralidad del tablero es radical, demócrata, socialista e ilustrada”. Para ello apela a dos o tres ideas muy simples, impracticadas e impracticables: hay que eliminar los “discursos polarizadores”, la “política de guerra”, porque según su aséptica comprensión, la política “es la administración efectiva del poder”, y no “una batalla desleal, sin reglas”, por eso propone sustituir el eje “izquierda-derecha” por “la centralidad del tablero (…) de una partida en desarrollo”. Todo esto, reconozcámoslo, dicho de forma elegante, desde una torre que llaman “laboratorio de ideas” –como se autodenomina esa Cuba que solo sería Posible si perdemos a Cuba–, construida, según declaración reciente de sus fundadores, para propiciar "una evolución gradual del actual modelo sociopolítico cubano", mientras otros desde Washington, y desde algunas otras sedes alternas y subcapitalistas de América Latina, mueven en Caracas los hilos de la “política de guerra”, de la violencia, o alternan funciones en el reparto de zanahorias y garrotes para Cuba (Obama dixit).
Lennier insiste en la metáfora de la partida de ajedrez –empleada antes por el derechista Aznar, cuando era primer ministro de España y respondida por Fidel– para entender la política: “las piezas –dice el articulista citado– están dispersas ocupando columnas, diagonales y casillas en todos los sectores del tablero. La centralidad resulta, entonces, un intento de hacer política desde la transversalidad”. Viene al caso la respuesta de Fidel al político español: «hubo un caballerito que como en un tablero de ajedrez me dijo que si Cuba movía fichas, ellos movían fichas y yo le dije que el destino de un país no se juega en un tablero de ajedrez». Lennier, desde luego, no pretende una discusión de pueblo, aunque la invoque y enumere deficiencias o carencias no estructurales, que cualquiera reconocería, para eludir los temas de fondo.
Hay señales de olor en el texto que atraen al público entendido, capaz de “degustarlo”; actitudes correctísimas, que prestigian mucho: Lennier defiende, por supuesto, la Razón y adopta el discurso de la Ilustración, el de la burguesía en ascenso, en una suerte de utopía reaccionaria, aunque se declara, a la vez, moderno, postmoderno y postestructuralista. Pretende estar en el centro, ser antidogmático, pero asume todos los dogmas de la derecha. Hay que reconocer que fue creativo al utilizar el término Centralidad… ¡qué hallazgo! Como me comentaba alguien que no respeta esa portentosa imagen: es un gato en el centro del tejado de zinc caliente. Y en un quejido lastimero declara: “¡Qué desperdicio para una nación el dejar fuera de la participación política a varios segmentos de sí misma!” ¡Sí, qué desperdicio, digo yo, que haya clases y lucha de clases, naciones opresoras y naciones oprimidas, patriotas y vendepatrias! Lennier es tan socialista como Felipe González.
Porque en lo común no se trata de perspectivas o de opiniones diferentes, sino de intereses contrapuestos. Repito y preciso: intereses de clase. El conflicto histórico de los Estados Unidos con Cuba, el que hoy todavía nos separa, nada tiene que ver con una diferente comprensión de los derechos humanos. Batista, Trujillo, Somoza, Pinochet, fueron socios –en el sentido cubano del término– del imperialismo (no hablo únicamente de los gobernantes estadounidenses). Donald Trump acaba de regresar de Arabia Saudita, adora a los jeques sauditas –el nombre del país se deriva del apellido de la familia real–, y les venderá armas con componentes israelíes. No se confundan: no es el abrazo final de árabes y judíos, es el abrazo de árabes ricos, judíos ricos y estadounidenses ricos en contra de sus respectivos pueblos. En los 70 del siglo pasado, los hippies enfrentaron al sistema con audacia y candor: “hagamos el amor y no la guerra”, decían y recibían una paliza tras otra como respuesta, mientras los B52 partían con sus armas químicas –ahora son drones o misiles “inteligentes”, la muerte se administra por computadora–, sordos de ira, hacia Viet Nam. La guerra imperialista en Indochina terminó porque el pueblo vietnamita expulsó con las armas en la mano a los invasores y a sus mercenarios locales. ¿Es cosa del pasado?
¿Los frentes amplios de la izquierda son centristas?
Todo pareciera conducir en el mundo al centrismo: los movimientos revolucionarios construyen frentes amplios que incorporan a una militancia no tradicional, históricamente desmovilizada y descreída, que exige el cumplimiento estricto de la democracia burguesa. Ello es saludable, es un paso de avance y una estocada de muerte, ya que sabemos que en tiempos de crisis el sistema ni quiere ni puede cumplir con unas reglas que fueron concebidas para reproducir el poder burgués, no para socavarlo. Sin embargo, el proceso debe servir para educar a las masas, y sobre todo, a los dirigentes; la democracia burguesa solo los llevará al gobierno si está rota, si alguno de sus conductos de oxigenación está obstruido por la crisis, y aún así, nunca al poder; entonces, ya en el gobierno, tendrán dos alternativas: o mantienen un perfil anodino, de infinitas dejaciones y concesiones, de espaldas al pueblo, lo que desilusionará a los electores en la próxima ronda (y no evitará la cruenta demonización mediática) o intentan tomar el poder, es decir, radicalizarse. Si anuncian que van a por más, que quieren el poder, el tigre (que no es de papel) saltará al cuello, a morder la yugular; y si lo anuncian y no se mueven, la pierden. Si, en cambio, permanecen en los límites precisos de la democracia burguesa y a pesar de ello entorpecen los proyectos de enriquecimiento trasnacional –de los que la viceburguesía antinacional obtiene siempre alguna ganancia–, el ALCA por ejemplo, el sistema judicial encargado de proteger a los ricos intentará castigarlos de manera drástica. Para eso existe la “separación” de poderes, todos en manos de una minoritaria clase social. Escoja usted la variante más eficaz: golpes de estado judiciales (Honduras, Paraguay, Brasil), procesos y condenas a expresidentes “indisciplinados” que conservan el apoyo de las masas y pueden regresar al Gobierno –nunca tuvieron el poder– (Dilma y Lula en Brasil, Cristina Fernández en Argentina).
Finalmente, si el frente amplio toma el poder, será declarado totalitario, antidemocrático, y populista (una palabra que despojan de sus significados históricos y concretos para reducirla a la acepción más grosera, la de demagogia). Y vaya paradoja, los restantes frentes que puedan existir en el mundo en lucha electoral, tendrán que moderar aún más el lenguaje, evitar hablar de los que consiguieron llegar, desmarcarse de ellos. Da igual, el sistema los acusará de ser sus cómplices o peor, sus seguidores: ahora por ejemplo está de moda espantar al electorado colonizado –y a los políticos “correctos”– con la amenaza de que la nueva izquierda quiere convertir el país en otra Venezuela, o en otra Cuba.
Así las cosas, mientras el sistema hace aguas en medio mundo, sus ideólogos intentan reciclarlo asfixiando revoluciones y retornándolas de vuelta al redil. Si le exigen a una Revolución en el poder que debe restaurar la democracia burguesa (separación de poderes, pluripartidismo y medios de comunicación privados), porque esa democracia es importante (para que ellos puedan recuperar lo perdido, desde luego), y sitúan como ejemplo a quienes buscan el poder en países burgueses construyendo frentes amplios –a estos los acusan de ser como nosotros, a nosotros nos acusan de no ser como ellos–, ya sabemos lo que quieren.
Entiéndase esto: la única validación aceptable para el sistema de que hemos introducido correctamente esos instrumentos suyos, es que perdamos las elecciones, el gobierno y el poder. Venezuela es un ejemplo clásico: el respeto estricto a todos los códigos de esa democracia nunca obtuvo la certificación imperialista. Porque si esa “democracia” existe para impedir que la voluntad popular derribe el sistema de dominación, allí donde este ha sido derribado y en los siguientes cinco o diez años no ha logrado restaurarse –esto puede afirmarse de modo “científico”–, funciona mal.
En realidad queremos democracia, sí, eso son las Revoluciones, grandes saltos democráticos, y de lo que se trata es de echar a andar la nueva visión que tenemos de ella, no de restaurar sus viejos postulados. No estamos conformes con el nivel alcanzado en el ejercicio de esa nueva democracia, pero no porque queramos la otra, la que ya sabemos inservible: la comparación es y será con nuestros propios ideales. Porque, hay que recordarlo, en Cuba no pretendemos tomar el poder, ya lo tenemos.
Es cierto que Fidel, como Martí en el siglo XIX, fue el artífice de la unidad de todas las fuerzas revolucionarias. Fidel salvó para la Revolución a seres humanos honestos, que eran revolucionarios o que se hicieron revolucionarios con los acontecimientos o que nunca fueron contrarrevolucionarios, pero no integró de manera ecléctica diferentes tendencias ideológicas, ni incluyó a una sola persona pagada desde los Estados Unidos o Europa. Blas Roca como presidente y Raúl Roa como vicepresidente de la primera Asamblea Nacional, conformaron un dúo simbólico: ambos pusieron su talento y su capacidad creadora al servicio de la más radical de las miradas posibles, la de Fidel, la del Partido, que bajo su liderazgo todos contribuyeron a construir. Fidel no hizo pactos, construyó un nuevo consenso, el que emanaba de la justicia social postergada y anhelada por el pueblo. Rechazó el Pacto de Miami, en momentos en que parecía más necesario que nunca, con argumentos diáfanos: “lo importante para la revolución –escribió Fidel–, no es la unidad en sí, sino las bases de dicha unidad, la forma en que se viabilice y las intenciones patrióticas que la animen”. No adoptó el camino socialista porque el gobierno estadounidense fuera hostil, esa es una afirmación reductora, aunque sin dudas aquel fue un factor catalizador. En septiembre de 1961 escribió:
La Revolución no se hizo socialista ese día [16 de abril]. Era socialista en su voluntad y en sus aspiraciones definidas, cuando el pueblo formuló la Declaración de La Habana. Se hizo definitivamente socialista en las realizaciones, en los hechos económicos-sociales cuando convirtió en propiedad colectiva de todo el pueblo los centrales azucareros, las grandes fábricas, los grandes comercios, las minas, los transportes, los bancos, etc.
El germen socialista de la Revolución se encontraba ya en el Movimiento del Moncada cuyos propósitos, claramente expresados, inspiraron todas las primeras leyes de la Revolución.
El 16 de abril se reafirmó y se llamó por su nombre, lo que orientaba ya hacia el ideal socialista desde el día mismo en que, frente a las aspilleras de la fortaleza militar de Santiago de Cuba o en sus celdas de tortura y muerte o frente a los pelotones de criminales –que defendían un poder caduco–, daban su vida casi un centenar de jóvenes que se proponían lograr un cambio total en la vida del país. Y dentro de un régimen social semicolonial y capitalista como aquel, no podía haber otro cambio revolucionario que el socialismo, una vez que se cumpliera la etapa de la liberación nacional.
En su última alocución pública, que a la postre fue su despedida, frente a los delegados al Congreso del Partido –abril de 2016–, Fidel reafirmó su credo comunista: “A todos nos llegará nuestro turno, pero quedarán las ideas de los comunistas cubanos”, dijo.
No me sorprende que Arturo López Levy, uno de los asiduos ideólogos de Cuba Posible, en uno de los artículos más transparentes de la última semana, escribiera: “La pregunta central de este debate sobre opciones ideológicas no debe formularse en términos históricos, sino políticos [olvidemos la historia, pedía Obama]. No debe ser sobre lo que hubiese hecho Fidel Castro hoy (...) Cuba pertenece a las generaciones actuales de cubanos”. Este autor, que se declara socialdemócrata y sionista, coloca varias carnadas en su anzuelo, pero en un comentario al debate abierto en un blog, termina donde debe terminar: “El día en que se acabe el bloqueo/embargo, soy partidario de que se inicie un proceso hacia la instauración de una democracia multipartidista en Cuba, con libertades de prensa, asociación, y todas las otras recogidas en la Declaración Universal de Derechos Humanos, tal como se entienden por los comités que han estado a cargo de manejar su interpretación”. El título del artículo, sin embargo –que manipula una frase de Martí, el más radical de los cubanos– revela ya su sentido: “La moderación probada del espíritu de Cuba”. Volveremos a él.
¿Lo mejor de uno y otro sistema?
¿Por qué ha causado tanto escozor mi afirmación de que no es posible integrar “lo mejor” del capitalismo y lo “mejor” del socialismo? Tal manera de concebir la coexistencia (nada pacífica en términos sociales) de elementos de uno y otro sistema, algo que es inevitable, parece establecerlo como fin y no como punto de partida. Hablo desde la perspectiva de un revolucionario (que defiende los intereses de los desposeídos), que es diferente a la de un reformista (que le teme a las masas aunque las invoque mientras procura resguardar sus intereses). La prensa trasnacional hegemónica, al mencionar los cambios que el pueblo cubano decidió introducir, utiliza el vocablo “tránsito” –reiterado por Veiga, uno de los fundadores de Cuba Posible– como si fuese el inicio de un proceso de restauración capitalista.
La promoción de cambios no es per se revolucionaria; tampoco es reaccionaria o conservadora la intención de conservar algo. Todo depende de lo que se quiera cambiar y de lo que se pretenda conservar. En ambos casos, el punto determinante está en las necesidades de los más humildes (“con los pobres de la Tierra quiero yo mi suerte echar”, escribía Martí), solo en relación a ellos se es o no se es revolucionario. La condición del revolucionario no se mide ni por los métodos que se utilizan, ni por la intención de cambios; puede sintetizarse en dos cualidades: va a la raíz de los problemas (es radical) y siente como agravio personal la injusticia, donde quiera que se cometa. Pero le aviso a los académicos burgueses (sordos, ciegos y mudos para la verdad): en el siglo XX lo que fracasó, definitivamente, fue el capitalismo. Y los que aman las estadísticas deberían saberlo: el 1 por ciento de la población mundial tiene tanto dinero como el otro 99 por ciento (datos de la ONG Oxfam divulgados por la BBC). Según RTVE, nada sospechosa de infidencia, el 1 por ciento de los españoles acumula tanta riqueza como el otro 88 por ciento, lo que significa decir que 466 mil personas poseen tanto como 37,3 millones de conciudadanos.
Algunos autores que desde una supuesta moderación abrazan la idea de “fundir” los dos sistemas, es decir, retornar al capitalismo, aseguran con cinismo que se preservarían las conquistas sociales y la soberanía nacional, aunque saben –claro que lo saben, y los que no, amigos, son unos ignorantes– que a la larga se perderían ambas, por eso exigen que se “profundicen” los cambios. Sabemos el sentido que tiene para ellos el verbo profundizar. Por eso en la entrevista que me hizo Cubadebate insistí en la necesidad de desentrañar la direccionalidad discursiva de cada discurso, no a partir de la posición que cada cual se atribuye, sino a partir de una pregunta simple, que Lenin usó con efectividad: ¿a quién sirve? La palabra cambio implica para los revolucionarios cubanos que se perfeccione el socialismo; para los contrarrevolucionarios, que se desarticule, que evolucione hacia su contrario. Esta no es una discusión teórica ajena a los intereses del pueblo: todas las dificultades, insuficiencias, errores, que hoy padecemos, tendrán solución o no, en la medida en que triunfe o fracase el socialismo cubano. Por eso, sin subestimar las contradicciones (antagónicas) que los elementos de capitalismo y de socialismo generan en Cuba, como en cualquier otro lugar, las preguntas claves son estas: ¿a cuál de los dos sistemas se subordinan?, ¿a cuál sirven?, ¿hacia dónde nos proponemos ir?
La Conceptualización del Modelo, discutida y aprobada por decenas de miles de cubanos en reuniones auténticamente democráticas, que recogían y clasificaban cada criterio, y en la Asamblea Nacional, con las enmiendas derivadas de esos debates, dice en su primer capítulo:
[Este documento] (…) sirve de guía para avanzar hacia la materialización plena de la Visión de la Nación: independiente, soberana, socialista, democrática, próspera y sostenible, mediante el Plan Nacional de Desarrollo Económico y Social a largo plazo, y otras acciones.
Los objetivos estratégicos de la actualización del Modelo son: garantizar la irreversibilidad y continuidad de nuestro socialismo afianzando los principios que lo sustentan, el desarrollo económico y la elevación del nivel y calidad de vida con equidad. Todo ello, conjugado con la necesaria formación de los valores éticos y políticos, en contraposición al egoísmo, el individualismo y el consumismo enajenante y depredador.
Desde luego, la interacción y lucha de elementos capitalistas y socialistas en el mundo en el que vivimos es una realidad de múltiples aristas. De una parte, el capitalismo, en su guerra por la sobrevivencia, ha incorporado ciertos mecanismos y visiones socialistas de carácter colateral: las luchas sindicales, de género, las victorias anticolonialistas, las revoluciones del siglo XX, la existencia de experiencias, fallidas o no, de construcción socialista, han introducido elementos de justicia social, sobre todo en los países más ricos. No cometamos el error de atribuirle al capitalismo –en su versión de Bienestar Social, en países que fueron usufructuarios del sistema colonial y neocolonial, tuviesen colonias o no, y de la injusta división internacional del trabajo, o simplemente, a sus conquistas laborales–, los huevos de la nueva sociedad (uso de manera libre una imagen de Lenin), engendrados por la resistencia al capitalismo. El capitalismo, como sistema, es el mismo en todos los países. ¿Por qué tomamos de ejemplo a los países nórdicos y no a los del Sur, que comparten nuestra historia de expoliaciones, y son, además, la mayoría? ¿Por qué el capitalismo en Cuba –si solo se tratara de copiar un sistema– nos llevaría a ser como Suecia, Suiza o Reino Unido y no como Honduras o Haití? Pero en Suecia, dicho sea también, hay elementos del nuevo orden socio-económico por el que luchamos, que niegan en alguna pequeña medida, el que allí existe.
Es decir, la superación del capitalismo ocurre por diferentes vías, de manera simultánea. Cuando los países latinoamericanos, por ejemplo, adoptan una posición común que se opone a la injerencia imperialista o rescatan la soberanía nacional –que solo puede ser defendida como valor regional–, más allá de sus razones puntuales, están golpeando al sistema. Si un sector de la burguesía argentina o de la brasileña decide reivindicar sus intereses y enfrentar la hegemonía económica y política del imperialismo, el golpe no es bilateral, es sistémico. Todo golpe al imperialismo es un golpe al capitalismo. Los sectores más radicales de esos países en ocasiones no perciben que ese gobierno burgués, a pesar de sí mismo, es un aliado de “lo nuevo que nace”. El imperialismo, por el contrario, sí lo percibe, y le declara la guerra.
Por otra parte, la cultura socialista (anticapitalista) existe como contracultura aun en los países donde hay gobiernos revolucionarios, e incluso en aquellos donde las transformaciones han sido más radicales, porque la cultura del capitalismo (hablo de sus modos de vida, de sus conceptos de éxito y de felicidad) es hegemónica. La base material que sustenta a la nueva cultura es aún débil, de resistencia, tiene un alcance limitado. Un partidario e incluso un protagonista de la revolución, puede ser también un adicto acrítico a los Realitys Shows de Miami o un reproductor de la cultura del tener, es decir, del capitalismo; puede trabajar durante toda la semana por la consolidación del Gobierno revolucionario, y reproducir en su vida privada, en sus sueños más íntimos, los valores del sistema que combate.
Como el triunfo en el capitalismo se asocia indefectiblemente al dinero, sin importar su origen, y el esfuerzo personal en el trabajo no suele conducir al éxito prometido, el sistema abre pequeñas válvulas de entrada, ajenas al aporte social del individuo: la herencia, el juego en todas sus modalidades, el matrimonio de conveniencia, lo mismo para la mujer que para el hombre, el robo de cuello blanco o de pistola en mano (siempre que el autor logre evadir la justicia). El mercado del deporte se convierte para los pobres en un camino a transitar. Ningún otro relato clásico expresa la esencia de este postulado como el de Cenicienta: un cuento recreado y actualizado de todas las maneras posibles. La corrupción es un subproducto del capitalismo. Si el origen del dinero no es importante, y su posesión establece el rango de éxito o fracaso social del individuo, las vías fraudulentas son un recurso tolerado. Decir que el socialismo genera también burocratismo o corrupción, significa reconocer que hay bolsones de capitalismo en su seno.
¿Qué supone la normalización de relaciones con los Estados Unidos?
Se ha dicho que quienes nos oponemos a las máscaras de centro, conformamos un grupo duro opuesto a la normalización de relaciones entre los Estados Unidos y Cuba. Nada más ajeno a la realidad. Es una idea que reproduce el esquema que otorga una falsa paridad a los supuestos extremos de La Florida y La Habana: si bien el extremo floridano pudiera asociarse al terrorismo y a la politiquería anticubana, es decir, al lacayismo proimperialista ¿a qué se asocia el de La Habana?, ¿a la defensa de la Patria socialista? Ningún revolucionario cubano viajó en lanchas rápidas para ametrallar poblados floridanos, ni colocó o pagó para que colocasen bombas en industrias o centros recreativos de Miami. Ni siquiera quemó banderas estadounidenses. Pero existe un tercer elemento, que es decisivo: el imperialismo de ese país. Un blog contrarrevolucionario ya de capa caída, publicó hace algunos años un artículo esclarecedor de un tal Castillón:
Pocos luchan mejor por sus países de adopción que los inmigrantes. La historia norteamericana está llena de ejemplos […] Posada Carriles ha sido soldado estadounidense en tiempo de guerra y eso le da derecho a estar en Estados Unidos. Porque Posada, a pesar de haber luchado en un campo de batalla diferente, no es tan distinto de todos esos otros soldados. Porque aunque nos hayamos olvidado de ella y la hayamos relegado a ese cajón en que se guardan los recuerdos molestos, la Guerra Fría fue una guerra real. Una guerra en la que participaron numerosos exiliados en contra de los estados que dirigían sus naciones.
Es aquí donde aparecen las reminiscencias autonomistas y anexionistas. Ambos proyectos decimonónicos, que no conciben el desarrollo nacional sin la presencia dominadora de una potencia extranjera, empalman con el reformismo contemporáneo, gústele o no a López Levy. Evidentemente, no existe concordancia entre el extremismo lacayo y la defensa radical de la soberanía nacional. Permítaseme que me cite brevemente: “¿Qué significa ser extremista? –decía en el artículo “La Patria posible”–, ¿cuáles son los extremos del debate nacional? Para los revolucionarios cubanos, el extremista es quien adopta de manera irreflexiva consignas y frases hechas, cuyo fondo conceptual ignora o no comprende, y es incapaz por tanto de discernir qué es esencial y qué no lo es. El extremismo conduce al dogmatismo y a la doble moral. (…) Pero nada tiene que ver con la visión radical –que va a las raíces–, y a la postura revolucionaria frente a la realidad”.
Los revolucionarios cubanos (no pertenezco a ningún grupo) abogamos por unas relaciones “normales” entre vecinos civilizados; no obstante, lo que me parece más peligroso de esa suposición que se nos imputa es que revela lo que algunas personas entienden por normalización. Ya se sabe que el restablecimiento de relaciones diplomáticas es el primer paso, y que la normalización, tal como la proyecta Cuba, implica la derogación absoluta del bloqueo económico, comercial y financiero, la devolución de la Base Naval de Guantánamo y el cese de las actividades subversivas en el país. Sin embargo, López Levy es osado y –no puedo evitar la palabra– cínico, al escribir:
No caben dudas de que como priorizamos los intereses de desarrollo económico y bienestar del pueblo cubano, así como el alejamiento de un conflicto militar con Estados Unidos que puede ser devastador para Cuba, los “centristas” tenemos visiones distintas a las de Iroel Sánchez y Enrique Ubieta sobre las relaciones a buscar con Estados Unidos. Una política de distensión, incluso de acciones persuasivas de corte hegemónico, es preferible a la estrategia de coacción imperial por sanciones y financiamiento directo de opositores. (…) Este ambiente distendido permite, también, avanzar en reformas dirigidas a una economía de mercado y a una sociedad más plural en lo político, con afinidades a posiciones como las nuestras, pues Cuba tendría una interacción mayor con un mundo más favorable a ese rumbo.
De esa manera, casi al finalizar su artículo el socialdemócrata López Levy declara abiertamente su respaldo al proyecto obamista de eliminar el bloqueo por ineficaz –en términos políticos– y no por inmoral y criminal, y sustituirlo por otra política igualmente injerencista, pero menos confrontativa, que reinstaure en Cuba el capitalismo (y la subordinación a Washington). Aceptamos el reto –creemos que este pequeño David puede batir a Goliat en el terreno de las ideas–, a pesar de que el articulista sabe, más por viejo que por diablo, que se trata de una guerra de baja intensidad, con financiamiento a proyectos subversivos de corte no confrontacional como Cuba Posible. Pero igual, cobren o no, el que intente retornar a Cuba a un pasado de capitalismo semicolonial, es mi enemigo. No creo en los centrismos; nadie, ni ellos mismos, creen que sea posible “estar en el medio”.
NOTA
(1)
El debate en las redes sociales se aleja del debate. Es
la fiesta de los asombros, cuando aparece, esta vez sí, un grupo. El “sabio”
Pedro Monreal casi escribe un tratado para reivindicar la importancia de las
estadísticas –Julio Carranza, antes o después que él, insiste en ello–, a
partir de una lectura primitiva y/o tendenciosa de mi entrevista. Se quedan en
los marcos de la puerta, sin entrar. Un tal Domingo Amuchástegui me endilga
todas las culpas y desvíos del espíritu revolucionario, ocurridos desde mis
tres años de vida y aún antes. En cambio, algunos de los protagonistas de esos
desvíos, censores y adoradores de manuales, escriben largas peroratas sobre la
flexibilidad del pensamiento y la dialéctica. Haroldo Dilla, expulsado de la
politiquería dominicana por su desmedido oportunismo, propone que se me expulse
del debate político de la Revolución cubana.
miércoles, 12 de julio de 2017
Condenan a Lula para salvar el golpe contra Dilma
Por Diego Manuel Vidal
Todo cierra. La accidentada sesión del martes en el Senado brasileño, en la cual se aprobó la reforma que arrasó con los derechos laborales, tuvo su correlato hoy con la condena a 9 años y medio de prisión por corrupción pasiva y lavado de dinero que el juez Sergio Moro impuso contra Lula Da Silva.
Si bien esta sentencia no lo inhabilita, aún, para presentarse como candidato en las próximas elecciones (donde todas las encuestas lo dan como favorito, el ex presidente se ha convertido en el principal objetivo del verdadero poder en Brasil que busca evitar su retorno al Palacio del Planalto.
Sin pruebas concretas y sólo con la delación premiada de uno de los empresarios constructores, detenido por la causa conocida como Lavajato, Moro decidió aplicar la punición contra Lula en un proceso altamente cuestionado y con visos de enemistad manifiesta del magistrado hacia el acusado. No sólo negó el derecho a que se grabara cuando Da Silva declaró en el proceso, también rechazó una serie de pruebas que demostrarían la falsedad de la imputación por haber recibido un departamento como parte de un soborno de la empresa OAS, involucrada ésta en la investigación por contratos fraudulentos con Petrobras. Jamás esa propiedad estuvo a nombre de Lula, su fallecida mujer o cualquier integrante de su familia, sino que además todo el edificio está intervenido por la Caja Económica Federal que reclama deudas de la constructora, por cual nunca podría cederse el dominio del inmueble.
Golpe a golpe
Es evidente que el golpe de Estado que derrocó a Dilma Rousseff con acusaciones falsas y colocó a Michel Temer en el poder, se resquebraja por la grave crisis económica que atraviesa Brasil desde hace más de un año y se profundiza con cada medida tomada por su gobierno. La actividad comercial decrece, caen las exportaciones y la desocupación alcanza a más de 14 millones de personas con un 13% de desempleo, cifra que duplica a las registradas durante las administraciones del Partido de los Trabajadores (PT).
viernes, 23 de junio de 2017
La tercera opción en Cuba: El drama de los equilibristas
Por Raúl Antonio Capote/ Razones de Cuba
Un poco de historia
Surgida en Inglaterra como intento por enmascarar y atenuar la depredación capitalista, acelerada tras la caída de los proyectos socialistas en Europa del Este, la doctrina de la tercera vía no ha generado, como profetizaron sus gurúes, las condiciones para que los millones de pobres del mundo sobrevivan, produzcan y consuman; se ha generado, eso sí, un deterioro brutal de las condiciones de vida, más pobreza, más insalubridad, más inseguridad.
Los representantes de llamado centrismo en Cuba, que se presentan como una tercera opción, una vía intermedia entre el capitalismo y el socialismo, etc., tratan de demostrar con una serie de sofismas, lo inoportuno de la vía revolucionaria, niegan, como negaron a finales del XIX los Autonomistas, a la Revolución.
Palabras nuevas para principios viejos, la misma fórmula se intentó para mediatizar la Revolución a finales de los 50 y a principios de los 60, finiquitaba la década del 80 cuando se intentó utilizar movimientos artísticos con propuestas estéticas emergentes, para fomentar el discurso de la tercera opción. Con este fin se utilizaron becas internacionales que existían para otros propósitos y se intentó confundir y sobre todo dividir en momentos sumamente complejos, en que el llamado Socialismo Real en Europa del Este hacía aguas, a sectores de la joven intelectualidad artística y literaria de entonces en la Isla.
El hilo de la trama
El 14 de mayo del 2004 a las 16:00 horas se reunieron en la residencia de un funcionario estadounidense, destacado en la Sección de Intereses de los Estados Unidos en la Habana (SINA), Francisco Sáenz, un grupo variopinto de funcionarios yanquis, funcionarios diplomáticos de países aliados del gobierno de los Estados Unidos y oficiales de la CIA. Invitado especial, el profesor universitario y escritor, Raúl Capote.
Apenas una hora antes el pueblo cubano había marchado frente a la SINA en protesta por el endurecimiento de la guerra económica contra Cuba y las amenazas del Presidente de los EE.UU., George W. Bush. Diez años después, un Presidente de ese país reconocía la derrota de la obsoleta política e intentaba lo mismo de “otra manera”, la lógica indicaba el fin del garrote y la administración Obama apostaba a proyectos como Génesis. Cuba Posible, etc.
En la residencia yanqui celebraban las medidas de Bush, sin embargo, se hablaba de la posibilidad de un cambio de estrategia para acabar con la Revolución, en caso de que fallaran los planes de la administración Bush, como alguno de los presentes vaticinaba. La Guerra contra la generación histórica estaba perdida, decía uno de los invitados, había que probar otras opciones, el camino de la concertación al modo chileno, por ejemplo, o la transición estilo España.
Francisco Sáenz hablaba de un nuevo camino que debían emprender hombres como Capote, intelectuales, gente de la cultura y la academia, no comprometida con la contrarrevolución tradicional, se manejaron varios nombres y la posibilidad de articular un camino que fuera aceptado por la mayoría del pueblo. Debemos trabajar por preparar las condiciones, para cuando no estén Fidel y Raúl Castro, fue el consenso general.
miércoles, 21 de junio de 2017
La opinión gráfica: Prioridades
Priorities |
Clay Bennet, un maestro de la caricatura editorial que publica habitualmente en el diario norteamericano Chatanooga Times Free Press, y al que he recurrido muchas otras veces en mi blog por su fino humor y extraordinaria capacidad para la síntesis (como debe ser toda buena caricatura editorial) le tiene un especial seguimiento a la actual conyuntura política de su país, y sobre todo, a la ejecutoria de su presidente Donald Trump. En días alternos, casi siempre, su trazo cariacturiza la imagen presidencial o alude en sus letras a las incongruencias del mandatario. En esta ocasión, les dejo una reciente, que muy bien podría servir de respuesta a la pregunta que se desprende tras las declaraciones y la posición de Trump contra #Cuba. ¿Puso el inquilino de la Casa Blanca su interés personal, por encima del interés nacional?
lunes, 19 de junio de 2017
Declaración de blogueros cubanos
Declaración de blogueros cubanos, que orgullosamente firmo.
Tomado del blog Turquinauta
Cuba existe también en la blogosfera [http://blogosferacuba.org/]. Es el testimonio cotidiano y el pensamiento libre de una nación y de un pueblo en toda su variopinta cultura de resistencia y de vida. Justamente por ese patriotismo que nos identifica como comunidad, es que denunciamos las recientes declaraciones del presidente de los Estados Unidos por ofensivas e insultantes con nuestro pueblo. Trump frena, retrocede, se descoloca en la historia, asume la peor de las posiciones y lo hace rodeado de sujetos con un amplio prontuario criminal.
Los blogueros cubanos que suscribimos esta declaración, así como en su momento, seguimos y animamos el acercamiento entre las dos naciones, a pesar de sus diferencias, rechazamos la vuelta al discurso ofensivo y la política de las cavernas, tantas veces derrotada; reprobamos toda intención de fuerza contra la Isla, al tiempo que descalificamos a terroristas y políticos tramposos como interlocutores válidos para los cubanos.
El presidente Trump ha de saber que su mandato no se extiende a Cuba y sus ofensas en el show de la “era del hielo” solo sirven para reforzar el sentimiento antiimperialista, como una razón más de unidad.
El trazo del camino seguido, y las cualidades de la rueda que le transita, son legítimos por la génesis popular que le dio vida, sin presión de ningún tipo, forjada desde el pueblo al que pertenecemos, y al cual se debe nuestro relato- sorprendente e impetuoso- de la vida tenaz en esta tierra, que lucha día a día por una sociedad y un mundo mejor.
Quienes deseen sumarse a esta declaración lo pueden hacer a través de las diversas plataformas de Redes Sociales donde ha sido publicado o, reblogueándola en sus páginas personales.
Rafael Cruz. Turquinauta [http://www.turquinauta.blogspot.com/]
Karina Marrón. Espacio Libre de Cuba [https://espaciolibrecuba.wordpress.com/]
Enrique Ubieta. La Isla Desconocida [http://la-isla-desconocida.blogspot.com/]
Iroel Sánchez. La Pupila Insomne [https://lapupilainsomne.wordpress.com/]
Manuel H. Lagarde. Cambios en Cuba [http://cambiosencuba.blogspot.com/]
Jorge Á Hernández Pérez. Ogun cubano [https://ogunguerrero.wordpress.com/about/]
Jorge Jeréz. Jorgito por Cuba [http://www.jorgitoporcuba.wordpress.com/]
Luís E Ruíz Martínez. Visión desde Cuba [http://www.visiondesdecuba.wordpress.com/]
Recetas naturales de la abuela cubana [https://recetasnaturalesdelabuela.wordpress.com/]
Julio César Moreno.Kokacub@ [https://kokacub.wordpress.com/]
Carlos García CubaEconomía [https://cubaeconomista.blogspot.com/]
Susana Acea. Una Profe en Centrohabana [https://susanacentrohabana.blogspot.com/]
Norelis Morales.Islamia [https://islamiacu.blogspot.com/]
Daniel Guerra. Sin Oropel ni Garufa [https://sinoropelnigarufa.wordpress.com/
Elier Ramirez Cañedo. Dialogar Dialogar [https://dialogardialogar.wordpress.com/]
Raiza Martín Lobo. La Guantanamera [https://la-guantanamera.blogspot.com/]
Daynet Rodríguez Sotomayor. Mundo en Crisis [http://mundo-en-crisis.blogspot.com]
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